Mucha gente se restregaba los ojos la noche del 28M por no poder creer que, otra vez más, el PP de Ayuso y Almeida vencían sin paliativos en los comicios municipales y autonómicos. Tan sólo unos meses después de las movilizaciones históricas en defensa de la sanidad pública, con más de un millón de personas en las calles clamando contra la trumpista cañí, el resultado es una mayoría absoluta que amplía su victoria de 2021. ¿Cómo es esto posible?
No han faltado respuestas en los medios, y tampoco en medios alternativos que pasan por radicales, aunque la inmensa mayoría en una línea que desde Izquierda Revolucionaria pensamos es muy errónea y desafortunada. Ni la gente es tonta, ni tenemos lo que merecemos. Es una obligación para los que hemos dado la batalla a la derecha en las calles, en el sindicalismo combativo, en las asambleas de sanidad, en la lucha feminista y antifascista, contra los desahucios… que encontremos una explicación a esta hecatombe electoral desde un punto de vista de clase. Una hecatombe que no olvidemos señala a una izquierda institucional y gubernamental que vive en su mundo de supuestas realizaciones geniales y logros estratosféricos.
O entendemos y sacamos las lecciones necesarias para levantar una resistencia coherente a la extrema derecha, o su ascenso en los próximos años será imparable. Nos jugamos mucho.
La reacción se impone
El PP ha arrasado en la CAM y en la capital. Ayuso gana en todas las ciudades y pueblos de Madrid excepto únicamente en cuatro pequeñas localidades. Logra el 47% de los votos, 1.586.985, que le dan 71 escaños – 6 más que en 2021 – para gobernar con mayoría absoluta en la Asamblea de Madrid. Ni siquiera todo el bloque de la izquierda institucional junto, sumando Más Madrid, PSOE y Podemos (1.383.720 votos),
se acercan al resultado de la líder popular.
En el caso del Ayuntamiento de Almeida el ascenso respecto a los últimos comicios en 2019 es rotundo. Vence en todos y cada uno de los distritos de la ciudad alcanzando también la mayoría absoluta. Pasa de 394.708 sufragios a 729.302. No sólo absorbe la caída de Cs, que pierde 264.107 votos, sino que avanza aún más. Y todo ello teniendo en cuenta que Vox también crece desde los 124.252 hasta los 148.658.
Los resultados no dan pie a especulaciones. Por supuesto, Ayuso y Almeida ganan las elecciones en los distritos y localidades adineradas, burguesas y pequeño burguesas. En el barrio de Salamanca, Retiro, Chamartín, en Pozuelo, Torrelodones, Majadahonda, etc. Pero lo grave es que también lo hacen en Puente de Vallecas, Carabanchel, Villaverde, Usera….
Todas las personas que lean este artículo conocerán probablemente de memoria las cifras de ancianos muertos en las residencias bajo la gestión criminal de Ayuso, son conscientes de sus chanchullos corruptos con las mascarillas que han enriquecido su hermano, han visto las colas del hambre que han asolado nuestros barrios. Por eso, para entender lo ocurrido es necesario analizar cuál fue el papel de la izquierda parlamentaria en estas situaciones críticas que se desataron durante la pandemia y que aún hoy perduran, y cómo, para decenas de miles de personas, por no decir centenares de miles, el desencanto, la frustración y la desmoralización les ha llevado a abstenerse masivamente tanto en las elecciones a la Comunidad como al Ayuntamiento.
El papel de la izquierda parlamentaria en preparar el desastre
El Gobierno de coalición adoptó medidas drásticas para enfrentar el coronavirus y prometió que con el escudo social nadie se iba a quedar atrás. Pero el contraste de estas palabras con la realidad de los hogares más golpeados en los barrios de Madrid no pudo ser mayor: ayudas que nunca llegaron a esas familias al límite, donde los ERTE no alcanzaban para llegar a fin de mes y muchos no tuvieron ni eso, ni ingreso mínimo vital digno de tal nombre ni nada de nada, mientras los desahucios continuaban, y la consigna de la paz social pregonada desde La Moncloa significaba arrinconar la lucha colectiva por la salida individual, el sálvese quien pueda.
Una parte importante de estos sectores sacó la conclusión de que aquellos dirigentes que gritaban en los mítines ¡Sí se puede! los habían abandonado a su suerte. Y en esas condiciones materiales Ayuso se aprovechó del malestar para desatar su demagogia populista y trumpista.
La imagen que se ha construido como la “liberadora de Madrid” manteniendo todo abierto para que miles de pequeños empresarios pudieran seguir haciendo caja explotando ferozmente a sus asalariados, esa actitud desafiante de privatizarlo todo sabiendo que los dirigentes de CCOO y UGT comen de su mano, que la gente de bien cuyo Dios es el poder y su religión el dinero la sigue como hooligans, que su descaro ultra neutraliza a Vox, que la izquierda caviar que tenía enfrente se merece no pocas veces el apelativo de pijoprogre… esta fascista de tomo y lomo también ofrecía la "oportunidad" de llegar a fin de mes a muchos, y esa capa de trabajadores desmovilizados y desmoralizados se ha reafirmado en estos últimos años en que las cosas siguen igual o peor que antes de que gobernara la izquierda, y finalmente ha nutrido el voto al PP en los barrios obreros. Lo hizo en 2021 y lo ha vuelto a hacer ahora.
