Militante.— Se acaba de publicar el libro Singetram. Nueve años de control obrero en la Revolución Bolivariana. ¿Qué ha motivado a la junta directiva del sindicato escribir este libro?
Félix Martínez.— El objetivo es reflejar las lecciones que hemos sacado en esta gran lucha contra las políticas explotadoras de la trasnacional MMC Automotriz (Mitsubishi), aliada con la burocracia derechista inserta en el seno de la revolución bolivariana. Era importante elaborar un libro que recogiera la experiencia de lucha de estos años y queremos que sirva como una fuente de inspiración más para el movimiento obrero regional [MMC está en el Estado de Anzoátegui], nacional e internacional. También quiere mostrar el nivel de conciencia que tenemos los obreros para enfrentar al capitalismo y lo importante que es para la revolución bolivariana acabar con las estructuras del estado burgués y tomar el poder realmente, construyendo un estado socialista bajo control y planificación de la clase obrera.
EM.— ¿Cuál fue el origen de la lucha y en qué momento se encuentra ahora?
FM.— Los obreros hemos estado sometidos muchos años bajo el yugo de una dirigencia sindical (CTV) burócrata, reformista, antiobrera y antidemocrática que no permitía que los trabajadores de base expresaran sus inquietudes, críticas y reclamos, frenando constantemente sus ganas de luchar. Llegaron inclusive a aliarse con la burguesía nacional (en el paro empresarial de 2002) para sacar al presidente Chávez del gobierno, aunque fueron derrotados por las masas obreras. Después siguieron, junto a los patronos, aplicando una política de empeoramiento de la condiciones de los trabajadores en los convenios colectivos dentro de las empresas, con desmejoras del 50% del salario, despidos de trabajadores y aumento de la producción en un 150%. Toda esta situación generó en los trabajadores de base la necesidad de organizarnos y tomar con las dos manos el apoyo del presidente cuando decretó la inamovilidad laboral, entonces dimos el paso a constituir un nuevo sindicato, Singetram.
A partir del 13 de marzo de 2003 iniciamos una batalla sin descanso contra las agresiones de los capitalistas, por el avance de la revolución y la construcción de un sindicalismo revolucionario y clasista. Actualmente nos encontramos con una lucha de resistencia a las agresiones violentas que ha desatado esta transnacional, apoyada por sectores del aparato de Estado, que en 2009 asesinaron a dos camaradas obreros, Pedro Suárez y Javier Marcano, utilizando los órganos de represión policial contra una protesta pacífica que exigía el derecho al trabajo estable de 138 trabajadores. Esta acción violenta, continuó con el despido de 11 directivos sindicales, más de 500 obreros entre enfermos ocupacionales, delegados de prevención de la salud y seguridad laboral y delegados sindicales; además, tenemos 35 compañeros amenazados por la fiscalía pública por supuesta violencia de género, al igual que la amenaza de cárcel que sufren siete camaradas ante el Tribunal Penal por supuestos daños genéricos y violencia privada contra las instalaciones de la empresa, por último ocho compañeros ex dirigentes sindicales nos encontramos a la espera de la decisión del caso de despido laboral que se encuentra en el Tribunal Supremo de Justicia. Sólo contamos con el respaldo de la clase obrera y esperando que la dirigencia sindical de nuestra central, la Unión Nacional de Trabajadores (UNETE), entienda que esta lucha no es contra una persona, es la agresión contra todo el movimiento obrero revolucionario.
Ahora vamos a lanzar una campaña con el libro, para explicar el modelo sindical revolucionario de base que defendemos, para ganar el mayor apoyo posible a estas ideas y contra la burocracia reformista, que pretende mantener divididos a los trabajadores.
EM.— ¿Qué impacto ha tenido vuestra lucha en el movimiento obrero venezolano?
FM.— Se ha transformado en un gran símbolo de resistencia, lealtad, responsabilidad y compromiso con la clase obrera y la revolución bolivariana, convirtiéndose en estos momentos en un buen ejemplo de lucha y de cómo los revolucionarios debemos llevar a delante el proceso. Las organizaciones que antes temían en acercarse a nosotros, por todo el desprestigio impulsado por esta trasnacional y dirigentes reformistas-“bolivarianos”, está quedando en el pasado. Hoy en día muchos camaradas nos piden apoyo y orientación para comprender qué está pasando en la revolución bolivariana y cómo actuar. Somos un referente regional y nacional de lo que muchos trabajadores de base quieren de sus organizaciones sindicales.
