A una semana de ocurrido el terremoto en Chile los acontecimientos que hemos podido observar por medio de los canales de televisión y la prensa escrita no pueden ser más clarificadores a la hora de poder demostrar el verdadero carácter del modelo neoliberal capitalista y la forma de pensar de los herederos de la sangrienta dictadura militar de Pinochet (1973-1989).

A una semana de ocurrido el terremoto en Chile los acontecimientos que hemos podido observar por medio de los canales de televisión y la prensa escrita no pueden ser más clarificadores a la hora de poder demostrar el verdadero carácter del modelo neoliberal capitalista y la forma de pensar de los herederos de la sangrienta dictadura militar de Pinochet (1973-1989).

Cuando la madrugada del 27 de febrero parte del territorio chileno fue afectado por un terremoto de 8.8 grados (la jornada, 28 de febrero de 2010) lo que quedo al descubierto no solo fueron los daños estructurales y físicos de carreteras, puentes, casas y edificios; sino además de la enorme desigualdad e injusticia social que afecta a ese país producto de la aplicación más descarnada del modelo neoliberal o ultra neoliberal en complacencia entre La Concertación (socialdemócrata) y la derecha heredera de la dictadura militar..

Si bien el terremoto afectó un área geográfica donde vive cerca del 80% de la población de ese país (rebelión, 7 de marzo de 2010), no es menos cierto que los más afectados como siempre, o casi siempre son los sectores populares más pobres, los trabajadores urbanos y habitantes de la costa que en un número de dos millones  han perdido sus fuentes de empleo, su patrimonio familiar y han visto como su gobierno se muestra inoperante e ineficiente al señalar en un principio que lo que se había vivido era un sismo de gran envergadura  (cuando todos los ciudadanos común y corriente hablaban ya de un terremoto) y que Chile no necesitaba de ayuda internacional (La tercera, 28 de febrero de 2010).

Esta ineficiencia llego al extremo de negar la posibilidad de un maremoto en las costas chilenas provocando con ello no sólo la descoordinación a todo nivel regional, municipal y local, sino además entre oficinas de emergencia y la marina chilena, esta última es la responsable directa al levantar la alerta de maremoto propiciando con esto que muchas personas regresaran a la costa momentos antes de la entrada del mar y que hoy no se sepa cuanta gente murió por ese evento. La negligencia criminal viene acompañada por la impunidad que gozan los militares y que tanto le gusta a la derecha chilena al afrontar los juicios sobre violaciones a los derechos humanos cometidos entre 1973 y 1989.

Los que han sobrevivido a la catástrofe natural han visto como ese mismo gobierno se ha demorado 72 horas para llevar la primera ayuda oficial  a la zona más afectada (recordemos que la ciudad de Concepción es la segunda ciudad en importancia después de Santiago). No es de extrañar entonces que trabajadores, mujeres, adultos y niños sin esperar las dadivas del gobierno, carentes de lo mínimo para poder vivir sobrepasara a la policía local y haya salido a  las calles –primero en Concepción, luego en Talca y finalmente en Santiago- a recuperar alimentos, agua, pañales y diversos articules de primera necesidad para resolver sus carencias de falta de comida.

Frente a esta acción donde se ve a gente recuperando leche para la anciana que no tiene agua, aceite para ser intercambiado por arroz y cocinar por grupos familiares pobres, o pañales para la madre que ha dado a luz unos días antes los empresarios prefieren cerrar las puertas y que se pierdan sus alimentos porque como no hay luz desde hace una semana no funciona los cajeros automáticos y la gente no puede sacar sus dineros para comprar. Ergo, no hay ganancia para la burguesía si se muestra solidaria de los problemas de los trabajadores.

Un pueblo movilizado y que hace suyas distintas formas de organización popular para sortear los primeros momentos del terremoto y sobrevivir incluso al gran capital es claramente contrapuesta a la actitud de los dueños del capital que mantienen cerrados los supermercados y farmacias esperando que los medios de comunicación muestren a la presidenta de ese país saliendo en ayuda de los grandes grupos económicos y la burguesía nacional declarando que sería inaceptable el pillaje. (CNN en español 1 de marzo de 2010).Con ello se demuestra que el gobierno ha respondido tardíamente para la ayuda social, pero diligentemente a la hora de defender los intereses de la burguesía nacional, pero además es necesario aclarar este punto con detalle.

Si bien es verdad que existe un lumpen proletariado que aprovecha la desgracia para inconscientemente generar algún tipo de beneficio inmediato sin importar su condición de clase, tampoco es mayoritario ese sector social como para llamar a intervenir a los militares en el control social; lo que sí es cierto, es que es producto de una sociedad basada en el consumo desmedido, en las ilusiones del capitalismo como respuesta a todos los males. Es el gobierno quien, por medio de su política neoliberal quien incentivo el surgimiento de ese lumpen que se aprovecha de cualquier cosa para obtener una televisión de plasma como reflejo de su “éxito” económico.

