Cuando escribimos este artículo los lisiados de guerra han ocupado la Catedral de San Salvador exigiendo que el gobierno saliente de Antonio Saca cancele 23 pagos de pensiones que adeuda. Esta acción no parecería extraña para los ex combatientes guerrilleros pero también han participado ex militares, pobres que engañados por la derecha y confundidos arriesgaron sus vidas en la guerra civil quedando mutilados de por vida para defender al régimen y han recibido como compensación una patada en el trasero.
Este acontecimiento es en sí mismo un reflejo de lo desgastado que se encuentra el partido en el gobierno que tiene su base completamente erosionada y se encuentra en una profunda crisis interna. La burguesía está sumamente descontenta por el mal resultado electoral y quiere hacer pagar por ello a la burocracia de ARENA.
Pero Antonio Saca y Rodrigo Ávila no son los únicos culpables de la derrota de la derecha, ellos sólo facilitaron con todos sus errores en menor medida el triunfo del Frente pero la verdadera causa de su derrota es que el sistema capitalista que defienden es incapaz de resolver los problemas de las amplias masas de obreros, campesinos y demás pobres de El Salvador.
Los lisiados de guerra sólo reflejan el gran malestar que hay en la sociedad, después del triunfo del FMLN se han dado infinidad de protestas de comunidades y obreros. La crisis capitalista está asfixiando a las masas, la contundente respuesta del pueblo salvadoreño el 15 de marzo no dejó opción a la burguesía más que el reconocer su derrota y expresa las aspiraciones de los trabajadores a un cambio concreto, real, profundo y pronto.
Durante los gobierno de ARENA y por consiguiente lo que hemos vivido después de los acuerdos de paz no ha significado mejoras para la clase obrera, todo lo contrario. ARENA se ha vendido a los imperialistas y juntos han saqueado al país, han ofertado mano de obra migrante a muy bajo costo y dispuesta a trabajar en las peores circunstancias en países como EEUU y Canadá; en nuestro país las condiciones laborales son mucho peores, los niveles de explotación son enormes. La llamada flexibilización laboral ha significado ataques más severos a la organización sindical como fue el caso de negar el derecho a formar sindicatos a los trabajadores públicos diciendo que era inconstitucional. Esto es lógico pues la actual constitución y todo el aparato jurídico sirven para defender los intereses de los capitalistas empezando por la propiedad privada de los medios de producción que es uno de los elementos más dañinos que impiden el desarrollo de la sociedad y el mejoramiento de los niveles de vida de la clase obrera y el conjunto del pueblo.
ARENA deja en ruinas al país
Las mujeres suelen ser de las más afectadas por la crisis, los marxistas nos oponemos a todo tipo de opresión hacia ellas pero sabemos que el problema de fondo no es de género sino de clase, que la opresión que vive una mujer burguesa en nada se compara a la de una obrera que además de laboral en la fabrica, hace los deberes del hogar y se enfrenta a una sociedad opresora hacia ellas. La emancipación de la mujer es parte de la lucha de la emancipación de la clase obrera en su conjunto, hombres y mujeres debemos luchar juntos contra la explotación y opresión.
El trabajo en las maquilas es de los más explotados, de diciembre a la fecha la situación a empeorado terriblemente. Infinidad de empresas pequeñas y grandes han cerrado mandando a decenas de miles de obreras y obreros a la calle, esto es producto directo de la crisis económica global. La baja en el consumo en EEUU implica que exportemos menos mercancías; la caída de remesas, producto directo de los despidos en dicho país, provocan que la gente tenga menos recursos disponibles para el consumo y provocan una contracción en el mercado en El Salvador teniendo su efecto en la industria. Al no haber demanda las empresas no pueden colocar sus mercancías y cierran. Esta es una clásica crisis de sobreproducción capitalista como lo explicó Marx, sólo que debido a su dependencia con EEUU nuestra economía se supedita en última instancia al desarrollo del ciclo económico en dicho país.
El aumento del desempleo genera una presión a la baja sobre los salarios generando una espiral descendente en los niveles de vida. Un desempleado es una persona que no puede adquirir más mercancías, si permitimos que los salarios caigan aun más significa que el mercado se contraerá aun más y habrá menos demanda y el efecto de cierres de empresas y despidos continuará. Esto afecta directamente al sector comercio y en especial a los pequeños negocios que verán reducidas sus ganancias o cerrarán definitivamente. Si esa tendencia se desarrolla agravará aún más los problemas de delincuencia y lumpenización de la sociedad.
