La reacción está envalentonada y ataca nuestros derechos democráticos. La izquierda tiene que responder

La reacción está envalentonada y ataca nuestros derechos democráticos.
La izquierda tiene que responder.

El secuestro del último número de El Jueves ha puesto encima de la mesa mucha de la hipocresía que caracteriza el régimen político del Estado español. La imagen de los príncipes caricaturizados practicando sexo ha sido caracterizada por el fiscal general del Estado de "infamante e injuriante".

Lo cierto es el juez Del Olmo se ha limitado a aplicar el punto 2 del Artículo 491 del Código Penal, donde se establece que "se impondrá la pena de multa de seis a veinticuatro meses al que utilizare la imagen del Rey o de cualquiera de sus ascendientes o descendientes, o de la Reina consorte o del consorte de la Reina, o del Regente o de algún miembro de la Regencia, o del Príncipe heredero, de cualquier forma que pueda dañar el prestigio de la Corona" Un artículo que demuestra que el Rey no es "el campechano bonachón que salvó la democracia el 23-F y que no tiene ningún poder efectivo" como tratan una y otra vez de engañarnos.

El Rey conserva importantes poderes. Es el comandante en jefe del ejército, tiene la potestad de sancionar las leyes y una brutal inmunidad judicial que le hace estar por encima de la ley. Es una figura intocable y si en la Constitución del 78 mantuvieron sus prerrogativas no era por "ser un símbolo de unidad" sino porque los herederos del franquismo y los defensores del capitalismo necesitaban un Rey con poderes para que los pudiera utilizar cuando fuera necesario para defender el sistema establecido.

Qué significó la Transición

La mal llamada "Transición" realmente fue una lucha revolucionaria contra la dictadura franquista. La clase obrera y la juventud se levantó y luchó no sólo para conquistar los derechos democráticos básicos que Franco negaba, sino también porque aspiraban a un mundo mejor y a unas condiciones de vida dignas. Realmente los 70 fue un período en el que se cuestionó el propio sistema capitalista y sólo la actitud pactista de los dirigentes del PCE, PSOE, CCOO y UGT con el viejo régimen impidió que se pudieran aprovechar esos años para transformar la sociedad. Estos dirigentes obreros llegaron a un acuerdo con los capitalistas y los representantes del franquismo para que, a cambio de reconocer algunas libertades democráticas, no cambiara nada de lo sustancial del sistema político y social del Estado español.

Muchos políticos franquistas se hicieron "demócratas de toda la vida" de la noche a la mañana y tanto el aparato judicial como el militar quedaron indultados de todos los crímenes cometidos durante 40 años de dictadura. El aparato del Estado continúa siendo el mismo heredero del franquismo (véase casos como los GAL, la represión sistemática en las movilizaciones obreras, la trayectoria de muchos políticos del PP). Como parte de ese aparato del Estado, los jueces no son ni independientes ni objetivos. La "justicia" no deja de ser otro instrumento más de dominio de la sociedad capitalista, defensora de la propiedad privada y de los privilegiados. A los capitalistas no les preocupa conceder algunas libertades democráticas, siempre que puedan seguir teniendo en sus manos el control de las palancas fundamentales de la sociedad. Aunque votamos cada cuatro años los verdaderos amos son los consejos de administración de las grandes empresas y bancos.

Nuestras conquistas están en peligro

Pero incluso los derechos democráticos que conquistamos en los 70 hoy en día están en peligro. Las magnificas luchas que provocaron la caída del PP en el 2004 no sólo eran producto del odio a la derecha de la mayoría de la clase obrera y la juventud, sino que expresaban todo el descontento acumulado contra un sistema social que nos impide tener unas condiciones de vida dignas. Años y años de retrocesos salariales, de deterioro de la situación laboral, aumento de la precariedad, falta de expectativas de futuro se canalizaron a través de las luchas contra la guerra imperialista, el desastre del Prestige y la movilización contra la manipulación de los atentados del 11-M.

No es casualidad que desde entonces la reacción esté histérica y haya tomado las calles una y otra vez. Acebes, Rajoy y Esperanza Aguirre reflejan precisamente el odio de la derecha a los jóvenes y trabajadores, su desprecio de clase, el miedo que nos tienen y la situación de enorme polarización política que desde entonces se vive en el Estado español. Nuestras movilizaciones asustaron a los fachas. Les hizo entender que se tienen que preparar para un futuro de contestación social porque saben que la política económica que necesitan seguir aplicando para incrementar los beneficios de los capitalistas seguirá incrementando el descontento de la clase obrera y la falta de expectativas de futuro: se preparan grandes movilizaciones y luchas y por eso la clase dominante se prepara aumentando la represión.

Casos como los de los sindicalistas asturianos Cándido y Morala dirigentes de la emblemática Naval Gijón, arrestados acusados injustamente de romper una farola, o acontecimientos como los de Alcorcón de febrero o la represión en la plaza del 2 de Mayo en abril son más ejemplos de lo mismo. Así mientras que el delegado del gobierno permitía el pasado 18 de julio celebrar una manifestación de fascistas honrando el golpe de estado del 36, la independiente justicia secuestraba la portada de una revista crítica con el sistema. Atacan a El Jueves pero la COPE o Telemadrid pueden seguir divulgando sus barbaridades fascistas.

La única salida: la lucha de la izquierda

Ante todos estos acontecimientos los dirigentes del PSOE, IU, CCOO y UGT no sólo se han mantenido de brazos cruzados ante las provocaciones de la derecha, del PP o de la Jerarquía eclesiástica, sino que en su política cotidiana han cedido a la presión reaccionaria aceptando muchos de sus planteamientos. Así, desde el gobierno se han incrementado los privilegios de la Iglesia, se han ahondado en los recortes de los derechos democráticos exigidos por la derecha: ilegalización de manifestaciones de la izquierda, entre otras las del Sindicato de Estudiantes de Barcelona del 26 de octubre del 2006 o de Alcorcón del 25 de enero, despliegue de la policía en los institutos, represión en las manifestaciones de la vivienda, etc.

La izquierda socialdemócrata acepta y acata todos los pilares del orden capitalista porque piensan que el capitalismo es el único sistema posible. Organizaciones que nacieron para defender a la clase obrera y luchar por la transformación de la sociedad hoy se encuentran dirigidas por individuos que no confían en los trabajadores, así que se entregan a los brazos de la reacción. Desde la Corriente Marxista El Militante y el Sindicato de Estudiantes pensamos que otro mundo sí es posible: el socialismo, es decir poner en manos de la inmensa mayoría de la sociedad los recursos que la clase obrera crea. Vivimos en un sistema injusto dominado por un puñado de grandes capitalistas que lo único que hacen es enriquecerse a nuestra costa. Una genuina libertad y democracia sólo se puede conseguir acabando con los poderes capitalistas, los únicos interesados en mantener la situación actual.

Todo lo que en el pasado conquistamos está una y otra vez en peligro. Nadie nos ha regalado nada. Sólo confiando en nuestras propias fuerzas, la fuerza de la clase obrera y la juventud, podremos defender los derechos democráticos y aspirar a un mundo digno. Por eso, la tarea hoy de todos los que somos de izquierdas y revolucionarios es organizarnos y luchar.

Lo llaman democracia y no lo es
Defendamos nuestros derechos democráticos: ¡Basta de represión!
Otro mundo es posible con el socialismo

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