El continente africano ha sido y es escenario de las luchas e intrigas de las grandes potencias imperialistas dispuestas a sacar el máximo beneficio de los inmensos recursos naturales del suelo africano. En Sudán el imperialismo británico aplicó la política de "divide y venderás" concentrando a la mayoría de la población musulmana y de habla árabe en el norte, y el resto, principalmente cristianos y animistas, en el sur. En 1956 Sudán consiguió la independencia, pero el imperialismo dejó sembrada la semilla de multitud de divisiones étnicas, religiosas, regionales y tribales que fueron el origen de posteriores conflictos armados. Durante 22 años sufrió una cruenta guerra civil, en la que murieron dos millones de personas y provocó cuatro millones de refugiados. Terminó en 2005 con un Acuerdo de Paz entre el gobierno de Sudán, encabezado por el actual presidente, el reaccionario Omar Hassan al-Bashir, y el Movimiento de Liberación Popular de Sudán (SPLM principal grupo político del sur), dirigido por el actual vicepresidente de Sudán y presidente del gobierno del sur, Salva Kiir. El acuerdo, entre otros puntos, recogía la celebración del referéndum de independencia. Grandes reservas de petróleo
Sudán es un país potencialmente rico y en cambio es uno de los más pobres del mundo. En el índice de pobreza de la ONU ocupa el puesto 104 de un total de 132 países y la esperanza de vida no supera los 50 años de edad. Sudán tiene unas reservas petroleras de 6.700 millones de barriles, el 80% en el sur del país. Eso significa que la mayor parte de la riqueza petrolera pertenecerá al nuevo estado.
El petróleo hasta ahora ha sido la principal fuente de ingresos del gobierno suda-nés, entre 1998 y 2008 estos ingresos quintuplicaron el crecimiento económico del país. Pero estos beneficios, como en la inmensa mayoría de países del llamado Tercer Mundo, sólo ha enriquecido a una ínfima minoría privilegiada, mientras la inmensa mayoría de la población vive en la pobreza. Recientemente los documentos de Wikileaks revelaban como al-Bashir había sacado del país 9.000 millones de dólares, que se encuentran en bancos británicos, equivalente a una décima parte de la renta nacional del país. El enriquecimiento de una pequeña élite del norte, la discriminación social y económica del sur (la tasa de pobreza en el sur es del 85%, frente al 46% del norte), junto a la opresión nacional y la represión que durante décadas ha sufrido la población del sur a manos del reaccionario régimen de al-Bashir, ha provocado un enorme resentimiento en el sur, esa es una de las razones de del masivo apoyo a la independencia, según la Comisión para el Referéndum el 98% habría apoyado la partición del país.
¿Un paso hacia la ‘democracia y la justicia'?
Los imperialistas, sobre todo los gobiernos de EEUU y la UE, han apoyado entusiastamente el referéndum de independencia. Obama en The New York Times llegó a definirlo así: "un voto histórico por la autodeterminación (...) que provocará júbilo e inspirará un paso adelante en el largo camino de África hacia la democracia y la justicia". Pero lo que verdaderamente está detrás del apoyo norteamericano a la independencia del sur está el conseguir una ventaja estratégica con relación a China, que controla el 60% de la producción petrolera sudanesa. Si se crea un nuevo estado, esos contratos dejan de tener validez, se tendrían que renegociar y por tanto las petroleras europeas y norteamericanas tendrán su oportunidad.
Aunque no es oficial el resultado, el gobierno sudanés ha dicho que lo acepta. El nuevo estado nacería como uno de los países más pobres del mundo y el nuevo gobierno seguiría siendo un gobierno capitalista al servicio del imperialismo. Desde la celebración del referéndum (9 de enero) ya ha habido más de treinta muertos en enfrentamientos fronterizos, así que sólo es cuestión de tiempo el resurgir del conflicto armado. El levantamiento de la nueva frontera y el reparto de los recursos petrolíferos limítrofes ya está siendo objeto de tensiones. También está por resolver el destino de una región fronteriza con etnias enfrentadas, Abyei, que tiene que celebrar su propio referéndum. Por otro lado, 140.000 ciudadanos del sur que viven en el norte del país ya están huyendo por temor a represalias como consecuencia de la independencia. La separación del sur y la creación de un nuevo estado capitalista no es la solución a los problemas que sufren las masas sudanesas ni va a suponer el ejercicio efectivo del derecho a la autodeterminación de ningún pueblo. La única alternativa es la unidad de jóvenes, trabajadores y campesinos sudaneses para derrocar a sus respectivos gobiernos reaccionarios, y mediante su lucha liberarse del yugo del imperialismo, emprendiendo así la tarea de la transformación socialista de la sociedad.