Comienza un nuevo curso marcado a fuego por el genocidio contra el pueblo palestino y la farsa que todos los Gobiernos representan cada día. Lágrimas de cocodrilo, lamentos jesuíticos, resoluciones y gestos vacíos que no pueden disimular el generoso apoyo militar, económico y diplomático que Netanyahu y su régimen nazisionista reciben de EEUU y la UE para perpetrar esta masacre.
Esta es la realidad. Las palabras y los discursos no valen de nada cuando un pueblo está siendo asesinado ante los ojos del mundo. Tratamos con un holocausto de tal magnitud que solo los hechos y acciones, contundentes y radicales, valen para impedir que continúe.
Por eso, la actuación de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz solo se puede calificar de escandalosa y falsa. Vuestras decisiones prácticas contradicen completamente vuestras palabras y la pose indignada que adoptáis. Sí, seguís comerciando, seguís comprado armas y seguís manteniendo relaciones diplomáticas con un Estado terrorista que ha matado decenas de miles de niños y niñas. Seguís en el redil junto al imperialismo estadounidense y europeo, y por más que lo pretendáis maquillar lo que hacéis, y lo que no hacéis, lo están viendo millones de trabajadores y de jóvenes.
El genocidio sionista está golpeando la conciencia de la clase obrera como ningún otro acontecimiento. Y esto explica por qué el movimiento de solidaridad con el pueblo palestino se ha transformado en una colosal protesta política en los países imperialistas que son cómplices de Israel. Movilizaciones en las que participan cientos de miles, millones realmente, y que nace de la acción directa de activistas, colectivos y organizaciones que desde abajo se mueven independientemente y en muchas ocasiones contra las directrices de los aparatos sindicales y políticos de esa “izquierda” gubernamental tan hipócrita y fusionada con el sistema. La otra cara es la enorme represión policial y judicial contra los que alzamos nuestra voz, en Alemania, en Francia, en Italia, en Gran Bretaña y también en nuestro país.

Están jugando con fuego y se han quemado. ¿O acaso pensaban que podían ejecutar este asesinato en masa, sembrar una hambruna cruel, destruir el 90% de las casas e infraestructuras sanitarias y civiles de Gaza, matar a casi 300 periodistas y completar una limpieza étnica infame sin que tuviera consecuencias? El sionismo es la peste parda del siglo XXI y está muy bien acompañado por la extrema derecha y las burguesías occidentales. Conviene no olvidarlo.
¿Cómo frenar la ofensiva de la reacción?
En los momentos de escribir este editorial la tensión en el Estado español está escalando. Por un lado, la despedida de decenas de miles a la flotilla Global Sumud en Barcelona, Madrid, Sevilla, Málaga…, el gran boicot popular a la vuelta ciclista exigiendo la expulsión del equipo sionista que participa en ella, y que ha tenido un punto brillante en Bilbo y culminará seguramente con grandes protestas en Madrid; los encierros de docentes en el Círculo Bellas Artes de la capital, la huelga estudiantil organizada por el Sindicato de Estudiantes para el próximo 2 de octubre, y las grandes manifestaciones unitarias que tendrán lugar ese fin de semana, muestran que para luchar contra el sionismo —una pata fundamental del fascismo global— hay que hacerlo de manera contundente y radical.
Netanyahu es sostenido por la extrema derecha del planeta, desde Trump a Milei, desde Bolsonaro a Giorgia Meloni, pasando por Núñez Feijóo y Santiago Abascal. Si el Gobierno del PSOE y de Sumar quieren realmente frenar a la reacción, ¿por qué no rompe todo vínculo con Israel ya? ¿Por qué se resiste de esta manera cuando la presión de su base electoral es tan rotunda?

Esta pregunta tiene una respuesta clara: no rompen porque significaría enfrentarse con los amos imperialistas de Washington y Bruselas, desafiar los intereses de las grandes corporaciones, bancos y empresas armamentísticas que se están lucrando con el genocidio, y animar aún más a la movilización internacionalista. No hay día que los y las ministras de Sumar, y algunos del PSOE, no lamenten el genocidio, pero lo cierto es que siguen en sus sillones ministeriales aceptando servilmente las imposiciones de Trump y de la OTAN, aprobando los presupuestos militares más grandes de la historia, y llenando las arcas y los arsenales de Zelenski y su camarilla, entre otras muchas cosas.
Todos sabemos perfectamente que la ofensiva de la extrema derecha y la derecha extrema no va a parar, que Vox y el PP están completamente lanzados en una carrera para desgastar y tumbar a Pedro Sánchez utilizando sus numerosos puntos de apoyo en el aparato del Estado y los medios de comunicación. ¿Pero qué hace el Gobierno para combatir esta ofensiva? Recurrir a los mismos métodos que utiliza respecto al genocidio en Gaza: nada de políticas de izquierda consecuentes y audaces, sino palabrería y propaganda.
La demagogia racista, franquista, machista, antiobrera y sionista que vociferan los líderes del PP y de Vox no se desmontará con programas en la televisión pública. Para enfrentar a esta morralla clasista hay que llevar a cabo políticas reales en beneficio de la clase trabajadora, que acaben con las privatizaciones de la sanidad y la enseñanza pública, de la atención a la dependencia y de todos los servicios públicos; que renacionalicen los grandes monopolios de la energía, que resuelvan el problema de la vivienda de la única manera posible, ofreciendo dos millones de casas de titularidad pública con alquileres que no superen el 20% del SMI, mediante la expropiación de los pisos en manos de caseros rentistas, de fondos buitres y de bancos.
Si el Gobierno acometiera estas medidas contaría con el apoyo entusiasta de la mayoría de la población. Pero hacer esta política de izquierda, y no las mismas políticas neoliberales de siempre, implica entrar en colisión con los grandes poderes económicos que dirigen nuestras vidas. Y este Gobierno huye de eso.

Pedro Sánchez y Yolanda Díaz se rasgan las vestiduras por el discurso del odio de Vox. ¿Pero qué hacen para impedir que las bandas nazis campen a sus anchas en Torre Pacheco, agredan a menores no acompañados y a periodistas de izquierda? ¿Qué medidas toman para depurar de fascistas las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado? ¿Por qué no derogan la Ley Mordaza? ¿Por qué no indultan a los seis jóvenes antifascistas de Zaragoza o a las 6 sindicalistas de la Suiza? ¿Por qué?
No nos podemos llevar a engaño. Si las empresas del IBEX 35 se están forrando es porque la “paz social” y la desmovilización sindical facilita en extremo los bajos salarios y la precarización laboral. Lo mismo sucede con el racismo. Todo el día hablando de tolerancia y mestizaje, pero en la UE los representantes del PSOE votan a favor de las leyes racistas e islamófobas inspiradas por la extrema derecha y que han convertido las fronteras del viejo continente en un campo minado para asesinar a miles de inmigrantes.
No, no podemos esperar que este Gobierno haga un “giro social” ni rompa sus pactos con los capitalistas de dentro y de fuera. Tanto la resistencia que levantemos como las conquistas que logremos serán el fruto de la lucha colectiva y de nuestra conciencia de clase. Seguimos totalmente comprometidos, construyendo militancia y organización revolucionaria.