Esta nueva edición de la Fundación Federico Engels rescata un material extraordinario y olvidado injustamente: las nueve conferencias que el bolchevique David Riazánov pronunció en la Academia Socialista de Moscú en 1922. Dirigidas a cuadros y militantes obreros del Partido Comunista, Riazánov aborda en ellas la vida de Marx y Engels y su obra revolucionaria: “Voy a tratar un tema puramente histórico, pero al mismo tiempo me asigno una tarea teórica, ya que Marx y Engels, los maestros cuya historia referiré, interesan como autores de la concepción materialista de la historia y creadores del socialismo científico, y quisiera hacerlo empleando su propio método, aplicando esa misma concepción”.

Riazánov demuestra una gran capacidad no sólo para trasladar las vicisitudes por las que atravesaron Marx y Engels, sino para reivindicar su legado político subrayando que ambos fueron el producto de su tiempo, de las condiciones económicas y sociales en las que vivieron, y de su decisión de emprender la lucha por cambiar esa realidad.

La historia de dos incansables militantes revolucionarios

A través de estas conferencias no sólo profundizaremos en la genialidad del pensamiento de Marx y Engels, conoceremos también su espíritu combativo, su actividad militante, su entrega a la causa de la clase obrera, su capacidad para mantenerse firmes frente a todas las adversidades. En definitiva, conoceremos a los fundadores del socialismo científico, para quienes la práctica sin la teoría era tan ciega, como impotente la teoría sin práctica. Marx y Engels fueron dos incansables organizadores que dedicaron grandes esfuerzos a construir la herramienta política que precisaba la clase obrera. Respecto a la fundación de la Liga de los Comunistas, Riazánov escribe: “A los historiadores les ha pasado inadvertido ese trabajo de organización de Marx, a quien presentan como un pensador de gabinete, y no conociendo el papel de Marx como organizador no han conocido uno de los aspectos más interesantes de su personalidad”. Leyendo a Riazánov, las palabras de Engels ante la tumba de su gran camarada y compañero cobran toda su dimensión: “Para Marx, la ciencia era una fuerza histórica motriz, una fuerza revolucionaria… Pues Marx era, ante todo, un revolucionario… La lucha era su elemento. Y luchó con una pasión, una tenacidad y un éxito como pocos”.*

David Riazánov, alias de David Zimkhe Zelman Berov Goldendach, fue un incansable revolucionario, un protagonista de primera fila del octubre soviético, y un pionero en la divulgación y compilación de la obra teórica de Marx y Engels. Nacido en 1870 en la ciudad de Odessa, se inició en la militancia antizarista a la edad de 14 años, primero como narodniki, y como socialdemócrata (marxista) tres años más tarde. El Estado ruso castigó su actividad militante con varios arrestos, abocándolo al exilio.

Sin embargo, su obligada salida de Rusia lejos de mermar su compromiso, le permitió desarrollar un trabajo de investigación en bibliotecas y archivos de toda Europa, incluyendo la biblioteca del SPD y el depósito de los manuscritos de Marx y Engels. Accedió también a los valiosos archivos de la familia gracias a su amistad con Laura Lafargue, hija de Marx. Pero no se trataba sólo de un gigantesco y riguroso trabajo de documentación; el objetivo de Riazánov iba mucho más allá, perseguía la divulgación de la actividad teórica y práctica de Marx y Engels entre los activistas obreros y juveniles. Y todo el tesón que demostró en esta tarea se vio recompensado con el triunfo de la revolución bolchevique.

Aunque Riazánov se mantuvo organizativamente independiente de las tendencias menchevique y bolchevique, cuando retornó a Rusia del exilio, tras el derrocamiento del zar en febrero de 1917, se unió a las filas del Partido Bolchevique. Con el triunfo de la Revolución de Octubre, su papel será decisivo para crear la Academia Socialista en 1919. A finales de 1920, el comité central del Partido Bolchevique le propuso fundar un Museo del Marxismo, pero Riazánov contempló un proyecto más amplio: un Instituto para estudiar la obra del marxismo, que se convirtiera en un centro de formación para los cuadros comunistas, y que se planteara como meta la edición de las obras completas de Marx y Engels. En enero de 1921, el comité central del Partido Bolchevique aprobó la fundación del Instituto Marx-Engels a propuesta de Riazánov.

El espíritu vivo, audaz y crítico del marxismo

El trabajo de Riazánov, por encima de todo, subraya la defensa que Marx y Engels hicieron de una firme política de independencia de clase frente a la burguesía. Así lo relata en una de las conferencias cuando aborda su reacción tras el aplastamiento del levantamiento revolucionario del proletariado parisino en 1848. La Nueva Gaceta Renana, periódico democrático en el que participan Marx y Engels, publica “un artículo apasionado, en el cual se injuria a los verdugos burgueses y a los satélites de la democracia… Este artículo fue escrito el 28 de junio de 1848. No puede pertenecer a la pluma de un demócrata: solamente un comunista puede ser su autor y, por su táctica, Marx y Engels no podían engañar a nadie. El periódico dejó de recibir inmediatamente subsidio alguno de la burguesía democrática, y se transformó en el verdadero órgano de los obreros de Colonia, en órgano de los obreros alemanes”.

La aportación maravillosa de Riazánov fue asfixiada por el ascenso del estalinismo, esa reacción burocrática que arrebató a la clase obrera soviética la dirección política de la sociedad. La labor de Riazánov, su difusión del genuino pensamiento de Marx y Engels, ponía en evidencia la degeneración y desviación del programa y las ideas del marxismo del grupo de Stalin. A ello se sumó la actitud crítica e independiente a la que Riazánov no estaba dispuesto a renunciar. Un testimonio de Víctor Serge nos permite constatar esta valiosa virtud. Cuando Stalin visitó el Instituto en 1927, al ver los retratos de Marx, Engels y Lenin, preguntó a Riazánov: “¿Dónde está mi retrato?”, Riazánov replicó: “Marx y Engels son mis maestros; Lenin fue mi camarada. ¿Pero qué eres tú para mí?”. Poco tiempo después, en 1931, Riazánov fue detenido y posteriormente deportado a la región del Volga. Finalmente, el 21 de enero de 1938 fue juzgado a puerta cerrada, condenado a muerte y ejecutado.

A pesar de este brutal asesinato, la labor no sólo de Riazánov, sino el espíritu del marxismo, vivo, crítico, audaz y siempre sediento de nuevos conocimientos, no pudo ni podrá ser aplastado. La obra de todos estos grandes hombres y mujeres que militaron en las filas de la emancipación de la humanidad es un legado que hoy seguimos estudiando, y que transformamos en una herramienta imprescindible de la lucha por el socialismo.

* Discurso de Engels ante la tumba de Marx el 17 de marzo de 1883.

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