Soplan vientos de tormenta en el paisaje político argentino: el choque
entre gobierno, oposición y Banco Central (BCRA) sobre la utilización
de parte de las reservas, unos 6.569 millones de dólares, para pagar la
deuda pública con los acreedores externos. El gobierno de Cristina
Kirchner intentó hacerlo por medio de un decreto nacional de
emergencia. Este enfrentamiento, por ahora, se ha cobrado su primera
víctima: el presidente del BCRA, Martín Redrado, que se negó, alegando
la "autonomía" de dicho organismo con respecto a cualquier órgano de
gobierno. La derecha aprovechó esta situación para lanzar otra campaña
de acoso y desgaste. ¿Cuál es el trasfondo de esta situación?
Soplan vientos de tormenta en el paisaje político argentino: el choque entre gobierno, oposición y Banco Central (BCRA) sobre la utilización de parte de las reservas, unos 6.569 millones de dólares, para pagar la deuda pública con los acreedores externos. El gobierno de Cristina Kirchner intentó hacerlo por medio de un decreto nacional de emergencia. Este enfrentamiento, por ahora, se ha cobrado su primera víctima: el presidente del BCRA, Martín Redrado, que se negó, alegando la "autonomía" de dicho organismo con respecto a cualquier órgano de gobierno. La derecha aprovechó esta situación para lanzar otra campaña de acoso y desgaste. ¿Cuál es el trasfondo de esta situación?
La crisis económica y social de finales del siglo pasado desencadenó en 2001 el Argentinazo, un movimiento de masas que sacudió de abajo arriba toda la estructura política. Los capitalistas y politiqueros que habían dominado, saqueado y hambreado al pueblo durante décadas vieron el suelo temblar bajo sus pies. Pero las masas de trabajadores, jóvenes desempleados, jubilados, amas de casa y pequeños comerciantes arruinados no tenían ni organización ni programa para salir de la crisis. Fueron a ciegas, mientras los burgueses, tras bambalinas, buscaban "cambiar algo para no cambiar nada". De este impasse político surgió con fuerza el kirchnerismo que, con sus discursos y primeras acciones, marcó distancia del pasado de represión, recortes de derechos y privatizaciones que significaba el menemismo.
Sin embargo, no se trataba de un movimiento de masas como los que llevaron a Hugo Chávez, Evo Morales o Rafael Correa al gobierno en Venezuela, Bolivia y Ecuador, sino de un aparato electoral y caciquil, surgido del propio peronismo en descomposición. Para atraer a los trabajadores y sectores populares utiliza a veces un discurso "antiimperialista" con algunos gestos de "izquierda"; mientras que necesita controlar a los sectores más parasitarios del capital. Pero no se puede controlar lo que no se posee: las palancas fundamentales de la economía siguen en manos de unas pocas familias. Es la contradicción donde se mueven constantemente.
El problema fundamental es que el capitalismo argentino, débil, atrasado y dependiente del capital extranjero no puede sacar adelante al país. Los empresarios han hecho suculentos negocios en los años de crecimiento tras el colapso de 1997-2001, pero no a base de invertir sino de sobreexplotar a los trabajadores con salarios de miseria, con un sector importante de la clase obrera sumergido en la "economía en negro" sin derechos elementales. A día de hoy siguen recibiendo millonarias subvenciones y "ayudas" del Estado, al que no dudan de culpar de todos los males. Desde junio de 2007 hasta julio de 2009 estos "patriotas" fugaron 44.000 millones de dólares al extranjero. Simplemente dejaron de invertir, a sacar todo de la espalda del pueblo trabajador.
