A finales de octubre tuvo lugar el XII Congreso Confederal de CCOO con la reelección de Unai Sordo como secretario general con el 93’7% de los votos emitidos por los 758 delegados y delegadas. Según el comunicado oficial, este apoyo refleja la “unidad y cohesión” del sindicato, que dicen sale fortalecido de este congreso bajo el lema de “Continuidad y Renovación”.

La realidad tiene poco que ver con este retrato idealizado del proceso congresual y del estado actual del sindicato donde la participación democrática brilla por su ausencia. Las asambleas precongresuales se han caracterizado por la inexistente intervención de la afiliación de base y por la falta de debate interno. Un sistema controlado desde arriba, donde todo se reduce a rellenar las actas con los nombres de los compromisarios que conformarán el nivel superior de la asamblea.

Al servicio de la política de “unidad nacional”

El resultado de estos métodos burocráticos no es otro que una convención confederal compuesta en su mayoría por cargos que ya ocupan posiciones dentro del aparato del sindicato (puestos a los que se agarran con uñas y dientes), que llevan años emancipados del mundo del trabajo, y por delegados de los grandes centros industriales y empresariales y de la administración pública, con convenios muy por encima de la media de los trabajadores.

Una “aristocracia obrera” muy alejada de la realidad que viven los afiliados de base, que no representa los intereses del conjunto de la clase trabajadora, y donde los sectores más oprimidos y precarizados del mercado laboral, empezando por la juventud, no tienen cabida.

La voz de las empleadas de hogar, las kellys, los jornaleros e inmigrantes casi esclavizados, de los millones de jóvenes explotados en la hostelería... ha estado totalmente ausente de este acto.
Tampoco ha habido ninguna mención a la pérdida del acta de diputado del ya exmilitante de Podemos Alberto Rodríguez. Este gravísimo ataque a los derechos democráticos, que ha coincidido con la celebración del congreso, no ha merecido la más mínima crítica contra el aparato judicial franquista, ni hacia el PSOE.

El objetivo del congreso era otro muy distinto. Se trataba de apuntalar la política de “unidad nacional” y reafirmar la complicidad de la cúpula de CCOO con la patronal y la política de un Gobierno de coalición que en lo fundamental está aplicando la agenda dictada por los capitalistas.

De esta forma entre los invitados ha habido una amplia representación del Gobierno, desde el saludo telemático de Pedro Sánchez, hasta las ministras de Economía, Nadia Calviño, y Trabajo, Yolanda Díaz, junto al presidente de la CEOE, Antonio Garamendi. Todo en un ambiente de cordialidad y espíritu de colaboración.

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El congreso transcurrió en un ambiente de cordialidad y espíritu de colaboración entre los dirigentes de CCOO, el Gobierno y la CEOE

Recuperar las Comisiones combativas y democráticas

Las resoluciones del congreso no se han movido un centímetro de la nefasta política sindical centrada en la concertación y el diálogo. El saldo de esta estrategia conciliadora lo conocemos: más precariedad y un constante empeoramiento de las condiciones laborales.

De esta misma forma se está abordando la supuesta “derogación” de la reforma laboral. Dicen pretender acabar con la contrarreforma del PP por consenso, planteando con la boca pequeña que si no se avanza comenzarán con las movilizaciones.

Las Comisiones Obreras que fundaron miles de trabajadores sacrificados y combativos para luchar contra la represión, bajos salarios y miseria generalizada es el modelo que tenemos que recuperar los afiliados y afiliadas de CCOO. El problema no es la falta de disposición a la lucha de los trabajadores, sino el papel de unos dirigentes que han abandonado el sindicalismo combativo y se aferran a otro de gestión, impotente ante los ataques empresariales.

Es necesario romper con los pactos y colaboración con la patronal y levantar una alternativa de lucha enarbolando la bandera del sindicalismo combativo, asambleario y revolucionario, cuestionando la lógica capitalista, llegando a los sectores más oprimidos de nuestra clase y a aquellos que hoy dan la espalda a un sindicato aburguesado. Necesitamos un sindicato que defienda sus derechos de forma consecuente y que se enfrente con decisión a la actitud depredadora de la patronal.

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