¡Continuar y extender la lucha! ¡Forzar desde abajo una nueva huelga general!

El 17 de octubre el movimiento estudiantil, el profesorado y el personal no docente de las universidades públicas argentinas protagonizaban una nueva jornada de huelga y movilizaciones masivas contra el Gobierno ultraderechista de Javier Milei que, en lo que va de año, ha recortado un 40% los presupuestos para la educación pública, atacando con especial saña a la universidad.

El detonante de la movilización fue la decisión de Milei de utilizar el derecho a veto que le concede la Constitución para anular de forma totalmente autoritaria y antidemocrática la ley de financiación universitaria que, bajo una intensa presión social, se vio obligado a aprobar el Congreso.

Esta ley planteaba compensar parcialmente el retroceso en la financiación de las universidades causado por el aumento interanual de la inflación, que con un 226,5% es en este momento la más alta del mundo.

Tras varias movilizaciones universitarias, el 9 de octubre 160 diputados votaban mantener la ley. Además de la izquierda anticapitalista agrupada en el Frente de la Izquierda y los Trabajadores-Unidad (FIT-U) y la gran mayoría de diputados de la peronista Unión por la Patria (UxP), muchos diputados de partidos tradicionales de la burguesía como la UCR votaron a favor, intentando apaciguar la indignación que existe entre sus votantes (incluidos amplios sectores de las capas medias que votaron por Milei) y temiendo que el estallido en las universidades actúe como espoleta de un levantamiento social.

Demostrando una vez más que la democracia capitalista es una farsa que la clase dominante utiliza para engañar a las masas, y que a la hora de la verdad las cosas se deciden en los consejos de los grandes bancos y empresas, bastó el voto de un tercio del congreso, 85 diputados, para imponer el veto presidencial. Los 34 de la Libertad Avanza de Milei, su principal aliado, el PRO del expresidente Macri, sectores de la UCR e incluso varios diputados peronistas que ya han apoyado a Milei en varias votaciones clave.

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El detonante de la movilización fue la decisión de Milei de utilizar el derecho a veto que le concede la Constitución para anular de forma totalmente antidemocrática la ley de financiación universitaria que, presionado, se vio obligado a aprobar el Congreso. 

Un levantamiento histórico. ¡Hay fuerza para vencer a Milei!

En respuesta, una auténtica rebelión de masas recorre desde el 10 de octubre todas las universidades públicas del país. Mientras escribimos estas líneas, más de 80 facultades han sido tomadas por los estudiantes en más de 30 universidades y el resto se mantienen en huelga organizando asambleas, cortes de tráfico, clases en la calle, etc.

Por primera vez en mucho tiempo, incluso facultades tradicionalmente dominadas por la reacción como las de Derecho de las universidades públicas más prestigiosas se han sumado con fuerza. ¡Hasta los cadetes de la Escuela de Pesca de la Armada, hartos de recortes, están participando!

La extensión y fuerza de la lucha estudiantil ha contagiado a los sindicatos del profesorado, que han convocado ya varias huelgas contra el veto presidencial y la insultante subida salarial del 5,8% que ha impuesto por decreto el Gobierno. Una auténtica provocación cuando el poder adquisitivo de docentes y personal no docente ha caído un 30 y un 26%, respectivamente, en 10 meses y, según el Consejo de Rectores, más del 70% cobra sueldos por debajo de la línea de la pobreza. Algunos sindicatos elevan esa cifra al 85%.

Tras el seguimiento masivo de la huelga del jueves 17 de octubre y el clamor de las bases demandando intensificar la lucha, los dirigentes sindicales del profesorado han extendido la convocatoria al lunes 21 y martes 22.

Otro factor diferencial respecto a luchas anteriores y que refleja la fuerza del movimiento es, por una lado, la rapidez con que se ha extendido de Buenos Aires a las universidades del interior y, por otro, el peso decisivo de los estudiantes de la clase obrera en la movilización.

El acceso de sus hijos e hijas a la universidad pública es una de las conquistas arrancadas desde la lucha contra la dictadura que, tras el estallido revolucionario del Argentinazo (2002) y años de dura lucha en las calles, la burguesía argentina no ha podido eliminar. Eso es precisamente lo que intenta ahora con esta ofensiva de Milei.

Desde 1983 la matrícula universitaria aumentó un 500%. Entre 2012 y 2022 el número de nuevas y nuevos estudiantes se duplicó. Todavía en 2022 casi la mitad de ellos (48,5%) representaba la primera generación de sus familias en acceder a la educación superior.

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El acceso de sus hijos e hijas de la clase obrera a la universidad pública es una de las conquistas arrancadas desde la lucha contra la dictadura que la burguesía argentina no ha podido eliminar. Eso es lo que intenta ahora con esta ofensiva de Milei. 