La alcaldesa de Concepción, el presidente del senado, el intendente de Santiago, el ministro de defensa, todos miembros de la derecha chilena, o miembros del gobierno saliente (los dos últimos) han hecho coro para expresar que frente al desastre natural lo importante es la seguridad pública y por tanto la exigencia de la instauración del toque de queda, de la suspensión de las garantías individuales y el despliegue de las Fuerzas Armadas en un número superior a los 14 mil soldados  en la zona afectada (canal TVN 28 de febrero de 2010, La jornada 7 de marzo de 2010).

Así planteadas las cosas, es indudable no reconocer el carácter de clase que ha asolado al hermano pueblo de Chile, puesto que su impacto mayor se ha concentrado en el pueblo desvalido que no recibían ayuda las primeras 36 o 72 horas de ocurrido el terremoto y que hoy, a más de una semana de ocurrida la desgracia, aún viven en los cerros, en las plazas, sin agua, luz, gas y sin alimentos (Radio Nuevo Mundo).

Pareciera que nuevamente el pueblo chileno se enfrenta a  la lógica fascista de la derecha pos Pinochet, aquella que no duda en imponer el toque de queda, amenazar con allanamientos a las poblaciones, ocupar militarmente parte de su país en una nueva “guerra” que permita instaurar el “ordenar” a la vida civil por medio del uso de la fuerza. Es mantener el orden de los de arriba por medio de la reacción de los de abajo.

Con el terremoto en  Chile (o incluso con el que pueda ocurrir en México) queda al descubierto la perversidad y avaricia de la burguesía no solo en el tema alimentario, sino además en la calidad de la vivienda y la obra pública, son los edificios, puentes y autopistas privadas las primeras en colapsar luego del terremoto, son los celulares de compañías españolas y mexicanas las que no logran establecer la comunicación en Chile.

Construcciones entre 2 y 5 años de terminadas las que se han caído causando la muerte y la pérdida material de los trabajadores, con ello la porfiada realidad nos vuelve a demostrar que la idea del lucro y la ganancia desmedida, a costa de la mala calidad de los materiales, la falta de estudios de sostenibilidad de los terrenos sobre los que se iban a construir y finalmente la seguridad habitacional de los trabajadores no le importa a la gran burguesía.

Es la empresa privada, la privatización extrema de todos los servicios sociales que hoy se encuentran ausente en el país (agua, luz, internet, comunicación celular, carreteras cortadas donde aún se pagan peajes), es el gran capital nacional y trasnacional la que hoy se hace presente en Chile  y demuestra con esto que la poca presencia del Estado en la vida pública del país… ¿habrá que esperar que las leyes del mercado se acuerden de las necesidades de los trabajadores y la resolución de sus problemáticas?.

La prensa (El Siglo, 7 de marzo de 2010) nos informa que se abrirán nuevamente las casas de empeño y entonces viene la pregunta obligada… ¿qué puede empeñar el trabajador humilde que lo ha perdido todo? ¿Cuánto hay que empeñar a sabiendas que los productos de primera necesidad vendidos por las cadenas alimenticias de la empresa privada han elevado sus precios hasta 10 veces su valor real (El gobierno de Bachelet no ve en este comportamiento especulativo ni un robo ni un saqueo, solo la democracia y libre competencia de quien puede especular con el hambre del pueblo)… Es el modelo económico impuesto por medio de una dictadura la que hoy se quita la careta y que este 11 de marzo regresará nuevamente a plantear la presencia militar en las calles como mágica respuesta a todos los males.

Frente a esta política fascistoide y recalcitrante que sigue apelando a mano ajena para imponer la fuerza y el terror de estado frente a los necesitados es que es urgente una alternativa al poder militar, y ahí estudiantes, sindicatos, partidos de izquierda pueden desempeñar un papel fundamental en la organización del pueblo trabajador, organizar comités de necesidades y necesitados que autoorganizados permita afrontar la arremetida de la derecha que solo habla de “nuevos” precarios empleos pero guarda silencio frente a las demandas de mejores salarios, seguridad laboral, derecho a la sindicalización y al contrato colectivo que desde hace años vienen peleando los trabajadores chilenos.

El terremoto en Chile nos vuelve a recordar cómo opera el capitalismo neoliberal en su afán por maximizar las ganancias a costa de la vida de los trabajadores, el terremoto en Chile nos desnuda como piensa y opera la derecha política en aquel país…. más militares en las calles, más orden y seguridad burguesa por sobre la precariedad e inseguridad del pueblo acosado por el robo de la empresa privada.

Quizás sea bueno concluir recordando que Chile es una sociedad basada sobre la desigualdad, de tanta concentración del poder económico y político en unas pocas manos que se está potenciando una bomba de tiempo que al estallar significara que los trabajadores chilenos (y por medio de ellos, todos nosotros) volvamos a recorrer esas amplias alamedas para construir un futuro mejor.

Por un Estado bajo control obrero

Expropiación de la burguesía y autoadministración popular

Por una izquierda marxista que derrote al modelo neoliberal capitalista

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