EM.— ¿Cuáles son los retos del movimiento sindical en Venezuela?
FM.— La tarea principal, a mi considerar, es que asuma un programa para empezar la construcción inmediata del socialismo en Venezuela, partiendo de la toma y ocupación de fábricas, bancos y tierras bajo control obrero, retomando el planteamiento hecho por el presidente Hugo Chávez en 2005: “Empresa cerrada, empresa tomada”. Implementar en estas empresas los consejos de trabajadores para que, junto a las comunas, administren las empresas, donde el máximo organismo de decisión sea la asamblea de trabajadores, donde se elijan y revoquen los cargos de dirección, se aprueben los salarios de éstos sin que superen el de un trabajador cualificado y realicen la presentación de informes trimestrales o semestrales del desarrollo de la empresa, para que todo lo importante dependa de lo considerado por la asamblea general de trabajadores y poder luchar contra los vicios dejados por el capitalismo: corrupción, burocratismo, oportunismo, etc. La UNETE debe montarse en esto y hacer un llamado nacional a las diferentes organizaciones sindicales para llevar adelante estos objetivos de forma organizada, con un plan de lucha unificado hasta lograr concretar un Estado socialista donde se planifique la economía socialista, que debe tener como fin satisfacer la necesidades del pueblo trabajador, y así darle una respuesta contundente al saboteo de los banqueros y latifundistas, reivindicando a los innumerables obreros y campesinos asesinados por la oligarquía proimperialista, convirtiéndonos en un ejemplo alternativo para el movimiento obrero de los diferentes países del mundo que sufren la peor crisis del capitalismo.
A diez años del golpe de Estado, derrotado por la acción revolucionaria de las masas, contra el presidente Hugo Chávez, la urgente tarea, para cortar cualquier peligro de contrarrevolución y satisfacer plenamente las necesidades de la mayoría de la sociedad, es acabar con el capitalismo.
EM.— ¿Qué opinas de la situación en Europa y qué lecciones de la experiencia latinoamericana podemos extraer los trabajadores europeos?
FM.— Me recuerda mucha la situación que vivimos los venezolanos en los años 80 y 90, que generó el Caracazo. Siendo un país petrolero teníamos que pagar un alto costo del pasaje en el trasporte público y privado, en los alimentos… muchos niños y adultos mayores murieron en los hospitales por hambre, enfermedades, falta de medicamentos. Los jóvenes no veíamos posibilidades de un futuro digno, la explotación a la clase obrera era brutal, el salario no alcanzaba para nada, era un pueblo que estaba muriendo en la calle y observaba como sus dirigentes políticos y sindicales, Acción Democrática y CTV, se enriquecían a merced del pueblo pobre. Hoy, ver y escuchar de los propios trabajadores y jóvenes en Alemania o en España sus inquietudes, críticas y molestias contra las políticas de sus gobiernos, me refleja el pasado venezolano. Ahora vemos cómo, de la mano del FMI y el BM, se está aplicando la misma política en los países europeos. No me queda duda de que el capitalismo es igual en cada rincón de nuestra tierra, que su existencia está basada en la explotación de la clase obrera. Utiliza todas sus herramientas para manipular con cualquier tema, mantener dividido y con miedo al proletariado mundial.
Pero a pesar de todo, considero que es un momento magnífico para el movimiento de las masas obreras, para que se mantenga en movilizaciones y rebeldía constante contra el sistema. No podemos permitir que aumente la agresión, los despidos, los recortes de nuestros beneficios sociales y la parálisis de la economía por su crisis de sobreproducción. Debemos llevar la lucha el final, ganar y tomar el poder, basándonos en un programa que expropie a los capitalistas y desarrolle una economía planificada bajo el control de los trabajadores. Para ello es necesario recuperar las ideas marxistas para el movimiento obrero internacional.

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