Las exportaciones han caído en el primer trimestre del año 7.5%, en ese mismo lapso ingresaron $843 millones en remesas, $69 millones menos que en el mismo lapso de 2008. La CEPAL acaba de publicar un informe donde prevé que El Salvador será el país centroamericano más afectado por la crisis sólo después de Costa Rica, previendo un crecimiento de sólo 0.5% aunque muchos analistas burgueses piensan que la economía caerá en recesión, es decir que decrecerá, y se puede prolongar por años la crisis. Igor Páunovic, jefe de la Unidad de Desarrollo Económico de la CEPAL en México prevé que a finales de 2009 se perderán 120 mil empleos en la región Centroamericana.
Esta es la crisis más aguda desde 1929 y se podría convertir en la peor de la historia. En 1931 los salarios de los trabajadores rurales en El Salvador habían caído entre 50 y 60% con respecto a 1927. Los terratenientes buscaban que los campesinos trabajaran duramente a cambio de recibir solo la comida. La burguesía ahora quisiera lo mismo, quieren que carguemos sobre nuestras espaldas la crisis que ellos han provocado y los ataques laborales se profundizan pero todo tiene un límite. ARENA y los imperialistas han dejado al país en ruinas, el nuevo gobierno del FMLN y Mauricio Funes deben dar un giro al timón de 180 grados.
Por un sindicalismo revolucionario
Los mejores cuadros obreros se fueron a apoyar el frente militar durante la guerra lo que significó un fuerte retroceso en el movimiento obrero. En el conflicto se vio a la clase obrera como un auxiliar y no como el elemento fundamental de transformación social. Pero desde su origen el movimiento obrero ha tenido enormes tradiciones revolucionarias. El movimiento sindical ha sido muy golpeado, la ausencia de dirigentes obreros marxistas al frente de los sindicatos ha profundizado sus crisis internas.
Un dirigente reformista puede echar la culpa a la base trabajadora de apática cuando la realidad es que ha faltado dirigentes dispuestos y con la capacidad de defender férreamente los derechos laborales para que las bases se animen a entrar a la batalla. Hemos visto en el otro extremo casos de ultraizquierdismo por ejemplo el de la dirección sindical del SETUES que pese a surgir de un proceso de lucha importante no supieron aprovechar la fuerza de las bases y decidieron hacer acciones aisladas al margen de los afiliados sindicales provocando la apatía y facilitando la represión y los ataques de la patronal.
Los llamados a la calma y la moderación en la lucha por la defensa de nuestros derechos laborales están condenados al fracaso, necesitamos un sindicalismo revolucionario. No hay otra posibilidad para salir de la crisis en la época de decadencia del capitalismo más que con una dirección auténticamente revolucionaria al frente del movimiento obrero.
El resultado es que en el momento actual hay organizaciones sindicales aparentemente débiles, las asambleas generales son cada vez más escasas y varios sindicatos han desaparecido por la presión de la patronal. En este contexto los activistas obreros pueden entrar en desmoralización, pero no hay razón para ello. El fermento desde las bases es mayor, la presión se empieza a sentir en la dirección y se abren posibilidades de dar un nuevo salto en la lucha del sector sindical. La burocracia sindical no es tan fuerte como la de otros países con fuertes confederaciones obreras, son más susceptibles a la presión desde abajo y eso puede generar que se de una reacción rápida, no es descartable que se repitan escenas heroicas de lucha que los trabajadores salvadoreños han dado en el pasado como lo fue la huelga general de 1944.
La clase obrera es como aquel gigante de tierra que puede caer una y otra vez pero cada que lo hace agarra nuevas fuerzas de las entrañas de la misma tierra. El movimiento obrero debe luchar con sus métodos y de manera independiente de la burguesía. Se requiere reactivar las asambleas sindicales y realizar un plan de lucha orientado a la unidad del movimiento obrero con protestas de masas, ocupaciones de las fabricas cerradas puestas a funcionar bajo control obrero y la huelga general para obligar a que la crisis la paguen sus culpables: los capitalistas.
Heinz Dieterich: el teórico del reformismo
Funes y el FMLN ganaron gracias al apoyo de las masas empobrecidas que se volcaron a votar a la izquierda y derrotaron el fraude en la estructura de la defensa del voto, con la movilización y la auto organización del pueblo y las bases del partido que es del pueblo: el FMLN. Reformistas como Heinz Dieterich quieren dar un papel sobre exagerado a la burguesía, llegando a plantear que la única forma de derrotar a la derecha era con una política de centroizquierda, cuando en realidad fue a pesar de esa política que sólo confundía al pueblo incluyendo las bases que el FMLN, que se ganó.
Estos reformistas intentan asustarnos con el argumento de que la burguesía es sumamente fuerte y nosotros somos débiles, pero este argumento no se sostiene. La clase obrera ha asestado un golpe tras otro a la burguesía en un país tras otro en América Latina en la última década. Basta ver la caída de presidentes por el movimiento de masas en países como Argentina, Ecuador o Bolivia antes del triunfo de la izquierda en procesos electorales. Hasta en la misma Colombia se han dado fuertes protestas de obreros, campesinos y estudiantes. El triunfo del 15 de marzo no fue menor y se enmarca en el periodo revolucionario al que entró América Latina.
