Hay que unificar las luchas y exigir la nacionalización bajo control obrero de las empresas afectadas
Este pasado 10 de junio el SASEC (Servicio Asturiano de Solución Extrajudicial de Conflictos) notificaba la resolución arbitral sobre el ERTE presentado por Arcelor para la totalidad de sus plantillas asturianas. El laudo, que es vinculante y tendrá la eficacia de un convenio colectivo, plantea una vigencia para el ERTE hasta el 31 de diciembre con un complemento para los trabajadores del 75% del salario bruto y el total de pagas extras y vacaciones.
La decisión es exactamente igual a la última propuesta realizada por la empresa, con un notable empeoramiento; la exigencia de no poder convocar huelgas durante su vigencia. Tan solo la CSI (Corriente Sindical de Izquierdas) se ha desmarcado de este arbitraje siendo aceptado por CCOO, UGT y USO, que previamente habían desconvocado el calendario de paros a la espera de la decisión administrativa.
La cuestión es que a día de hoy, no existe un plan de lucha encima de la mesa para frenar este nuevo ataque, y la multinacional, en una clara demostración de que la debilidad invita a la agresión ha tardado tan solo unos días en desvincularse del compromiso de realizar las inversiones prometidas.
La perspectiva de más ERTE y cierre de empresas es un hecho. La experiencia de los últimos años, con conflictos como el de Alcoa, o la más reciente, con la lucha contra los despidos en la terminal granelera pública Ebhi en Gijón, contienen lecciones sobre cómo afrontar todos estos ataques. Es necesario levantar un gran movimiento que unifique las luchas y plantee un plan de movilizaciones contundente. Hay que romper con la táctica de la paz social de las direcciones sindicales de CCOO y UGT armados con la consigna de ni ERTE ni despidos, contra los ataques a la clase trabajadora y por la nacionalización bajo control obrero de todas las empresas que pretenden cerrar o destruir empleo.
Las lecciones de la lucha de Alcoa; la nacionalización es la única solución
Arcelor, que viene de conseguir beneficios récord (“El gigante siderúrgico cerró 2018 con un beneficio neto de 5149 millones de dólares [4531 millones de euros], cifra que supone un incremento del 12,7% respecto al ejercicio anterior” [Expansión 7/2/2019]) practica la misma política industrial de rapiña que Alcoa, multinacional del aluminio que compró a precio de saldo la pública Inespal, que se lucró de las subvenciones públicas, que no invirtió ni un solo euro en modernizar las factorías para acabar vendiéndola a un fondo de inversión (Parter Capital) que a su vez pretende vender la actual Alu Ibérica a un grupo especialista en liquidar empresas (Grupo Riesgo).
La lamentable situación en la que se encuentran las factorías de Alu Ibérica en Avilés y la de Alcoa en San Cibrao son un claro ejemplo de las desastrosas consecuencias de la táctica sindical llevada a cabo por CCOO y UGT a lo largo de estos años. Mientras la empresa practicaba el chantaje con las tasas medioambientales y la tarifa eléctrica, las direcciones sindicales en vez de plantear un plan de lucha contundente frente a la agresión patronal exigiendo la nacionalización de la misma, se sumaron al coro de la empresa planteando como solución la rebaja en el precio de la luz.
Tras el desastre de esta táctica sindical, ahora el planteamiento por parte de ambos comités de empresa, en San Cibrao y Avilés, es buscar un nuevo inversor y, a falta del mismo, la “intervención estatal”, es decir, la vieja receta de sanear una empresa con dinero público para luego venderla a otros especuladores que también se seguirán financiando a través de dinero público, mientras tanto en Avilés la empresa ya está sacando el material de la factoría.
El nuevo ERTE de Arcelor es, sin lugar a duda, el principio de una serie de ataques mucho más profundos. Los conflictos de Nissan y Alcoa marcan el escenario que se abre para la clase obrera y Arcelor no va a ser ninguna excepción (esta multinacional acaba de anunciar el despido en su factoría italiana de Ilva de 3000 trabajadores).
