El pasado 25 de octubre se celebraron las elecciones presidenciales en Uruguay. La gran  incógnita, tanto para la burguesía como para la izquierda, era saber si el Frente Amplio (FA, agrupa desde el año 1971 a las organizaciones mayoritarias de la izquierda del país) conseguiría la mayoría absoluta necesaria par formar gobierno, sin necesidad de ir a la segunda vuelta donde los partidos representantes de la vieja oligarquía uruguaya, (partido Blanco y partido Colorado) previsiblemente se unirían para cerrar el paso de la presidencia del país al Frente Amplio.

Finalmente el resultado de la votación no ha hecho posible que se cumplieran las expectativas del Frente, que si bien ha ganado, no ha conseguido la mayoría absoluta, teniendo que ir a segunda vuelta el próximo 29 de noviembre donde el panorama no está nada claro para ninguna de las fuerzas.

Resultados:

F.A:   48.16%

P.Blanco:   28.9%

P.Colorado:  16.6%

A pesar de la clara victoria del Frente, el  sistema electoral del país hace que no se pueda formar gobierno si ninguna candidatura consigue más del 50% de los votos en la primera vuelta (ballotage) una fórmula diseñada a la medida de los partidos tradicionales, para que a la izquierda le resulte casi imposible subir al poder.

El gobierno del FA ( 2004-09)

Pese a los enormes obstáculos legales para obtener la presidencia, el FA podía haber obtenido una clara mayoría, tal y como ocurrió en la histórica victoria del 2004, cuando llegó al poder con una holgada mayoría, ganando en 16 de los 19 departamentos que componen el país.

Las claves para entender que no hubiera una clara continuidad en el poder están precisamente, en los cinco años de gobierno de Tabaré Vázquez y en cómo se ha situado el candidato del FA, José "Pepe" Mujica, con respecto al gobierno y a la política aplicada por Tabaré.

Es necesario recordar en qué contexto sube al poder el FA en marzo del 2004.

El anterior gobierno del partido Colorado, que ya había subido al poder en el año 1999, fruto del "ballotage", sumió al país en una profunda crisis (2001-02) que supuso uno de los peores periodos de la historia, donde uno de los objetivos de los uruguayos era salir como fuera del país, los niveles de delincuencia se multiplicaron por cuatro, el nerviosismo era palpable entre los ciudadanos, se formaban colas interminables en los cajeros, aumento del desempleo, más los efectos económicos  del "corralito" en la vecina Argentina en el 2001.

Por si fuera poco el gobierno del partido Colorado inicia el proceso de privatización de ANCAP, una de las principales empresas estatales dedicada al refinamiento de petróleo y suministro de combustible, con el pretexto de la poca competitividad de la empresa.

Esta medida desata una histórica movilización por parte de la ciudadanía, que se plasma en una masiva recogida de firmas que permitió que  la privatización se sometiera a referéndum, siendo rechazada por un 64% de los votos. Esta lucha, que se da en un contexto de un enorme giro a la izquierda a nivel continental, termina expresándose en la clara victoria del FA, que por primera vez en casi 200 años de historia permitió a la izquierda subir al poder con el voto masivo de los trabajadores y la juventud.

A pesar de la contundente victoria de la izquierda pronto el gobierno tomó el camino del reformismo, impulsó facilidades fiscales a los exportadores, aprovechando el periodo de auge de las economías emergentes gracias a las exportaciones, renegoció la deuda externa, en ningún caso la cuestionó, sacó adelante la ley del IRPF, que lejos de gravar las rentas más altas tuvo un efecto nefasto en un sector importante de la clase trabajadora, que después de un largo periodo de penuria empezaba a levantar cabeza viendo de la noche a la mañana mermados sus ingresos.

Esto lo combinó con la restauración de lo consejos salariales (que proporciona algo más de margen a los sindicatos a la hora de negociar lo convenios colectivos), el plan CEIVAL (cada escolar, un ordenador), la ley de restauración para los presos políticos, por la cual estos presos ven compensados sus años en la cárcel con una pensión vitalicia, y alguna tímida reforma más en el sistema sanitario.

Pepe Mujica, Lula y la continuidad

La bajada de votos y el envalentonamiento de la derecha no es casualidad. Pepe Mujica, histórico dirigente tupamaro, era visto desde la base militante del FA como el relevo necesario y como el  dirigente capaz de llevar adelante el giro a la izquierda que amplios sectores de juventud y la clase trabajadora estaban reivindicando. Así se plasmó en las primarias del FA donde dobló prácticamente en votos al resto de candidatos siendo muy significativa la ventaja sobre el candidato más a la derecha, Astori (ministro de economía con Tabaré). La base se había expresado con contundencia, no sólo en los votos sino también en numerosas movilizaciones, incluso en la convocatoria de una huelga general en agosto pasado a la que se vio obligada una dividida dirigencia sindical (PIT_CNT).

Sin embargo y a medida que se acercaba la fecha no parecía que Mujica ofreciera nada diferente, su radicalismo en los términos y su manera humilde y cercana a la hora de expresarse no parecían ser suficientes para ofrecer un a alternativa. Finalmente, optó por formar coalición con Astori, abierto aliado de Lula cuando  Mujica es  uno de los líderes más próximos a Chávez.

Inestabilidad y  presión

El futuro gobierno estará marcado sin duda por la inestabilidad y las presiones  de clase. Si el partido blanco sube al poder, ni el FA, ni el  PIT-CNT podrán frenar una más que posible reactivación de las luchas obreras, un escenario difícilmente controlable con discursos de colaboración de clase.

En caso de ganar el FA, no cabe duda que la burguesía a través de sus políticos se empleará a fondo para desgastar rápidamente al gobierno. Si el nuevo gobierno del FA no se basa en la clase trabajadora y la juventud y por el contrario se basa en el acuerdo con la burguesía y en el cretinismo parlamentario, veremos rápidamente un gobierno en crisis arrollado por el proceso de la lucha de clases, que se verá abocado a elegir, y esta vez no habrá medias tintas.

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