Con la crisis económica mundial todas estas contradicciones son llevadas al extremo. Si bien el kirchnerismo mantuvo la estabilidad del sistema capitalista durante algunos años, para un sector de los capitalistas y la oligarquía comienza a ser un estorbo en sus planes de ajuste. Por eso han dedicado gran parte del 2009 a reconquistar el terreno perdido. Pero no es la única preocupación en las altas cabezas pensantes de la burguesía. Sectores importantes del movimiento obrero han adquirido una experiencia importante en luchas y conflictos durante todo este tiempo que ha cristalizado en una nueva capa de sindicalistas jóvenes y delegados anti-burocráticos. La experiencia de los gobiernos Kirchner ha servido para sacar conclusiones avanzadas en estos sectores que comienzan a mirar a la izquierda. Los intentos de construir un partido de los trabajadores desde los sindicatos, especialmente la CTA son un claro indicio. El inicio de una oposición de masas por la izquierda es una posibilidad si los dirigentes de Proyecto Sur, la CTA y la Constituyente Social adoptan una política de clase independiente del gobierno pero sin entrar en el juego de acoso y derribo de la derecha.
Polarización extrema
Aquí es donde hay que ubicar el reciente conflicto entre el Gobierno, la oposición y el Banco Central (BCRA). Si la derecha se opone a pagar la deuda externa con las reservas, es porque quiere hacerlo de otra manera, es decir apretando más las tuercas a los trabajadores, con más impuestos, aumentos y devaluación del peso. El gobierno no quiere hacerlo de esta manera precisamente para no enfrentarse directamente a su base social de apoyo, prefiere seguir "capeando el temporal", hasta las próximas elecciones de 2011. Se trata de una lucha por demostrar quién tiene la mejor receta para gobernar para los poderosos. Si el kirchnerismo apoyado en la burocracia sindical, los "buenos gestos" y las maniobras, o la derecha que quiere "mano dura" y dejarse de rodeos. Esto es un reflejo claro de la polarización política extrema a que está llegando la situación.
La "autonomía" de la que tanto cacarean en la prensa es sólo una hoja de parra para ocultar que estos organismos han respondido siempre a los mandatos de los capitalistas, tanto nacionales como extranjeros, en su saqueo a los recursos generados por la clase trabajadora argentina. En todo el mundo esa misma "autonomía" es la que ha permitido regalar miles de millones de euros del bolsillo de los trabajadores a la banca privada para "salir de la crisis". Pero lo único para lo que ha servido es para crear otra burbuja especulativa que amenaza con arrastrarlo todo al abismo de la depresión.
La tarea fundamental de la izquierda, los activistas y delegados antiburocráticos, sobre todo de la CTA, es oponerse al pago de la deuda externa, denunciando su carácter imperialista. Un plan de lucha en todo el país para oponerse a los despidos y cierres de empresas. Hay que defender la expropiación de la banca bajo control de los trabajadores y el monopolio del comercio exterior, como primeros pasos para expropiar y utilizar todos los recursos fundamentales del país de manera planificada y democrática en beneficio de la mayoría de la sociedad. Pero esto no será posible bajo la barbarie del capitalismo sino luchando por el socialismo.
La crisis económica y social de finales del siglo pasado desencadenó en 2001 el Argentinazo, un movimiento de masas que sacudió de abajo arriba toda la estructura política. Los capitalistas y politiqueros que habían dominado, saqueado y hambreado al pueblo durante décadas vieron el suelo temblar bajo sus pies. Pero las masas de trabajadores, jóvenes desempleados, jubilados, amas de casa y pequeños comerciantes arruinados no tenían ni organización ni programa para salir de la crisis. Fueron a ciegas, mientras los burgueses, tras bambalinas, buscaban "cambiar algo para no cambiar nada". De este impasse político surgió con fuerza el kirchnerismo que, con sus discursos y primeras acciones, marcó distancia del pasado de represión, recortes de derechos y privatizaciones que significaba el menemismo.
Sin embargo, no se trataba de un movimiento de masas como los que llevaron a Hugo Chávez, Evo Morales o Rafael Correa al gobierno en Venezuela, Bolivia y Ecuador, sino de un aparato electoral y caciquil, surgido del propio peronismo en descomposición. Para atraer a los trabajadores y sectores populares utiliza a veces un discurso "antiimperialista" con algunos gestos de "izquierda"; mientras que necesita controlar a los sectores más parasitarios del capital. Pero no se puede controlar lo que no se posee: las palancas fundamentales de la economía siguen en manos de unas pocas familias. Es la contradicción donde se mueven constantemente.
