Las perspectivas políticas para Euskal Herria estarán marcadas, sin duda, por la firme voluntad de la izquierda abertzale de apostar por las vías políticas y la decisión hecha pública por ETA, el lunes 10 de enero, de declarar "un alto el fuego permanente y de carácter general". Ambas cuestiones, que abren una nueva situación para la resolución de la cuestión nacional vasca, deberían haber provocado a estas alturas algún gesto de distensión por parte del Gobierno del PSOE, tal como demanda el presidente del PSE Jesus Eguiguren: el acercamiento de los presos políticos vascos a las cárceles de Euskal Herria y la legalización de la izquierda abertzale. Sin embargo nada de esto ha ocurrido. La política del gobierno de Rodríguez Zapatero, en cuanto a la cuestión nacional se refiere, también sigue plegándose a los dictados del Partido Popular y de aquellos sectores del aparato del Estado que apuestan enérgicamente por la represión y la dureza contra la izquierda abertzale para evitar su legalización de cara a las elecciones de mayo.
Como afirmó la secretaria general del PP Mª Dolores de Cospedal, para estos sectores se trata de de dejar claro quiénes son los vencedores y quienes los vencidos, pretendiendo que a través de la vía policial se pueda solucionar un problema político como es la cuestión nacional vasca. Pero a pesar de todos sus deseos los hechos desmienten radicalmente este análisis. El robo las pasadas navidades en Francia de impresoras y miles de tarjetas para pasaportes, DNIs etc, demuestra, una vez más, las posibilidades de que ETA mantenga su capacidad operativa. Un hecho que, a pesar de la represión policial y el aislamiento social, se puede alimentar de la profunda crisis del capitalismo con su secuela de ataques y desigualdades sociales, que crea un sustrato, entre algunas capas de la juventud principalmente, favorable a la respuesta inmediata e individual a través de acciones armadas. En todo caso, lo que la experiencia histórica ha dejado sobradamente probado, y en estos momentos más aún, es que los métodos del terrorismo individual solo favorecen al Estado burgués para justificar el recorte de derechos democráticos y aumentar las leyes represivas.
En realidad, la causa de la crisis de ETA y la ausencia de acciones armadas responde a factores muy diferentes a los que sostiene la derecha y el gobierno. La razón fundamental que explica está nueva situación es que, de forma mayoritaria, la base social de la izquierda abertzale incluida una parte fundamental del colectivo de presos políticos vascos (EPKK), ha llegado a la conclusión de que es completamente inviable alcanzar objetivos políticos como el derecho a la autodeterminación o el socialismo a través de actividad de los comandos armados. La experiencia de Irlanda del Norte, el movimiento revolucionario de las masas en América Latina, y las grandes movilizaciones de la clase obrera y la juventud en Europa, incluido Euskal Herria y el Estado español, han puesto las bases para el fin de las acciones armadas de ETA. Estos factores y no la represión, es lo que está detrás de la determinación de la izquierda abertzale de que ETA pare ya.
La hipocresía del PP y del gobierno
A pesar de que desde hace décadas se reclama el fin de ETA, ahora que esta posibilidad se abre paso, la derecha y el gobierno ponen todo tipo de palos en las ruedas para evitarlo. La dirección del PP no quiere que el PSOE pueda apuntarse en su haber electoral el fin de ETA y, paralelamente, sectores del aparato estatal y del mundo empresarial implicados en actividades muy lucrativas relacionadas con la seguridad y la lucha contra ETA, también se resisten a facilitar una salida. La presión del PP y de estos sectores sobre el Gobierno de Zapatero y el de Patxi López es una constante, y busca evitar que se produzca el mínimo gesto de distensión, colocándoles permanentemente bajo la sospecha de estar negociando entre bambalinas. Esta es la razón de que afloren divisiones en el PSOE, y también en ámbitos del aparato judicial, respecto a qué camino tomar ante los pasos que está dando la izquierda abertzale para luchar por vías políticas, .
Los hechos son claros. La represión se ha acentuado en los últimos meses del año, con la detención de una gran cantidad de jóvenes abertzales acusados de reconstruir SEGI y de abogados defensores del colectivo de presos. A esto se suma la ratificación de las condenas a los miembros de la mesa nacional de Batasuna, incluidas nuevas sentencias contra Otegui. Pero estas decisiones se producen al mismo tiempo que otras sentencias declaran la absolución del dirigente de Batasuna por enaltecimiento del terrorismo, o de que la Audiencia de Gipuzkoa condene a cuatro Guardias Civiles por torturas a Igor Portu y Martín Sarasola, imputados por el atentado a la T-4 de Barajas. En este último caso, la sentencia de la audiencia donostiarra pone en evidencia la existencia de torturas en cuartelillos y comisarías españolas que Rubalcaba niega, a pesar de las continuas denuncias al respecto. Basagoiti, líder del PP vasco, no ha tenido ningún rubor para calificar como "cuatro leches" a las graves lesiones y amenazas infringidas a los militantes de ETA que les llevaron a la hospitalización. Que los guardias civiles condenados perteneciesen al siniestro cuartel de Intxaurrondo donde fueron torturados hasta la muerte y enterrados en cal viva los jóvenes Lasa y Zabala, no le sugiere nada a Basagoiti. Un ejemplo más del doble rasero de la derecha.