Un plan para destruir y privatizar la universidad pública

Como denuncian los sectores más combativos del profesorado y el movimiento estudiantil, este veto a la ley de financiación sumado al recorte del 50% del presupuesto universitario para 2025 que acaba de anunciar el Gobierno forman parte de un plan no solo de Milei, sino de sectores decisivos de la clase dominante que pretenden desguazar y privatizar la universidad pública.

Este es su objetivo estratégico. Por eso han despreciado los llamamientos desesperados de los rectores que intentaban convencerles de que la ley solo significa el 0,14% del PIB y es compatible con su estrategia de recortar el gasto social. Y también han dinamitado la estrategia de la burocracia sindical de la CGT (principal central sindical) de intentar llegar a algún acuerdo mediante la negociación. O la promesa de los dirigentes peronistas de que pararían los recortes en el Parlamento, huyendo como si fuera la peste de la movilización en las calles.

Es más, la respuesta del Gobierno ha sido subir la apuesta, utilizando los poderes antidemocráticos concedidos por el Congreso en junio para reprimir brutalmente la lucha, declarando la educación servicio esencial y amenazando con ilegalizar las huelgas del profesorado. Junto a ello, Milei y varios de sus ministros no han dudado en calificar como delito las tomas de facultades, amenazando con enviar a la policía y el ejército a desalojar, con las armas en la mano, a las y los estudiantes.

Respondiendo a las sesiones de odio de este fanático ultraderechista —que considera el acceso de las familias obreras a la educación superior un lujo innecesario y ha declarado que las universidades públicas son “antros marxistas” a combatir y erradicar— un grupo de militantes de La Libertad Avanza atacaba el 15 de octubre con gas pimienta a centenares de estudiantes de la Universidad de Quilmes, cuando debatían en asamblea la toma de su universidad. Pero la contundente respuesta de estudiantes y profesores obligó a estos fascistas a huir con el rabo entre las piernas.

¡Extender la huelga a todo el sector público! ¡Forzar una huelga general de 48 horas organizada desde abajo!

El objetivo del Gobierno no es “recortar el gasto”, tal como proclaman e incluso reproducen medios que se muestran críticos con Milei. Lo que está en marcha es un  gigantesco trasvase de riqueza de la clase obrera a la oligarquía, un saqueo de los recursos públicos en beneficio de un puñado de parásitos, la verdadera casta, que apoya decididamente a Milei.

Mientras la educación y sanidad públicas, las pensiones, los planes de construcción de viviendas y todas las políticas sociales sufren una liquidación por derribo, hay gastos que aumentan muy por encima de la inflación: la inversión en armas para el ejército y la policía o las partidas destinadas a los servicios secretos y, en general, a aumentar la represión. Pero lo que más sube es el endeudamiento del propio estado argentino con los grandes especuladores nacionales e internacionales. En diez meses de Gobierno ultraderechista la deuda pública ha batido todos los récords y el pago de intereses supera el total de dinero recortado en gastos sociales.

Si Milei, con apenas 34 diputados y un rechazo social masivo, se sostiene en el poder y puede lanzar un ataque tras otro es porque cuenta con el apoyo de capas decisivas de la clase dominante. Como explicamos cuando fue elegido, estos sectores obtienen sus ingresos de especular con la deuda y el dólar y han visto en el ascenso al poder de Milei una oportunidad de hacerse de oro privatizando y saqueando las empresas, servicios públicos y recursos del país, e intentar infligir una derrota histórica al movimiento obrero.

Centenares de miles de jóvenes, trabajadoras y trabajadores lo entienden y tienen claro que para derrotar una ofensiva de este calado el único camino es la movilización continuada y masiva en las calles. Las tomas, manifestaciones y huelgas unitarias de estudiantes, docentes y no docentes, desafiando las amenazas y la represión.

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La tarea inmediata para la izquierda combativa es extender el levantamiento universitario al resto del sistema educativo y al conjunto del sector público. Hay que plantear ya la consigna de huelga general de todo el sector público. 

Lo único que ha impedido, hasta el momento, que toda la disposición a luchar mostrada no haya acabado ya con este Gobierno rabiosamente reaccionario ha sido la negativa de los dirigentes peronistas de la UxP y la burocracia sindical de la CGT y las dos CTA a dar continuidad a las huelgas generales del 24 de enero y el 9 de mayo pasados. Pero la indignación y crítica entre las propias bases sindicales, exigiendo un plan de lucha claro y contundente, es cada vez mayor.

La tarea inmediata para la izquierda combativa es extender el levantamiento universitario al resto del sistema educativo y al conjunto del sector público. Hay que plantear ya la consigna de huelga general de todo el sector público, empezando por unificar la lucha con los trabajadores de la sanidad, que en estos momentos se mantienen en lucha contra los recortes y ataques a varios hospitales y centros de salud. Junto a ello hay que exigir a los dirigentes de la CGT y las CTA la convocatoria de una nueva huelga general, esta vez de 48 horas, y forzando desde abajo la organización de piquetes y asambleas en los centros de trabajo. Sería un paso firme para poder acabar con la pesadilla que representa para millones este Gobierno de la extrema derecha.

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