No obstante, sí hay una diferencia importante en estas elecciones respecto a 2021 y es la abstención. Esta crece en 7 puntos en las elecciones autonómicas. Un vistazo rápido a los datos de abstención por distritos de la capital arroja una radiografía clara: en Chamartín y Retiro sólo el 23% se abstiene, mientras en Villaverde lo hace el 39,2%, en Puente de Vallecas el 40,5% y en Usera el 41%, por dar algunos ejemplos.
Y es que la desafección política, el desencanto y el escepticismo reflejados en estos datos de abstención en los barrios más humildes son, junto con la pobreza y la desesperación, el mejor escenario posible para que la demagogia de la extrema derecha se haga fuerte. Es decir, el deterioro de las bases materiales de cientos de miles de personas son muy concretas, sin que la izquierda parlamentaria y municipal, esa que tan bien representa Rita Maestre, haya hecho absolutamente nada por cambiarlas.
El papel que han jugado el PSOE, Más Madrid y Podemos en la CAM y el Ayuntamiento de la capital en estos años tan duros ha sido lamentable como poco, por no utilizar calificativos más gruesos.
Cuando Ayuso aprobó el confinamiento limitado a barrios como Usera o Vallekas, lo que provocó movilizaciones populares importantes y muy combativas… Pedro Sánchez acudió solicito a la Puerta del Sol a entrevistarse con ella rodeados por un mar de banderas de España.
Hay que recordar con qué orgullo Rita Maestre dio su “apoyo total” a las medidas del alcalde Almeida en plena pandemia "porque creemos que queréis hacer lo mejor por nuestra ciudad y porque en ese sentido confiamos en vosotros como gobierno”. Palabras textuales de Rita al alcalde en el pleno del Ayuntamiento. Por eso rubricó en nombre de Más Madrid un infame acuerdo con todas las fuerzas políticas, incluido PP y Vox, en julio de 2020 a propósito de las medidas relacionadas con el Covid 19 en la ciudad. A esto se dedicaba Rita Maestre cuando los muertos por los recortes en sanidad y todos los servicios públicos arrasados por estos fascistas se hacinaban en el Palacio de Hielo. Es fácil explicarse así los 190.785 votos que ha perdido Más Madrid en el Ayuntamiento.
Peor aún peor ha sido el resultado para Podemos, que directamente se queda fuera tanto de la Asamblea de Madrid como del Ayuntamiento. Hay que reconocer que su lenguaje en esta campaña ha tratado de apelar a un programa de izquierdas y a la calle, a los movimientos sociales. Pero eso no puede revertir su papel de socio en un Gobierno estatal que ha incumplido todo su programa de pe a pa, y la ausencia de cualquier tipo de impulso movilizador por su parte en los barrios madrileños. Los diputados autonómicos de Podemos han estado centrados en dar discursos en la Asamblea pero muy ausentes de las luchas sociales.
Y mucho daño a la formación morada hizo el mensaje que lanzó Pablo Iglesias cuando perdió las elecciones en 2021 frente a Ayuso. Después de predicar que era el momento de combatir al fascismo, en la circunstancia más crítica y más necesaria para agrupar fuerzas y dar de verdad la batalla, abandonó a miles de activistas y luchadores para refugiarse en la tertulia y el discurso mediático. Una erosión letal de su credibilidad.
Podemos pierde 102.179 votos en la CAM. Un batacazo que se repite distrito por distrito y pueblo a pueblo en todo el cinturón rojo de Madrid. Ocho años después de que Manuela Carmena ganase la alcaldía de Madrid en una victoria histórica, y que echase ese triunfo al cubo de la basura tras una gestión mediocre y continuista, la fuerza nacida del 15M desaparece del Parlamento municipal y autonómico.
Sacar las lecciones y construir la Izquierda Revolucionaria que necesitamos
Es cierto, los barrios obreros no se han movilizado masivamente para votar a la izquierda institucional en estas elecciones. Pero ¿de quién es la responsabilidad? ¿De la gente que no se entera? ¡Por favor!
La clase trabajadora madrileña ha sufrido de una forma extraordinaria en los últimos años y por esa razón se ha levantado con una fuerza y una masividad tremenda en los últimos meses. Las movilizaciones por la sanidad pública fueron históricas en mayúsculas. El odio a Ayuso y todo lo que representa a la derecha es evidente, y por eso es tremendamente injusto tener que escuchar a los dirigentes de la izquierda parlamentaria culpar a la gente de sus malos resultados.
Y esto es aún más sangrante porque las condiciones para echar a Ayuso estaban avanzando enormemente, con la huelga indefinida de atención primaria y las movilizaciones sanitarias crecientes. Pero estos mismos dirigentes, ayudados por los de CCOO y UGT, renunciaron a dar una lucha decidida para ganar esta batalla, a ampliar la lucha a todos los servicios públicos y paralizar Madrid en una gran huelga general. Renunciaron a continuar el combate en la calle hasta hacer caer a Ayuso. Una vez más lo volcaron todo al terreno de las elecciones y los parlamentos, mientras paralizaban en la práctica las movilizaciones de masas.
El resultado de estas elecciones es el precio a pagar por esta política tan nefasta para la clase trabajadora. Es necesario que tomemos muy buena nota de lo que significa. Necesitamos una alternativa que no se arrugue ni abandone ante las dificultades, que no se mimetice con el enemigo ni le haga alabanzas cuando nos masacran con recortes y ataques; una izquierda revolucionaria que defienda en los hechos un programa socialista en favor del pueblo trabajador y la juventud, y que se construya como una fuerza de masas para llevarlo a cabo.
Es urgente que tomemos con las dos manos esta tarea.