El problema fundamental es que el capitalismo argentino, débil, atrasado y dependiente del capital extranjero no puede sacar adelante al país. Los empresarios han hecho suculentos negocios en los años de crecimiento tras el colapso de 1997-2001, pero no a base de invertir sino de sobreexplotar a los trabajadores con salarios de miseria, con un sector importante de la clase obrera sumergido en la "economía en negro" sin derechos elementales. A día de hoy siguen recibiendo millonarias subvenciones y "ayudas" del Estado, al que no dudan de culpar de todos los males. Desde junio de 2007 hasta julio de 2009 estos "patriotas" fugaron 44.000 millones de dólares al extranjero. Simplemente dejaron de invertir, a sacar todo de la espalda del pueblo trabajador.
Con la crisis económica mundial todas estas contradicciones son llevadas al extremo. Si bien el kirchnerismo mantuvo la estabilidad del sistema capitalista durante algunos años, para un sector de los capitalistas y la oligarquía comienza a ser un estorbo en sus planes de ajuste. Por eso han dedicado gran parte del 2009 a reconquistar el terreno perdido. Pero no es la única preocupación en las altas cabezas pensantes de la burguesía. Sectores importantes del movimiento obrero han adquirido una experiencia importante en luchas y conflictos durante todo este tiempo que ha cristalizado en una nueva capa de sindicalistas jóvenes y delegados anti-burocráticos. La experiencia de los gobiernos Kirchner ha servido para sacar conclusiones avanzadas en estos sectores que comienzan a mirar a la izquierda. Los intentos de construir un partido de los trabajadores desde los sindicatos, especialmente la CTA son un claro indicio. El inicio de una oposición de masas por la izquierda es una posibilidad si los dirigentes de Proyecto Sur, la CTA y la Constituyente Social adoptan una política de clase independiente del gobierno pero sin entrar en el juego de acoso y derribo de la derecha.
Polarización extrema
Aquí es donde hay que ubicar el reciente conflicto entre el Gobierno, la oposición y el Banco Central (BCRA). Si la derecha se opone a pagar la deuda externa con las reservas, es porque quiere hacerlo de otra manera, es decir apretando más las tuercas a los trabajadores, con más impuestos, aumentos y devaluación del peso. El gobierno no quiere hacerlo de esta manera precisamente para no enfrentarse directamente a su base social de apoyo, prefiere seguir "capeando el temporal", hasta las próximas elecciones de 2011. Se trata de una lucha por demostrar quién tiene la mejor receta para gobernar para los poderosos. Si el kirchnerismo apoyado en la burocracia sindical, los "buenos gestos" y las maniobras, o la derecha que quiere "mano dura" y dejarse de rodeos. Esto es un reflejo claro de la polarización política extrema a que está llegando la situación.
La "autonomía" de la que tanto cacarean en la prensa es sólo una hoja de parra para ocultar que estos organismos han respondido siempre a los mandatos de los capitalistas, tanto nacionales como extranjeros, en su saqueo a los recursos generados por la clase trabajadora argentina. En todo el mundo esa misma "autonomía" es la que ha permitido regalar miles de millones de euros del bolsillo de los trabajadores a la banca privada para "salir de la crisis". Pero lo único para lo que ha servido es para crear otra burbuja especulativa que amenaza con arrastrarlo todo al abismo de la depresión.
La tarea fundamental de la izquierda, los activistas y delegados antiburocráticos, sobre todo de la CTA, es oponerse al pago de la deuda externa, denunciando su carácter imperialista. Un plan de lucha en todo el país para oponerse a los despidos y cierres de empresas. Hay que defender la expropiación de la banca bajo control de los trabajadores y el monopolio del comercio exterior, como primeros pasos para expropiar y utilizar todos los recursos fundamentales del país de manera planificada y democrática en beneficio de la mayoría de la sociedad. Pero esto no será posible bajo la barbarie del capitalismo sino luchando por el socialismo.