La industria asturiana se encuentra en una situación límite, a las puertas de una reconversión industrial que se presenta como definitiva. La producción industrial se ha desplomado en abril un 35% respecto al mismo mes del año pasado.
Levantar un gran movimiento para frenar los ataques unificando las luchas
Las consecuencias de los ataques producidos en el sector automovilístico han sido inmediatas. El 25% de la producción de Arcelor en Asturias depende de esta industria; Saint Gobain en Avilés, suministradora de componentes y materia prima, ya ha presentado dos ERTE para 470 trabajadores, Vauste en Gijón, que suministra amortiguadores acaba de plantear entre 40 y 60 despidos y una reducción del 20% del sueldo de su plantilla. En la actual coyuntura de crisis de sobreproducción mundial los capitalistas van a continuar destruyendo fuerzas productivas, provocando cierres, despidos y devaluación de salarios.
La reciente experiencia de lucha contra los siete despidos en la terminal granelera, pública, Ebhi Gijón, es elocuente. Tras 37 jornadas de huelga de hambre por parte de varios trabajadores, manifestaciones y diversas acciones de solidaridad, el Gobierno del Principado (PSOE) no ha dado marcha atrás en los despidos ni tampoco en el ERTE que ya están aplicando. Si algo ha quedado claro en esta pelea es, en primer lugar, la gran solidaridad que ha suscitado desde el principio entre la clase obrera a pesar de tratarse de una plantilla que no llega a los 150 trabajadores.
Y por otra que para enfrentar estos ataques colosales no es suficiente con dar la batalla empresa a empresa, máxime cuando la motivación de la patronal para acometerlos es la misma, en este caso el descenso de la producción en Arcelor fruto de la crisis. Por eso es imprescindible para vencer unificar las luchas de todas las empresas afectadas contra los ERTE, empezando por la de Arcelor y todas las auxiliares, los despidos, las bajadas salariales y todo el catálogo de ataques y chantajes a la clase trabajadora, y convertir esa gran solidaridad que el combate de Ebhi ha sacado a la luz, en una fuerza real de oposición a los ERTE y los cierres en las calles.
Al igual que en el caso de Arcelor, se ha evidenciado a quién benefician los arbitrajes administrativos y la “intervención” de los distintos Gobiernos: a los empresarios. También lo lejos que está dispuesto a llegar el Gobierno del PSOE en su compromiso con la gestión del sistema, pues en el conflicto de Ebhi el objetivo de fondo está claro, acabar con la única estiba pública que queda y con las actuales condiciones de sus trabajadores para empeorarlas y destruir esa referencia.
Oponerse a los ataques no es suficiente, hay que acompañar esta oposición de un plan de movilización que rompa con la parálisis que las direcciones sindicales de UGT y CCOO están imponiendo, basándose para ello en la fuerza de todas las plantillas, llamando claramente a la ocupación de las factorías amenazadas de cierre para que no se lleven la maquinaria como está ocurriendo en Alu Ibérica y promoviendo la convocatoria de paros y preparar una huelga general en todo el sector de la industria, empezando por Arcelor y todas las auxiliares, con el objetivo de exigir al Gobierno del PSOE-UP y a las administraciones regionales la nacionalización inmediata de las empresas bajo control obrero con un plan de inversiones para recuperar la producción y mantener todos los puestos de trabajo.
Han sido años y años regalando dinero público a multinacionales que no han cumplido las inversiones prometidas y se han dedicado únicamente a reducir la capacidad productiva del tejido industrial. El problema de fondo es que los sectores estratégicos de la economía están en manos privadas y eso es lo que tenemos que cambiar, retomando los métodos clásicos de lucha obrera para que los trabajadores no volvamos a pagar las crisis que ellos provocan.