¡No a reforma laboral! ¡En defensa de los empleos y los salarios!
¡En defensa de la sanidad, la enseñanza pública y las pensiones! ¡Por la huelga general!
La mayor crisis de la economía capitalista desde la II Guerra Mundial se extiende por todo el mundo desde hace casi dos años, cerrando miles de fábricas y empresas, destruyendo millones de puestos de trabajo, y acelerando la degradación de las condiciones de vida de la mayoría de la población.
En este tiempo, los gobiernos de los principales países capitalistas han desembolsado cerca de 4 billones de dólares del erario público que han dedicado, en lo esencial, a salvar a la gran banca y garantizar los beneficios de los capitalistas.
En definitiva, hemos asistido a una gigantesca operación de nacionalización de las pérdidas y privatización de las ganancias.
DESEMPLEO MASIVO EN EL ESTADO ESPAÑOL
En el caso del Estado español, la crisis económica ha tenido un efecto devastador. Según la EPA del segundo trimestre de 2009, la cifra de parados alcanza los 4.137.500 de personas (doblando la tasa de desempleo de la zona euro). El paro juvenil entre los 16 y los 25 años ronda el 38%, mientras el de larga duración afecta a 1.217.300 personas. Debido al chantaje empresarial y la amenaza de despido, los salarios reales están siendo atacados en todos los sectores.
Desde el gobierno del PSOE se escucha todos los días que no van a consentir que la crisis la paguen los trabajadores, los más débiles. Sin embargo, de todas las decisiones adoptadas por el PSOE para "salir de la crisis", la más importante, por su cuantía, ha sido los 150.000 millones de euros (más del 15% del PIB del Estado español) de dinero público destinados al salvamento de la gran banca. Esta escandalosa cifra contrasta con los 8.000 millones de euros que el gobierno ha concedido a los ayuntamientos (el famoso Plan E), y con el que oficialmente crearon 400.000 empleos de una duración media de... tres meses.
Mientras el gobierno del PSOE, que fue aupado con los votos de millones de trabajadores y jóvenes, acepte la lógica del capitalismo, todos sus intentos de aprobar reformas progresistas se estrellarán contra las presiones brutales de la burguesía, la banca y la patronal. Este fue el caso cuando Zapatero amagó con una subida de impuestos a las rentas más altas, y finalmente aprobó un incremento del IVA, perjudicando a las familias trabajadoras. El gobierno presenta unos presupuestos generales en los que congela los salarios a los funcionarios y recorta los gastos sociales en educación, sanidad y vivienda, pero no duda en dedicar más de 20.000 millones de euros de estos mismos presupuestos a pagar intereses a la banca privada por la deuda pública, y miles más a rebajas fiscales a los empresarios.
LAS CONCESIONES NO FRENAN A LA PATRONAL
Tras dos años de pesadilla, ahora asistimos a una campaña de propaganda en la que se afirma día tras día que ya se vislumbra la "recuperación" económica, que hay brotes verdes.
Al calor de esta campaña se pretende crear una atmósfera favorable para justificar los ataques a los trabajadores como un mal necesario e inevitable, mientras la derecha y la patronal exigen planes draconianos de "austeridad" y claman por recortes salvajes del gasto social, de las prestaciones por desempleo, de las pensiones, la sanidad y la educación públicas.
Además, todos reconocen que cuando se dé la recuperación se mantendrán tasas de desempleo masivo.
Estamos pues ante un desafío histórico para los sindicatos de clase, especialmente CCOO y UGT como organizaciones mayoritarias de los trabajadores. Más que en ninguna otra circunstancia, los sindicatos de clase deben constituir una línea de defensa fundamental contra la destrucción de empleo y la caída de los salarios, y una garantía para la protección de los parados, y lograrlo sólo es posible apoyándose en la movilización masiva y unitaria de la clase obrera.
Sin embargo, desde que la crisis empezó, la estrategia de las direcciones sindicales ha sido errática y no ha servido para frenar la ofensiva patronal. Los dirigentes de CCOO y de UGT han respondido a la situación dramática que vivimos los trabajadores con continuos llamamientos al "diálogo social".
Pero el diálogo ha dado frutos muy escasos: se ha firmado un pacto con el Gobierno que congela los sueldos de los empleados públicos y en el sector privado se ha aceptado la línea del mal menor, aceptando EREs, reducción de plantillas y sacrificios salariales. Esta política de paz social, de pensar que todos estamos en el mismo barco, trabajadores y empresarios, de desmovilizar y aislar las luchas fábrica a fábrica, es la mejor manera de allanar el camino a las aspiraciones de la patronal. Ahora, la CEOE exige una nueva reforma laboral y el gobierno ha mostrado su comprensión. Insinuar, como han hecho los líderes sindicales, que no se descarta negociar con la CEOE esta demanda siempre y cuando la patronal se "comprometa" a desbloquear la negociación colectiva, es profundizar por un camino que sólo ha provocado retrocesos a los trabajadores.
