Para vencer en la enmienda constitucional hay que expropiar a la burguesía
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Las recientes elecciones regionales demostraron que la inmensa mayoría de la población está con la revolución y quiere avanzar hacia el socialismo, esto quedó demostrado con la recuperación de un millón de votos con respecto al referéndum constitucional. Pero también reflejaron lo que venimos diciendo desde hace un año: a una parte importante de la población (dos millones de votos), que votó por el socialismo en las elecciones presidenciales del año 2006, ya no se le moverá con discursos sino con hechos. La abstención de un sector importante del chavismo, fruto de su descontento hacia la burocracia, es una señal de alarma que refleja el peligro de la extensión de la apatía e incredulidad hacia la revolución entre un segmento de las masas. Para combatir este peligro es necesario tomar medidas decisivas contra el capitalismo, resolver los problemas acuciantes del pueblo, como única forma de atraer esos votos que se quedaron en casa o que prefirieron irse al parque.
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La oposición esta combinando todas las formas de lucha para aplastar al movimiento revolucionario de las masas. Antes de las elecciones ya explicamos que si la oposición ganaba gobernaciones y alcaldías sería para usarlas como base para una ofensiva reaccionaria contra la revolución. En tan solo pocos días hemos visto la confirmación de esta perspectiva y el ataque contrarrevolucionario de bandas fascistas con apoyo de las policías contra las misiones, casas del poder popular, médicos cubanos, consejos comunales, CDI (uno de ellos quemado) y todas las demás conquistas revolucionarias en aquellos lugares donde ha ganado la oligarquía.
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Un nuevo período en la revolución ha comenzado marcado por la agudización de la lucha entre revolución y contrarrevolución, y al mismo tiempo por una mayor polarización a izquierda y derecha dentro de las filas del movimiento bolivariano, entre reformismo y revolución. La profunda crisis del capitalismo mundial, que afectará enormemente a Venezuela, agudizará todas estas contradicciones.
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Los desafíos a los que se enfrenta la Revolución Bolivariana son grandes. Hoy más que nunca es necesario que los obreros, la juventud revolucionaria, campesinos y dirigentes populares (las fuerzas vivas de la sociedad) que luchamos a muerte por el triunfo de la revolución bolivariana nos dotemos de un programa marxista, que nos permita pelear efectivamente contra la burocracia y hacer del Partido Socialista Unido de Venezuela y de su sección juvenil auténticas herramientas para acabar con el capitalismo de una vez por todas, y comenzar la edificación de una sociedad socialista.
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Igualmente ha comenzado el debate sobre la reelección presidencial. Los marxistas participaremos en primera línea junto a las masas en el debate y la campaña por la reelección del Comandante Chávez, con las ideas del marxismo revolucionario y combatiendo a las ideas de los reformistas como, por ejemplo, la economía mixta y la negativa a nacionalizar los medios de producción. Comprendemos lo que las masas también comprenden: ¡la importancia de que la burguesía no retorne a la silla presidencial!
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La única forma de garantizar el triunfo de la enmienda sobre la reelección presidencial es que, al mismo tiempo que se debate y se hace campaña, se tomen medidas para acabar con el capitalismo. ¿Cuál es el mejor medio de garantizar la reelección, recuperar los votos y luchar contra el fascismo? Expropiar las principales palancas de la economía que se encuentran en manos de los capitalistas que las usan para organizar el fascismo, hablamos de la gran industria, de los bancos y de los latifundios.
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Los marxistas luchamos por expropiar y arrancar de las manos de los capitalistas la gran industria (y todas aquellas que estén infrautilizadas o en saboteo) y los monopolios, inseparablemente unidos a la implantación del control obrero de la producción ¡Qué lo trabajadores abran los libros de cuentas de las empresas! La única forma de impedir que las nacionalizaciones caigan en las manos de burócratas es por medio del control obrero de la producción, es decir, Comités de Fábrica y Consejos de Trabajadores. De esta manera se podrían poner las empresas al 100% de su capacidad, sobre la base de un plan democrático de producción, decidido por los propios trabajadores y el pueblo organizado sobre la base de las necesidades de la mayoría. Así se podrían decidir democráticamente las prioridades, los precios (ya no los fijarían ni capitalistas ni burócratas sino los trabajadores y el pueblo), se garantizaría el abastecimiento de artículos necesarios a toda la población, se podría elaborar un plan masivo de construcción de viviendas y de modernización de la infraestructura de todo el país, la creación masiva de empleo, mejoras de las condiciones laborales, etc.
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También combatimos por la expropiación de los bancos bajo control de los trabajadores, organizados en consejos de trabajadores y en coordinación con consejos de usuarios. Sobre la base del control de los trabajadores y el pueblo del sistema financiero se puede crear una misión social para dar créditos baratos y con facilidades de pago a los pequeños comerciantes (constantemente golpeados por el gran capital y arruinados), acabar con la especulación de los bancos y garantizar que el dinero de los trabajadores y de toda la población esté seguro. Ésta sería también la mejor forma de ganarse a la clase media a las banderas de la revolución. Por ejemplo, la contrarrevolución les dirá a los comerciantes que la revolución y el comunismo le quitarán sus propiedades, el comerciante le dirá que ahora tiene mejores créditos y mejores condiciones, que todos sus problemas están siendo resueltos. Así se gana a la clase media, demostrándole que la clase obrera es capaz de resolver sus problemas.