Lo que es evidente es que tanto el gobierno como el PP han puesto el listón muy alto y se emplearan a fondo para impedir que la decisión estratégica de la izquierda abertzale se materialice. Las razones son poderosas como hemos señalado, y en ellas inciden, y no de manera secundaria, que una izquierda abertzale fortalecida, sin el lastre de ETA, pueda dar un vuelco completo al panorama político y parlamentario que se vive en la Comunidad Autónoma Vasca, arrebatando al PSOE y al PP posiciones que disfrutan únicamente por la ilegalización de Batasuna.
La izquierda abertzale ante una disyuntiva histórica
A estas alturas muchos piensan que existe una división en ETA y que el sector más joven se niega a su autodisolución. Esto ha quedado reflejado en el comunicado de ETA criticado por insuficiente por Aralar y matizado inclusive por la izquierda abertzale, cuyos portavoces han subrayado el carácter unilateral del alto el fuego de ETA aunque éste no haya sido incluido en su comunicado, como prueba de su decisión tajante de rechazar la lucha armada. En cualquier caso, la decisión anunciada por ETA representa un evidente paso adelante y una oportunidad histórica para la clase trabajadora vasca.
La izquierda abertzale se ha volcado a favor de medidas exclusivamente políticas como decidieron las bases hace ya un año tras el debate donde se aprobó el documento "Zutik Euskal Herria". Es especialmente significativo el pronunciamiento del Colectivo de Presos apoyando decididamente este proceso y anunciando que tomaran iniciativas favorables al respecto. La dirección de la izquierda abertzale obviamente va a pelear con todas sus fuerzas por imponer el nuevo escenario. La cerrazón del gobierno a realizar cualquier gesto sólo animará a decenas de miles de ciudadanos vascos a salir masivamente a la calle, como ocurrió con la exitosa e histórica manifestación del 8 de enero por parte de Etxerat, la organización que agrupa a los familiares de los presos políticos vascos a favor del acercamiento de los presos a las cárceles de Euskal Herria, la liberación de los gravemente enfermos y los que ya han cumplido íntegra su condena, y del fin de las torturas.
Todas las señales indican que la decisión es irreversible. A principios de diciembre la izquierda abertzale presentó su nuevo proyecto político y organizativo incluyendo unos estatutos ajustados a la Ley de Partidos para obtener su legalización, aunque la consideren una ley represiva. En el preámbulo de dicho proyecto se dice: "Este siglo ha comenzado con grandes transformaciones sociales y económicas, con grandes mutaciones en la evolución de pueblos y culturas ante la insaciable maquinaria de un mercado que no reconoce más valor que la plusvalía de sus negocios. Una globalización neoliberal causante de enormes desigualdades geopolíticas, y provocador de una crisis económica que pretende superarse a través de medidas que los mercados imponen a gobiernos sin pudor alguno, configurándose una escala de poder que pervierte el modelo político -democracia parlamentaria- instalado en las llamadas democracias occidentales. Estamos, pues, ante un neoliberalismo que, desde determinados centros de poder, instaura de facto la dictadura del mercado sobre la voluntad popular de pueblos, naciones e, incluso, Estados."
Este preámbulo apunta directamente a la crisis del capitalismo mundial y a la dictadura del capital que aplasta cualquier veleidad de "soberanía nacional". Igualmente el documento hace una mención especial al papel de la clase trabajadora. Palabras muy alentadoras pero que siguen sin encontrar una plasmación en la táctica que la izquierda abertzale está desarrollando. De hecho, la política de alianzas diseñada desde la dirección de la izquierda abertzale continúa buscando el apoyo de la burguesía vasca que defiende este modelo neoliberal y continúa enganchada a la teoría estéril del etapismo, una reminiscencia de los viejos esquemas estalinistas: primero luchar por la independencia y luego por el socialismo.
La izquierda abertzale tiene ante sí una disyuntiva histórica. El abandono de los métodos de ETA, algo que es absolutamente correcto, debe completarse con la defensa de una alternativa política socialista y revolucionaria. Ninguna confianza en la burguesía vasca, ninguna alianza con sus organizaciones ya sea el PNV o EA. La izquierda abertzale debe basarse en la tremenda capacidad de lucha de los trabajadores y la juventud de Euskal Herria para levantar un programa socialista que una la lucha por la liberación nacional, por el derecho de autodeterminación de las nacionalidades oprimidas, de Euskal Herria, Catalunya y Galiza, con los combates cotidianos por el socialismo, por la expropiación de la banca, de los monopolios, de las grandes empresas que oprimen a la mayoría de la sociedad. Ese es el único camino para defender los intereses del pueblo trabajador vasco, de la juventud, de los desempleados y los pensionistas hasta alcanzar una Euskal Herria auténticamente libre y socialista. Y esta lucha tiene un hondo sentido internacionalista pues los intereses de los oprimidos de Euskal Herria convergen con los del resto de los oprimidos, del Estado español, de Europa y del mundo. Hoy los trabajadores vascos necesitan unir fuerzas con sus hermanos de clase porqué sólo la clase obrera tiene en sus manos la llave para resolver democráticamente la cuestión nacional vasca y la mejora de las condiciones de vida de la mayoría, mediante la transformación socialista de la sociedad. Y las oportunidades para poner en práctica este programa, el programa del marxismo revolucionario, van a ser muchas en el próximo periodo, empezando por la próxima huelga general del 27 de enero, convocada por la mayoría sindical vasca.
Declaración de El Militante ante la tregua de ETA y la propuesta política de la Izquierda Abertzale
Euskal Herria: La lucha por el socialismo y el derecho de autodeterminación