Este año se cumple el 75º Aniversario de la insurrección obrera en Asturias: la Comuna Asturiana, bautizada así por sus paralelismos con la Comuna de París, la primera revolución obrera que registra la historia y que, al igual que su homónima en Asturias, supuso el intento fracasado de establecer el poder de los trabajadores.
En estas fechas una gran cantidad de artículos, trabajos académicos y algunos libros han visto la luz para conmemorar el acontecimiento. En su mayoría se trata de un tipo de material ya conocido, que busca la equidistancia entre los protagonistas del hecho revolucionario y los verdugos que aplastaron el movimiento insurreccional.
Así de "objetiva" se nos presenta la historia por parte de los profesionales de la "cosa". Pero este tipo de enfoque, al servicio de las ideas de la clase dominante, no busca establecer las auténticas causas que llevaron a miles de trabajadores asturianos, y también de otras zonas y nacionalidades del Estado Español, a protagonizar un levantamiento armado contra el gobierno reaccionario que en ese momento gobernaba la república española. Mucho menos extraer las lecciones de la insurrección y su derrota para comprender las tareas actuales de los revolucionarios. Este enfoque dominante en la historiografía oficial quiere apuntalar la leyenda de que los acontecimientos que se sucedieron en los años treinta, con el ascenso del fascismo como telón de fondo, y confluyeron en la revolución y la guerra civil de 1936/39 constituyen una "tragedia" para los españoles, una lucha "fraticida" entre hermanos donde todos perdieron por igual. Una forma, en definitiva, de revisión histórica fraguada durante la llamada Transición para imponer el olvido sobre el levantamiento fascista del 18 de julio y los cuarenta años subsiguientes de dictadura franquista. Y para lograr tal objetivo es necesario igualar en responsabilidades a los representantes de un régimen de represión, fusilamientos, cárcel y explotación, con aquellos que lucharon por liberarse de ese oprobio.
Hay muchos historiadores, "especialistas", y políticos decididos a imponer este silencio sobre la memoria histórica. En la derecha son legión, pero en la llamada izquierda "moderna", socialdemócrata, tampoco escasean. Así, poco a poco, se va reconstruyendo la historia, pariendo una visión de los acontecimientos que absuelve a la clase dominante de sus crímenes y oculta los hechos a las jóvenes generaciones.
Frente a esta desfiguración del pasado, nuestra intención como marxistas es precisamente la contraria: demostrar que la lucha de clases es el motor del desarrollo histórico y que los hechos no suceden como consecuencia de la imprevisión del espíritu humano.
La conmemoración de la insurrección proletaria de Asturias de 1934 es una obligación para los revolucionarios de todo el mundo. Aprovechamos la ocasión para recomendar la lectura de la revista Marxismo Hoy nº 13, monográfica sobre aquellos acontecimientos, y publicada en enero de 2005 por la Fundación Federico Engels. En ella podrás encontrar un amplio artículo de Juan Ignacio Ramos, La Comuna de Asturias de 1934. La insurrección proletaria y la República, junto a una selección de textos de León Trotsky y Andreu Nin, así como un texto de la Federación Nacional de Juventudes Socialistas de 1935 Octubre, segunda etapa, que refleja el giro hacia posiciones marxistas que se estaba dando en el seno de esta organización.
Aquel capítulo heroico de la historia del proletariado español ha pasado a la memoria colectiva del movimiento obrero y sus enseñanzas deben ser estudiadas meticulosamente por las nuevas generaciones de marxistas. Nuestra intención es contribuir a esta tarea, desde la óptica del materialismo histórico y con la vocación de que las lecciones de Octubre del 34 fortalezcan la lucha por una alternativa marxista revolucionaria.

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