Dieterich quiere aparecer como el teórico de nuestra era pero solo repite ideas de la prehistoria del movimiento obrero, de los socialistas utópicos. La clase obrera debe tener cuidado con ese tipo de "teóricos", de los cuales se agarran los reformistas y burócratas para no hacer avanzar la revolución. Dieterich ha llegado a plantear que la propiedad privada de los medios de producción no está peleada con el socialismo y en el caso salvadoreño señala que es muy importante la participación del pueblo para refundar y democratizar el Estado Oligárquico, cuando lo que se necesita es destruirlo. Siguiendo a su predecesor Kautsky retoma sus ideas oportunistas plantea la necesidad de apoderarse del aparato del Estado burgués. Como Lenin explicó en el Estado y la Revolución: la actitud ante el Estado es lo que diferencia a un oportunista de un revolucionario. No es casualidad que ese libro del dirigente de la revolución Rusa le fascinara tanto a Farabundo Martí.
El Estado es un instrumento de la burguesía que se ha formado para defender sus intereses y privilegios, Marx y Engels señalaron con toda claridad que no basta con apoderarnos de él y democratizarlo. La historia ha demostrado que la democracia burguesa no es más que la dictadura de los monopolios y las trasnacionales. Debemos construir un Estado completamente diferente que sirva a los intereses de los obreros y campesinos del país y se base en la democracia obrera. Las ideas de Marx y Lenin siguen siendo más vigentes que las nuevas posiciones de "Dieterich". Al igual que la rueda, el marxismo no por ser viejo deja de ser útil.
La clase obrera ante el nuevo gobierno
Como hemos visto la tarea de concretar un cambio real con la profundidad que necesitamos no es fácil dado el estado de ruina en que la burguesía nos ha heredado la sociedad. Funes tiene un importante reto frente de sí. Consideramos que debe apoyarse en la organización y movilización de la clase trabajadora y demás pobres urbanos y rurales, como la única garantía para doblegar a la derecha que tiene la mayoría parlamentaria y continúa oponiéndose al cambio, aunque ahora aparezca con una fachada de democracia.
Es la hora del cambio y el nuevo gobierno debe posicionarse firmemente del lado de la clase trabajadora. La situación económica es muy crítica, no da margen de acción para medidas a medias. Los capitalistas invierten sólo mientras aseguren sus ganancias y no serán suficientes el envío de buenas señales a los capitalistas para sobrepasar la crisis y asegurar la inversión. Una vez más los capitalistas muestran que son una clase parásita e innecesaria, un freno que impide el desarrollo y beneficio del resto de la sociedad, el desino de millones de personas se subordina al de un puñado de parásitos.
El gabinete del nuevo gobierno debe estar conformado por dirigentes que hallan mostrado un verdadero compromiso con la causa del pueblo y no por economistas burgueses de derecha como Alex Segovia o la reaccionaria ex rectora de la UES María Isabel Rodríguez quien en el pasado dio ataques a la educación para los hijos de los trabajadores. Ese sería un buen inicio para el cambio pero como hemos dicho la tarea será tomar medidas para acabar con el actual Estado oligárquico capitalista y construir uno que verdaderamente defienda nuestros intereses: un Estado obrero.
Funes ha dicho que él no gobernará con ideologías, sabemos de su propia voz que él no es marxista ni socialista, pero el marxismo es una ciencia que permite analizar la sociedad y su desarrollo. Lenin decía que la historia conoce todo tipo de transformaciones y Funes por las circunstancias se puede ver obligado a tomar medidas como las nacionalizaciones para que el país pueda salir de la crisis. Los marxistas agrupados en torno al BPJ consideramos que la situación que hereda el nuevo gobierno es en extremo crítica y se requieren medidas profundas y urgentes. Funes tiene que iniciar su mandato anunciando un aumento salarial inmediato y sustancial.
Cualquier medida a favor de los trabajadores será combatida por la derecha, por ello debemos estar organizados y movilizados para combatir a los reaccionarios. Ellos mantienen la mayoría parlamentaria y solo los doblegaremos con la lucha en las calles. Los trabajadores tendremos que responderles al boicot de la derecha con nuestros métodos: las asambleas generales, las manifestaciones de masas, las huelgas y las ocupaciones de fábrica. El 15 de marzo muestra el potencial del pueblo organizado y su capacidad transformadora, solo el pueblo salvadoreño organizando y luchando es capaz de transformar este país. Con el triunfo de Funes y el FMLN se respiran los vientos que anuncian un periodo que nos dará importantes oportunidades de transformar radicalmente El Salvador.
Abril de 2009