La nueva campaña contra Chávez, las expropiaciones y el papel de los trabajadores

La nueva campaña contra Chávez, las expropiaciones y el papel de los trabajadores

La suspensión de emisiones del canal de televisión por cable RCTV está siendo utilizada por la derecha venezolana e internacional para lanzar una nueva ofensiva contra la revolución bolivariana. En diferentes ciudades venezolanas se han desarrollado manifestaciones de estudiantes contrarrevolucionarios de clase media y alta que desembocaron en acciones violentas como la que condujo al brutal asesinato de un estudiante chavista de 15 años en Mérida.

El cinismo de la burguesía

Los medios de comunicación burgueses de todo el mundo achacan la suspensión de emisiones de RCTV a una represalia de Chávez por no emitir sus discursos. La realidad es que esta televisión privada, en manos de la ultraderecha, ya fue sancionada por anteriores gobiernos por vulnerar la legislación y se niega a acatar la Ley de Responsabilidad Social para radio y televisión aprobada por la Asamblea Nacional, el órgano legislativo elegido democráticamente por el pueblo venezolano. ¿Por qué una empresa privada debería tener exenciones respecto a la ley? ¿Qué pasaría en otros países si un canal se negase a acatar las leyes y llamase a desconocer y derrocar al jefe de Estado?
Los capitalistas y sus lacayos mediáticos presentan la decisión de obligar a RCTV a cumplir la ley como una violación de la libertad de expresión. En cambio, cuando gobiernos pro-imperialistas como el colombiano o peruano cierran canales, prohíben sus emisiones por criticarles o persiguen y encarcelan a periodistas y luchadores sociales, esos mismos paladines de la libertad de expresión guardan silencio. El colmo del cinismo han sido las declaraciones de la patronal venezolana, Fedecámaras, acusando a Chávez de "cercenar libertades y cercar la iniciativa privada" cuando hace pocos días su presidente reclamaba en la propia RCTV una "solución militar a los  problemas de Venezuela".
Esta  acometida contrarrevolucionaria no es casual. Con las elecciones a la Asamblea Nacional del 26 de septiembre en el horizonte, este año será determinante para el futuro de la revolución. Las contradicciones acumuladas en la sociedad están alcanzando el punto crítico.

Los capitalistas y la burocracia contra la revolución

Las políticas sociales del gobierno bolivariano han reducido la pobreza en el país del 54,1% en 1997 al 31,5% en 2008 y la extrema pobreza de un 23,4% hasta un 9,1%. La revolución bolivariana ha garantizado, asimismo, el acceso de millones de personas a la educación y salud públicas y erradicado el analfabetismo. Además, Chávez  impidió la privatización de PDVSA (petrolera estatal de la que dependen las finanzas públicas) y ha nacionalizado empresas clave privatizadas por gobiernos anteriores como la siderúrgica SIDOR, la telefónica CANTV y otras, así como varias fábricas cerradas por los empresarios, salvando miles de empleos.
Sin embargo,  la revolución está lejos de haber cumplido sus objetivos y satisfacer las necesidades de su base social. La gran mayoría de empresas siguen en manos capitalistas y el estado burgués no ha sido sustituido por un estado revolucionario dirigido por los trabajadores. El resultado es que los capitalistas boicotean y paralizan la economía. Según los propios empresarios, el número de empresas privadas se ha reducido a la mitad desde 1998. La causa principal es el parasitismo que ha caracterizado a la burguesía venezolana desde su mismo nacimiento. A ello se une, desde 1998, el sabotaje contra la revolución.
Otra amenaza contrarrevolucionaria es la existencia de una burocracia formada por miles de funcionarios y cargos públicos que repiten el discurso revolucionario pero boicotean cualquier medida anticapitalista e impiden la participación de los trabajadores. Un sector de esta burocracia ha tendido a fusionarse con la burguesía. Esta "quinta columna" burocrática es actualmente la principal amenaza para la revolución y para el propio Chávez.
Todas estas contradicciones provocan una lucha creciente dentro del propio movimiento bolivariano. Las bases del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV)  intentan convertir a éste en una herramienta para enderezar el rumbo de la revolución y acabar definitivamente con el capitalismo. La burocracia busca frenar la revolución y sofocar la participación de las masas.