FRENAR LA EMBESTIDA PATRONAL CON LA LUCHA Y LA HUELGA GENERAL
En estos largos meses de crisis hemos visto la disposición de miles de trabajadores a luchar con decisión en cientos de conflictos: lo hemos comprobado en la huelga general del 21 de mayo en Euskadi, en la huelga del metal de Pontevedra, en la movilización histórica en Zaragoza (más de 40.000 trabajadores), en la movilización de más de 20.000 trabajadores en Tortosa (Tarragona) contra el cierre de Lear, en la huelga victoriosa que ha recorrido la vega cordobesa del Guadalquivir... También en Valencia, el sábado 30 de octubre, cuando más de 50.000 personas se movilizaron contra el gobierno del PP.
En este ambiente de rabia y descontento, con una patronal desdeñosa y arrogante, los dirigentes de CCOO y UGT tienen una gran oportunidad para pasar a la ofensiva y cambiar la correlación de fuerzas. La movilización el 12 de diciembre en Madrid es un paso adelante muy importante y debe marcar un giro a la izquierda en la estrategia de los sindicatos.
Por eso, desde las direcciones de CCOO y UGT esta jornada de lucha debe ser planteada no como una válvula de escape del descontento existente; no como un aviso a la patronal para que desbloquee la negociación colectiva y que a cambio se negocie una nueva reforma laboral o se firme un acuerdo a tres años para congelar nuestros salarios. No, la movilización del 12 de diciembre debe ser utilizada para fortalecer la lucha unitaria y frenar a la patronal. Es necesario impulsar la movilización unificada del conjunto de los trabajadores, preparando una huelga general, no para derribar al gobierno del PSOE, sino para obligarlo a llevar a cabo medidas efectivas, reales y tangibles en beneficio de los trabajadores y sus familias:
- Por un subsidio de desempleo indefinido a todos los parados hasta encontrar un puesto de trabajo, igual a un SMI de 1.100 euros y la condonación de sus deudas hipotecarias. Jornada laboral de 35 horas semanales por ley, repartiendo el empleo existente entre todos los trabajadores sin reducción salarial. Jubilación a los 60 años con el 100% del salario y contratos de relevo.
- Los EREs no son la solución a los despidos. CCOO y UGT deben exigir la nacionalización de las empresas en crisis, sin indemnización y bajo el control de los trabajadores y sus organizaciones, para salvar todos los empleos.
- Oposición tajante a ninguna reforma laboral. Recuperación de la dignidad y la estabilidad en el empleo. No a las rebajas salariales, recuperación del poder adquisitivo.
- Asegurar el sistema público de pensiones. Parar todos los planes de privatización de los servicios públicos, aumentar el empleo y los recursos destinados a la sanidad y la educación públicas.
- Nacionalización de la banca, los monopolios y los latifundios, lo que permitiría poner en marcha grandes programas de inversión pública en infraestructuras, vivienda, educación y sanidad públicas.
Existe una alternativa a la crisis capitalista y otro modelo económico distinto al que ha causado este desastre, pero esa alternativa no es posible dentro del capitalismo. Una economía que cree empleo de calidad, que resuelva las necesidades de la mayoría sólo es posible con la planificación y el control democrático de los medios de producción por parte de los trabajadores, es decir, sentando las bases de una economía y una sociedad socialistas.
El sindicalismo de clase, al servicio de los intereses de los trabajadores, surgió comprendiendo que la causa de los problemas fundamentales que afrontamos se debe a la propia existencia del capitalismo. El sindicalismo sólo es realmente de clase cuando contribuye a elevar el nivel de conciencia, organización, unidad y lucha de los trabajadores, frente a su atomización y desmovilización. Este es el programa que necesitamos para recuperar e impulsar en nuestras organizaciones sindicales.
¡No a reforma laboral!
¡En defensa de los empleos y los salarios!
¡En defensa de la sanidad, la enseñanza pública y las pensiones!
¡Por la huelga general!
¡Trabajador, trabajadora, únete a la Corriente Marxista EL MILITANTE para defender este programa en nuestros sindicatos de clase, para fortalecerlos y convertirlos en la herramienta de lucha que necesitamos!