La corriente marxista El Militante y la campaña de solidaridad con la revolución venezolana Manos Fuera de Venezuela (MFV) tomamos con la dos manos el llamamiento hecho por Singetram a la clase obrera internacional y a las organizaciones de izquierda para que apoyen la justa lucha de los trabajadores de MMC Automotriz en Venezuela. Estos trabajadores están haciendo frente al despido masivo y la destrucción del sindicato que pretende la multinacional. Esta lucha tiene una trascendencia política enorme ya que los trabajadores de Mitsubishi son una de las puntas de lanza de la revolución venezolana. La campaña de solidaridad dentro de Venezuela está siendo muy exitosa. Recientemente la central sindical bolivariana, UNETE, aprobó una resolución denunciando "la sistemática arremetida antiobrera y antisindical por parte de la transnacional japonesa Mitsubishi (MMC), con el apoyo evidente de autoridades regionales y nacionales del Ministerio del Poder Popular para el Trabajo y la Seguridad Social en contra de las y los trabajadores de esta empresa capitalista y explotadora". La Corriente Marxista Revolucionaria (CMR) está impulsando una campaña de actos por todo el país. Desde estas páginas hacemos un llamamiento a envíar resoluciones de solidaridad con los trabajadores de MMC y la revolución venezolana.
MMC Automotriz es una filial de la multinacional japonesa Mitsubishi que fabrica los vehículos Mitsubishi, Hyunday y Fuso en Venezuela. Su factoría emplea a 1.400 trabajadores y está ubicada en la zona industrial Los Montones, Barcelona, estado Anzoátegui. En 2004 los trabajadores organizaron un nuevo sindicato, Singetram, que derrotó en las elecciones sindicales al viejo sindicato patronal impulsado por Acción Democrática. Desde ese año viene dando una pelea por la mejora de la situación, los derechos, y la salud laboral de los trabajadores de MMC.
En enero de 2009 comenzaron una lucha contra la tercerización en la planta, batallando por conseguir la absorción en plantilla de la subcontrata Induservis, con 135 trabajadores que trabajaban en peores condiciones y con menos derechos que los trabajadores de MMC. Junto a estas reivindicaciones se reclamaban los derechos de los más de 300 trabajadores afectados por enfermedades ocupacionales fruto de las malas condiciones de trabajo y de la maquinaria obsoleta.
Ante la intransigencia de la empresa en aceptar estos reclamos los trabajadores toman las instalaciones de la empresa como medio de presión frente a la multinacional. Esta decisión se realizó, el 9 de enero de 2009, a través de un referéndum en el que se aprobó dicha acción con más de 1.000 votos. Ante esta situación, la gerencia de MMC, constituida por personas que estuvieron implicadas en el paro petrolero de 2002-2003 contra el gobierno de Hugo Chávez, decide desalojar violentamente la planta. Para ello, se vale de dos jueces corruptos y de la policía del estado Anzoátegui que, violentando la ley regional y nacional que prohíbe portar armas de fuego en marchas o protestas públicas, deciden desalojar por la fuerza a los más de mil trabajadores que custodiaban la planta.

Masacre del 29 de enero de 2009

Durante dos horas y media los trabajadores resisten heroicamente la arremetida de 60 policías armados, que disparan a los obreros indefensos dentro de la planta. La violencia policial lleva a la muerte de dos trabajadores: José Marcano, de MMC, y Pedro Suárez, de la empresa MACUSA, que acudió a solidarizarse con la lucha de los trabajadores de MMC. La policía no consiguió entrar en la factoría.
Tras tres meses de toma los trabajadores consiguen un acuerdo en el que se cumplen la mayor parte de sus reivindicaciones. Sin embargo, a lo largo de 2009 la gerencia de MMC se fijó como objetivo acabar con los trabajadores organizados. A día de hoy, aunque se ha encarcelado a policías que participaron en los asesinatos, los autores intelectuales de los crímenes siguen impunes. Por otro lado, la creciente organización de los trabajadores dentro de la empresa y el punto de referencia de lucha en que se han convertido ha hecho que la multinacional incremente su hostigamiento, actitud compartida por sectores burocráticos del aparato del Estado que tratan de frenar la revolución socialista en Venezuela, y que ven el ejemplo de los trabajadores de MMC como un peligro que puede extenderse.

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