La crisis capitalista y la política económica del gobierno

La caída del ingreso por exportaciones petroleras ha significado un duro golpe para la economía venezolana. Chávez ha mantenido los gastos sociales, pero el PIB ha caído un 2,9% en 2009 y la inflación cerró el año en el 25%. El sector manufacturero privado, principal generador de empleo después del estado, redujo un 9% la producción. La burguesía, y un sector de la burocracia que ve sus intereses cada vez más fusionados con ella, pretenden cargar la crisis sobre los trabajadores empeorando sus condiciones de vida.
El gobierno ha implantado un cambio dual bolívar-dólar. El dólar oficial ha pasado de representar 2,150 bolívares a 2,60 para importaciones de alimentos y medicinas y 4,30 para el resto de productos. El objetivo proclamado es aumentar los ingresos que proporciona la exportación de petróleo para mantener el gasto social y desarrollar la industria nacional sustituyendo importaciones (ahora más caras) por productos fabricados en el país. El gobierno ha creado un fondo para apoyar a los empresarios dispuestos a invertir. No obstante, la burguesía (pequeña, mediana o grande) no invertirá. No lo ha hecho durante décadas, cuando controlaba plenamente el aparato del estado, menos lo hará en un contexto revolucionario y en medio de la mayor crisis capitalista desde 1929.
Los empresarios venezolanos llevan décadas saqueando al estado y evadiendo capitales del país. No existe ningún sector progresista, patriótico ni mucho menos socialista entre ellos, como defienden los sectores reformistas del movimiento bolivariano. Un ejemplo es el empresario Alejandro Uzcátegui (presidente de una asociación de empresarios "socialista" y "bolivariana"), quien ahora se encuentra prófugo por corrupción. La devaluación del bolívar no desarrollará la industria nacional pero sí puede incrementar la inflación. El gobierno ha anunciado una subida salarial del 25% para compensarlo pero probablemente será insuficiente.
A todos estos problemas se une el racionamiento eléctrico. Aunque su causa es la sequía, que ha reducido la capacidad de la central hidroeléctrica de Guri (que abastece al 83% del país), la oposición contrarrevolucionaria utiliza el descontento con los apagones diarios para, sumándolo a los problemas económicos y sociales creados por el capitalismo que se mantienen (precariedad laboral, déficit de viviendas, corrupción, burocratismo, inseguridad ciudadana...) resquebrajar el apoyo a la revolución. La crisis eléctrica pone de manifiesto la falta de planificación e inversiones en el sector durante décadas y plantea un nuevo reto al gobierno que sólo puede resolver una economía socialista planificada democráticamente.

Nuevas expropiaciones

Todas estas contradicciones generan inquietud en las bases chavistas y empujan a la vanguardia hacia la izquierda. También han llevado a Chávez a decretar nuevas expropiaciones. Respondiendo al sabotaje y especulación capitalistas, el gobierno nacionalizó varios bancos en diciembre y en enero una de las principales cadenas de supermercados: Éxito, de propiedad franco-colombiana.
Los marxistas apoyamos esta expropiación y defendemos que debe continuar expropiando todas las grandes cadenas distribuidoras y empresas agroalimentarias. También explicamos que el único modo de que las empresas nacionalizadas funcionen es poniéndolas bajo control democrático de la clase obrera y del resto de los  explotados mediante la organización de sindicatos revolucionarios y Consejos de Trabajadores elegibles y revocables. Si la expropiación de Éxito, como ocurrió con otras empresas expropiadas, queda aislada en medio de una economía capitalista, y con un estado que en esencia sigue siendo burgués, podría transformarse en su contrario.  
La base social de la revolución: la clase trabajadora, las comunidades, los campesinos pobres; ha mostrado su disposición a ir hasta el final. La propuesta de Hugo Chávez de romper con el capitalismo y construir el socialismo ha sido apoyada masivamente por el pueblo venezolano en distintas convocatorias electorales. Chávez incluso está reivindicándose marxista y hablando de control obrero. Pero la clave de la revolución  está en que estas palabras se conviertan en hechos: en un plan de acción  que resuelva los problemas de las masas y transforme sus vidas.

¿Cómo garantizar el triunfo de la revolución?

Si Chávez desmantelase el actual estado (con sus leyes, estructuras y organismos burgueses y su burocracia), basándose en los trabajadores para construir un genuino estado  revolucionario, y expropiase la banca, las grandes empresas y la tierra para ponerlas bajo control obrero y popular, tendría el apoyo entusiasta de la población. Los contrarrevolucionarios estarían aislados. Por el contrario, si sus propuestas socialistas  no se traducen de manera urgente y decidida en acciones concretas que acaben con el capitalismo e instauren una economía estatizada y planificada democráticamente, el escepticismo y frustración existentes entre sectores de las masas crecerán y el peligro de una derrota será muy real.
El reciente Congreso Extraordinario de la central sindical revolucionaria UNETE confirma que los sectores más avanzados del movimiento obrero ven esta amenaza y están dispuestos a enfrentarla y derrotarla. Los dirigentes de la UNETE tienen que organizar a la clase trabajadora en apoyo a las medidas revolucionarias del gobierno (expropiaciones, etc.) al mismo tiempo que van más allá, presentando al conjunto del movimiento chavista un plan de acción para completar definitivamente la revolución. Los sindicatos revolucionarios deben movilizar a la clase trabajadora, organizando asambleas en los centros de trabajo, ocupando las empresas para impedir la especulación y el sabotaje y poniendo a funcionar aquellas que sean cerradas bajo control obrero; al tiempo que demandan al gobierno la estatización de la banca y las principales empresas bajo control obrero y social.
La tarea central para los revolucionarios venezolanos es construir dentro del PSUV y la UNETE una corriente marxista revolucionaria de masas que, armada con las ideas y métodos del marxismo, gane la mayoría para este plan de acción y complete la revolución. 

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