A principios de enero, el nuevo presidente de SEAT anunciaba 330 despidos, según él, de directivos de la empresa, motivados por "bajo rendimiento". Sin embargo, en cuanto comenzaron a llegar las cartas de despido los trabajadores se descubrió la verdad: se trataba de un ERE encubierto.

 

A principios de enero, el nuevo presidente de SEAT anunciaba 330 despidos, según él, de directivos de la empresa, motivados por "bajo rendimiento". Sin embargo, en cuanto comenzaron a llegar las cartas de despido los trabajadores se descubrió la verdad: se trataba de un ERE encubierto.

Ataque, huelga espontánea y mal acuerdo

Sólo uno de cada seis despedidos era un directivo: entre los afectados había jóvenes matriceros -que tendrán muy difícil encontrar un nuevo empleo cuando han sido despedidos por "bajo rendimiento"-, trabajadores premiados con recientes ascensos, trabajadores de SEAT Sport -campeones en 2009 por segundo año consecutivo del Campeonato Mundial de Turismos-, trabajadores de mantenimiento, un responsable del sistema informático que había tenido recientemente dos infartos... La desfachatez de la empresa no es nueva, a los trabajadores inmediatamente les recordó a cuando en 2005 y en pleno boom económico despidió a 660 trabajadores en plena Navidad.

La respuesta de los trabajadores indirectos fue inmediata y de manera espontánea se inició una huelga indefinida de este sector de la plantilla que prácticamente duró toda una semana. Demostrando una vez más la colosal fuerza de la clase obrera, en pocos días la huelga puso en graves apuros a la multinacional. Aunque la rama de producción no estaba afectada, no necesitó ponerse en huelga ya que sólo con el paro de los indirectos, tanto Zona Franca como Martorell dejaron de producir. Se sumó también la movilización de la filial de Seat, Gearbox -en movilización desde hace meses-, poniendo en grave peligro a las factorías del grupo Volkswagen en Alemania. Ante una movilización tan intensa, el  comité de empresa convocó huelga de los trabajadores indirectos para el lunes 25 de enero. Aunque la dirección de la empresa se negaba a negociar, la demostración de fuerza finalmente le obligó a sentarse en la mesa. En la noche del viernes se alcanzaba un preacuerdo entre empresa y sindicatos.

El preacuerdo supone la readmisión de los 20 trabajadores que se negaron a firmar la carta de despido, aunque estarán sujetos a un "proceso de evaluación" de seis meses, al cabo de los cuales la empresa "adoptará la decisión que proceda". Es decir, en seis meses podrían verse fuera de SEAT. Pero además, por un lado los dirigentes sindicales renuncian a reintegrar a los 120 trabajadores que la empresa había prejubilado, además de los trabajadores fuera de convenio (donde ciertamente se concentran los directivos afectados, aunque no sólo ellos). Todos los demás, podrán elegir entre percibir una indemnización de 60 días por año por no volver a la empresa, percibir una de 20 días por año durante un año y regresar a la empresa a partir de 2011 después de efectuar un curso de formación y una prueba de acceso, perdiendo la antigüedad, o recibir sólo 35 días de salario a cambio de no perder la antigüedad cuando sean readmitidos tras hacer el curso de formación y la prueba de acceso. Es decir, una receta para que muchos trabajadores se queden con la indemnización de 60 días por año y no vuelvan a SEAT. A cambio los sindicatos desconvocaban la huelga del 25 y retiraban las denuncias puestas en inspección de trabajo, donde se denunciaba a SEAT por presentar un ERE encubierto.

El acuerdo fue ratificado en la asamblea convocada el lunes en asamblea de afectados, aunque, según destaca en La Vanguardia, entre los 93 asistentes había "un ambiente de palpable malestar". De hecho, 23 votaron en contra y otros 5 se abstuvieron. Hay que indicar que los tres sindicatos -UGT, CCOO y CGT- defendieron el acuerdo, considerándolo además de "histórico" precisamente por la unanimidad sindical.

La clase obrera tiene fuerza para derrotar a la patronal

Desde la Corriente Marxista "El Militante", creemos que se podían haber dado más paso para evitar los despidos. La fuerza de los trabajadores hizo que en pocos días la dirección de SEAT tuviera que cambiar su actitud arrogante y sentarse a negociar. Los sindicatos podían haber hecho mucho más: UGT, CCOO y CGT tenían que haber rechazado todos los despidos impuestos e intensificar la respuesta de los trabajadores, involucrado a los trabajadores directos.

Pero es que, además, mientras todo esto sucedía en SEAT, en Nissan, los trabajadores también se estaban movilizando. En medio de su enésimo ERE temporal, vigente hasta marzo y ante un repunte de la producción, la empresa, en lugar de recolocar a los trabajadores despedidos tras el último ERE, tal y como había acordado con los dirigentes sindicales, ha obligado a acudir al trabajo los sábados. En respuesta el comité de empresa convocó huelga para el 23 y 30 de enero y el 6 de febrero. La primera jornada fue todo un éxito: 100% de paro y una concentración en las puertas de la fábrica de en entorno a 700 trabajadores.

Los sindicatos podían haber unificado la lucha en SEAT con la lucha en Nissan mediante un plan de movilización conjunto que pasara por una huelga general de todo el sector del automóvil y del metal.

¿Qué hay detrás de los 330 despidos?

Después del referéndum sobre la congelación salarial de marzo y de los ERES temporales, la dirección de SEAT creía que los trabajadores estaban derrotados y que podían lazar los 330 despidos con impunidad. De hecho, muchas voces trataron de presentar a los trabajadores de SEAT como un ejemplo de "actitud realista" que en lugar de luchar, preferían bajarse el salario aceptando los dictados de la empresa. Sin embargo, la mayoría de la plantilla aceptó la congelación salarial en marzo porque ninguno de los sindicatos ofreció una alternativa creíble, basada en la lucha y la movilización. Si en aquel momento los sindicatos se hubieran enfrentado a la dirección de SEAT, los trabajadores hubieran luchado.

Ahora, los afectados no esperaron a que los dirigentes sindicales convocaran huelga. Demostraron la fuerza de la plantilla de SEAT y su voluntad de lucha y movilización. Pese al acuerdo alcanzado, la respuesta de los trabajadores ha sido un aviso para la empresa, que ahora sabe que no habrá ataque sin lucha, sin embargo, la crisis del sector del automóvil en todo el mundo continúa y SEAT, como las demás empresas de automoción, tratarán de que seamos los trabajadores quienes paguemos los platos rotos del sistema capitalista.

El que los dirigentes sindicales entren en el juego de la empresa, aceptando más y más sacrificios de los trabajadores, debilita a la plantilla y debilita a los sindicatos frente a la patronal. Detrás de los despidos y de los ERES, ya sean temporales o de extinción, está la idea falsa de que los trabajadores somos los responsables de la crisis.

Nacionalización de SEAT y Nissan

Durante años, los dueños de estas empresas ganaron beneficios monstruosos. ¿Dónde está todo ese dinero? Invertido en la bolsa, en manos de los bancos o malgastado en lujo y ostentación. Los capitalistas del sector del automóvil han demostrado que no son más que parásitos que viven de sus trabajadores. La única salida para la crisis del sector del automóvil es la nacionalización de estas empresas en una gran empresa pública de automoción controlada por los trabajadores. Una medida así sería mucho más ventajosa para el conjunto de la sociedad que las millonarias ayudas que el gobierno central y la Generalitat han dado a las empresas automovilísticas y que han terminado en los bolsillos de los capitalistas.

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