Los incendios forestales en el Estado español han batido este verano un nuevo récord de devastación. La superficie calcinada en lo que llevamos de 2022 —casi 300.000 hectáreas— supera el total de los últimos cuatro años. Pero lo más grave es que esta ola de incendios extremos no es un hecho aislado o una desgraciada casualidad. Es una más de las terribles consecuencias del cambio climático que avanza aceleradamente ante la completa pasividad de los gobiernos y de los grandes poderes económicos de todo el mundo.
Olas de calor sin precedentes, que solo en el Estado español han provocado oficialmente 2.200 muertes; la peor sequía en Europa en 500 años; ríos que se secan y embalses en mínimos debido a la una agricultura intensiva que llena los bolsillos de los monopolios agroalimentarios; calentamiento de la temperatura del ártico y los océanos, que ha alcanzado niveles nunca antes registrados en el mar Mediterráneo; desforestación acelerada y destrucción de la biodiversidad para mayor beneficio de las grandes empresas y los fondos de inversión.
Las consecuencias catastróficas del cambio climático provocadas por el sistema capitalista y el ansia de beneficios de la burguesía internacional, de seguir así, hundirán a una gran parte de la población mundial en el hambre y el empobrecimiento.
Todos y todas a la huelga estudiantil el 23 de septiembre ¡No nos resignamos!
La destrucción sistemática del medio ambiente tiene responsables claros: 20 empresas de combustibles fósiles generan un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero a escala mundial, y 100 multinacionales emiten el 80% del CO2, pero eso no ha impedido que durante los últimos años hayamos asistido a un espectáculo obsceno.
Las petroleras, las eléctricas, las empresas mineras, y los Gobiernos a su servicio, han querido convencernos de que existe un “capitalismo verde” y que su norma suprema sería el máximo respeto al medio ambiente. Una completa farsa que contó con la complicidad de los organismos internacionales que en las cumbres climáticas lanzaban grandilocuentes declaraciones, mientras permitían a las grandes corporaciones capitalistas seguir arrasando impunemente nuestro planeta.
Ahora, en el contexto de la lucha entre los grandes bloques imperialistas mundiales, en el que se enmarca la guerra de Ucrania y la inminente recesión económica, la crisis climática ha pasado a un segundo plano. La prioridad absoluta de los Gobiernos es asegurar los máximos beneficios a sus propios capitalistas. Nunca antes se había manifestado tan claramente el carácter irracional del sistema, que no se detiene ni ante la propia destrucción del entorno que hace posible la vida en la Tierra.
La situación ha llegado a un punto límite. Por eso, desde el Sindicato de Estudiantes convocamos a toda la juventud a la huelga estudiantil climática global del próximo viernes 23 de septiembre y llamamos a vaciar las aulas y llenar las calles en las manifestaciones que celebraremos a las 12 h en todos los territorios del Estado español. Ese día volverá a ser una jornada de lucha impresionante, con millones de jóvenes movilizados en todo el mundo.
Solo acabando con el caos que genera el capitalismo y aplicando políticas sociales realistas, que deben pasar por la nacionalización de la banca y las grandes multinacionales de la energía bajo el control democrático de la población, la actividad productiva se podrá planificar de manera respetuosa con el medio ambiente. La economía se librará de tener como único fin el máximo beneficio para una minoría de magnates, y se podrán resolver las necesidades sociales acuciantes, garantizando la sanidad y la educación pública, la vivienda asequible y digna para todas y todos, el empleo sin precariedad ni salarios de miseria. Solo con la transformación socialista de la sociedad lograremos preservar nuestro planeta de una destrucción segura y conseguiremos la justicia social y climática.