Los pasados días 19,20 y 21 de diciembre, los 67.000 trabajadores de Correos fuimos llamados a la huelga general por UGT y el Sindicato Libre. Los puntos de la plataforma reivindicativa en su mayoría eran justos y necesarios para un colectivo que ha perdido en los últimos 25 años un poder adquisitivo de 400 euros (un cartero cobra 850 euros) y que de manera traumática y progresiva ve como se recortan sus derechos y condiciones laborales como consecuencia del proceso privatizador que estamos padeciendo desde 1998 con la aprobación de la Ley Postal.

 

Los pasados días 19,20 y 21 de diciembre, los 67.000 trabajadores de Correos fuimos llamados a la huelga general por UGT y el Sindicato Libre. Los puntos de la plataforma reivindicativa en su mayoría eran justos y necesarios para un colectivo que ha perdido en los últimos 25 años un poder adquisitivo de 400 euros (un cartero cobra 850 euros) y que de manera traumática y progresiva ve como se recortan sus derechos y condiciones laborales como consecuencia del proceso privatizador que estamos padeciendo desde 1998 con la aprobación de la Ley Postal.

Los datos de la movilización oscilaron entre el irrisorio 3,5% facilitado por la empresa y el 70-80% de la UGT. Asimismo el paro ha ido acompañado de concentraciones en las principales ciudades del estado.

Al margen del desigual seguimiento por localidades y centros de trabajo, el sentir general de los trabajadores es el de haber utilizado indebidamente la herramienta de lucha más poderosa que tenemos como clase: la huelga general; desgastando a los trabajadores más conscientes y creando más dudas en los más reacios.

Y es que esta huelga ha sido convocada sin ningún tipo de seriedad. En plena campaña de Navidad, con sólo quince días de antelación, sin asambleas en los centros de trabajo

Las visitas de los delegados sindicales a los centros de trabajo parecían conseguir más un efecto desmovilizador que su contrario; en varias oficinas y sucursales el delegado de la UGT no se cansó de recalcar el derecho legítimo de cada trabajador a no secundar la huelga. Por otro lado los piquetes informativos brillaron por su ausencia. El resultado de todo esto se hizo evidente en las concentraciones, seguidas por escasísimos compañeros.

Así lo único que se consigue es mostrar debilidad ante el patrón. Para arrancar concesiones a la empresa hace falta una movilización  seria y unificada, convocada con la suficiente anticipación y con los sindicatos y organizaciones de clase decididos a llegar hasta el final; con una campaña de información y agitación y con asambleas en todos los centros de trabajo. El problema no está en los trabajadores de Correos como se nos quiere hacer creer, a nosotros nos sobran los motivos para ir a la lucha:

  • la progresiva desvinculación de Correos del estado y de sus trabajadores y trabajadoras de la normativa de la función pública.
  • las pérdidas continuadas de poder adquisitivo, los incrementos inferiores a los del resto del sector público y la conversión del salario fijo en salario variable( si nos ponemos enfermos nos quitan dinero a través del complemento de productividad).
  • los recortes de plantilla y la falta de contratación, lo que incide en la acumulación del trabajo y en retrasos de días e incluso de semanas en la entrega de la correspondencia.
  • el aumento de la presión y prepotencia de las jefaturas y de la aplicación arbitraria de medidas disciplinarias para paliar las deficiencias de plantilla.
  • los recortes y denegación de derechos consolidados
  • la aplicación de la movilidad  y la polivalencia absolutas

El problema está en la ineptitud de nuestros dirigentes sindicales que no aplican políticas que defiendan nuestros intereses. Es escandaloso que las cúpulas de CCOO y UGT acepten la privatización de un servicio público como Correos como algo irremediable, ¿qué política de clase es esta?, la lucha no pasa por reconducir el proceso privatizador sino por oponerse frontalmente a él; no se pueden limitar a negociar los plazos y las formas. Todos los sindicatos de clase tienen el deber de luchar contra la privatización. Para la clase trabajadora este vocablo sólo tiene una traducción, destrucción y precarización del empleo (CCOO ya ha dicho que sobramos 20000 trabajadores, ¿a qué estamos esperando?)

¿Por qué Correos va a ser distinto a las otras grandes empresas públicas vendidas de manera vergonzosa al capital privado? La realidad es muy tozuda, hagamos memoria:

Telefónica. En 1994 se aprueba su segregación en varias empresas, en 1997 se produce la privatización total; en doce años Telefónica pasó de 80000 trabajadores, todos fijos, a 25.000. Las empresas más precarias del grupo, como Atento; pasan en sólo cinco años de 300 trabajadores a 8.000, con una eventualidad del 98% y la tercera parte del sueldo de un trabajador de Telefónica de la misma actividad.

Iberia. Privatizada totalmente en 2001; pocos meses después de su salida a bolsa se firma un Expediente de Regulación de Empleo que afecta a 2.516 trabajadores de aire y tierra, un 8.6% de la plantilla. En total se han destruido unos 4.000 puestos de trabajo.