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Para terminar con el saboteo de los burgueses y terratenientes es necesario expropiar el aparato agro productivo y los latifundios bajo el control de los trabajadores del campo y campesinos, para así abaratar los precios de los alimentos y abastecer a la población. Creando, también, comités de abastecimiento popular donde participen delegados de los consejos comunales y de los consejos de campesinos, que supervisen la distribución y venta de estos productos para acabar con el saboteo de la contrarrevolución a través del acaparamiento, la especulación, los intermediarios, etc.
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La crisis económica internacional del capitalismo tendrá repercusiones en Venezuela. La caída del precio de las materias primas arrastra también los precios del petróleo. En ese sentido tendrá un efecto en los presupuestos nacionales, será cada vez más difícil cubrir con la renta petrolera la histórica falta de insumos para el mercado interno venezolano debido a la huelga de inversiones de la burguesía. El único modo que se puede levantar la producción nacional, permitir un desarrollo endógeno, es sobre la base de que la clase obrera se haga con el control de todas las empresas del país y, conforme a un plan nacional democrático, cubra las demandas de productos que necesita Venezuela.
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La tarea fundamental de la clase trabajadora venezolana es adueñarse del aparato productivo del país, extender la toma y ocupación de fábricas, y demandar al gobierno nacional su nacionalización bajo control obrero para desarrollar una economía planificada. Esta es la tarea fundamental que debería estar realizando ahora la UNT (Unión Nacional de Trabajadores). Partiendo de las reivindicaciones particulares de cada empresa y sector, que en este contexto entran en contradicción con la propiedad capitalista de las empresas, la UNT debe lanzar una campaña nacional de ocupación de fábricas como medida efectiva para impulsar el socialismo en Venezuela.
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Al mismo tiempo se debe impulsar la organización sindical en todo el país. Se deben poner los cimientos del estado obrero que tiene que sustituir al aparato del estado burgués, a través del desarrollo de consejos de trabajadores en todas las industrias del país, tanto públicas como privadas. Así se puede establecer el control obrero de la producción. Estos consejos deberían coordinar entre sí sobre la base de voceros elegibles y revocables en cada momento.
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La contrarrevolución está intentando ganar a una parte de la oficialidad y de los generales en el ejército. Hay que luchar contra los embriones fascistas en la Fuerza Armada con la creación de Comités de Soldados con derecho a elegir a sus mandos. Esto es un medio efectivo contra las conspiraciones fascistas y golpistas. Se debería reconocer el legítimo derecho de los soldados a unirse al Partido Socialista Unido de Venezuela: sino los politiza la izquierda lo hará la derecha. La inmensa mayoría de la base del ejército son hijos de trabajadores y campesinos que no tienen intereses en común con la burguesía.
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La oposición está creando, financiando y organizando a las bandas fascistas como ya ha hecho en Bolivia. Ya se ha puesto en marcha. El asesinato fascista de los dirigentes obreros en Aragua es una seria advertencia a todo el movimiento obrero. Debemos crear comités revolucionarios de autodefensa. Esto se puede hacer a través de la creación de batallones de la reserva en cada fábrica y centro de trabajo, vinculados a los sindicatos revolucionarios, comités de fábricas, consejos de trabajadores y a los soldados revolucionarios. Crear comités revolucionarios de autodefensa en cada batallón del PSUV, fábrica, aldea, pueblo, universidad, barrio, etc.
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Con una economía nacionalizada y planificada por el conjunto de los trabajadores y el pueblo, se podría resolver el problema de la vivienda y la modernización del país, terminando con el desempleo, salarios y condiciones laborales dignas, con precios baratos de los alimentos y el control sobre el sistema financiero y el crédito. Este programa es el único que puede entusiasmar a la inmensa mayoría de la población a luchar por la revolución, incluyendo a la clase media, y ganar de nuevo a ese importante sector que se ha abstenido y que está descontento. Sólo es posible volverlos a ganar mostrando sobre los hechos los discursos. Acabar con el déficit de vivienda, con la inseguridad, con el problema de la basura, de la inflación, de la especulación, etc. solo es factible bajo una economía sin capitalistas y controlada por el conjunto de la clase obrera y el pueblo.
Hacemos un llamado a todos los obreros, jóvenes revolucionarios, campesinos y sectores populares a dotarnos de estas herramientas y de este programa, el programa del marxismo para combatir al oportunismo, al reformismo y al arribismo en las filas del movimiento bolivariano y del PSUV. Tomando todas estas medidas no sólo se recuperarían los votos perdidos en el referéndum constitucional sino que, incluso, sí podríamos luchar por los diez millones de votos. Este es el único programa que puede hacer realidad los más profundos deseos del pueblo, así como sentar las bases de un Estado Obrero Socialista. Una Venezuela socialista podría, a su vez, hacer un llamamiento a los trabajadores y pueblos del mundo a que siguieran el ejemplo victorioso de la Revolución Bolivariana.