Renfe. Preparando la privatización definitiva se dividió en dos empresas, ADIF que gestiona las vías y estaciones y RENFE Operadora que transporta viajeros y mercancías. Al mismo tiempo han ido creando empresas de capital mixto para gestionar diferentes servicios empeorando las condiciones de trabajo al quedar fuera del convenio de RENFE y utilizando contratos precarios. En los últimos diez años se han destruido 10000 puestos de trabajo, una cuarta parte de la plantilla

Tabacalera. En los años previos a la privatización y posterior fusión con SEITA para crear ALTADIS se destruyeron más de 2.000 empleos, un 27% de la plantilla

RTVE. El último ERE destruye 3.000 puestos de trabajo.

Enseñanza. Cesión de suelo público a empresas privadas, no creación de escuelas públicas obligando a los hijos de los trabajadores a acudir a la privada; aumento de conciertos renunciando a crear una red pública suficiente.

Correos evidentemente no va a ser una excepción; apoyándose en la Ley Postal de 1998 que infligió una severa derrota a los trabajadores, la empresa camina con paso firme y seguro hacia la liberalización total del sector postal en 2011.Lo que nos prometen con la privatización  va por un lado: mayor eficiencia, calidad y precios más bajos; por otro lado lo que realmente nos dan:

Un servicio más caro; todos los servicios analizados subieron muy por encima del IPC

Cierre de oficinas "no rentables". Se abre una brecha entre el mundo rural y el urbano: han desaparecido un tercio de oficinas auxiliares; el número de habitantes por punto de atención aumentó un 20%

Los trabajadores de Correos cada vez atendemos a una mayor población; la proporción trabajador/habitante ha aumentado un 10% pasando de 613 hab/trab en 1997 a 673 en 2005

Tanto el informe encargado por el Ministerio de Fomento a la consultora Deloite como el que encargó la Comisión Europea a Pricewaterhouse Coopers dejan a Correos en los últimos lugares en cuanto al plazo medio de entrega

Según estudio realizado por CGT en Madrid, solamente el 27% de secciones de reparto se reparten a diario. Recordemos que la Ley Postal obliga a una entrega en la dirección postal de cada persona física o jurídica, todos los días laborables y como mínimo, cinco días a la semana (Art 17.2. Ley 24/1998)

Con el Real Decreto de acceso a la red postal que desarrolla el art 23.5 de la Ley Postal se permite a los operadores privados utilizar la red de Correos para hacer negocio

¿Hasta cuándo tendremos que seguir asistiendo a esta rapiña del capital privado sobre las empresas estatales? Les vendemos nuestro patrimonio a los ricos, se llenan los bolsillos y nos ofrecen precarización laboral y servicios deficientes y caros.

¿Hasta cuándo los dirigentes de los partidos de izquierda van a seguir gobernando para los empresarios con la complicidad de los dirigentes sindicales?

El servicio postal es un derecho fundamental de los trabajadores y al igual que la educación y la sanidad no puede regirse por criterios económicos sino por criterios de calidad. El objetivo del capital es que tengamos que pagar por recibir cartas en el buzón de nuestras casas; cartas que llevará un cartero probablemente subcontratado y en pésimas condiciones laborales.

Nuestros actuales dirigentes sindicales no creen posible evitar el ataque que significa la privatización de la empresa y la liberalización del sector postal; en el mejor de los casos su máxima aspiración es suavizarlo. Dan por buenos los argumentos de la patronal y del gobierno, están resignados.  Pero precisamente si el movimiento obrero avanzó históricamente fue por no resignarse, por no aceptar que las cosas tengan que ser como son en un momento dado. A los trabajadores nunca nos han regalado nada, los avances se consiguen con la organización y la lucha.

Exigimos a nuestras centrales una política sindical que defienda intransigentemente nuestros intereses, que considere que la negociación sólo tiene sentido cuando se apoya en la movilización, que fomente la participación de los trabajadores en la toma de decisiones a través de las asambleas, que favorezca la unidad de acción sindical y que eleve el nivel de conciencia de los trabajadores. ¡Basta ya de gestorías laborales!

A los trabajadores de Correos nos esperan años duros de ataques por parte del patrón; este ya empieza con una subida salarial del 2% frente a la del IPC que ya va por el 3.7%; es decir cada vez más pobres y sin cláusula de revisión salarial. Esperamos ansiosamente las movilizaciones prometidas por CCOO; exigimos como afiliados que tengan seriedad y cuenten con la participación de los trabajadores; asimismo exigimos al resto de organizaciones de clase unidad para luchar. Mientras el tiempo pasa nos están vendiendo la empresa, nuestro pan y el de nuestros hijos.

¡No a la privatización de Correos!

¡Por un servicio público y de calidad!

¡Por un sindicalismo combativo, de clase y democrático!

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