A cuatro meses de las decisivas elecciones del 7 de octubre, vemos incrementarse el sabotaje y las maniobras desestabilizadoras por parte de la burguesía y los imperialistas. Por otro lado, dentro del campo revolucionario crece la inquietud y la discusión acerca de qué programa y métodos defender para completar la revolución.
¿Cómo garantizar la victoria el 7 de octubre?
El principal obstáculo que enfrentan los planes contrarrevolucionarios y la causa principal de que no hayan podido aplicarlos hasta ahora (ni por vías violentas ni por las electorales o “democráticas”) es la movilización y conciencia revolucionaria de las masas en Venezuela y el apoyo a nuestra revolución en el resto de Latinoamérica. Sin embargo, ese apoyo sólo continuará y aumentará si se toman las medidas que resuelvan definitivamente los problemas de las masas: falta de vivienda digna, inflación, tercerización, corrupción, burocratismo, etc. Muchos trabajadores que, respondiendo al llamado del presidente Chávez, han tomado y recuperado sus empresas y están luchando por implementar el control obrero, construir sindicatos revolucionarios, etc., se encuentran en este momento despedidos, perseguidos y amenazados por los empresarios con la pasividad e incluso apoyo de las inspectorías de trabajo, el Ministerio de Trabajo y otros organismos del Estado. En muchas empresas e instituciones públicas gerentes y burócratas que se dicen bolivarianos aplican políticas antiobreras similares a los empresarios privados. Cuando las organizaciones campesinas, el movimiento de pobladores y hasta delegados gubernamentales intentan tomar posesión de tierras que han sido expropiadas sufren agresiones y saboteo de los terratenientes con la connivencia de mandos policiales y militares, o de los tribunales. Si esta situación continúa la revolución estará cada vez más amenazada. Los resultados de las últimas convocatorias electorales, con el aumento de la abstención dentro del campo bolivariano, son un aviso importante.
La enfermedad de Hugo Chávez es otro factor de inquietud y preocupación para las bases revolucionarias. Los contrarrevolucionarios, con su cinismo habitual, utilizan la enfermedad para organizarse mejor y tomar posiciones dentro del estado. También la quinta columna burocrática, el “chavismo sin Chávez”, ve en la enfermedad del presidente una oportunidad para empujar la revolución a la derecha y descarrilarla. Debemos denunciar y combatir cada maniobra que organizan los imperialistas y contrarrevolucionarios desde fuera pero igual de importante es comprender que el enemigo que más daño está consiguiendo hacer a la revolución actualmente es la quinta columna burocrática, que reprime y ataca a la izquierda revolucionaria y desorganiza y sabotea la producción mediante la corrupción, la arbitrariedad y la desmoralización que siembra entre sectores de las masas.
Ganar en las urnas es sólo el primer paso. Mientras los capitalistas mantengan la propiedad de la mayor parte de las empresas, según el BCV un 77,5% del PIB no petrolero sigue en sus manos, y el Estado no sea un estado revolucionario dirigido por los trabajadores y el pueblo cualquier medida progresista será contestada por la burguesía con la desestabilización y el sabotaje.
Defender la revolución del sabotaje capitalista y burocrático
La LOTT, cuya aprobación ha sido saludada con entusiasmo por amplios sectores de las masas, será otro ejemplo de lo anteriormente afirmado. Lo más importante de esta ley es que estimulará la lucha por llevar la revolución al interior de las empresas. Animados por los avances que incluye: fondo de pensiones, prohibición de la tercerización, mención de los consejos de trabajadores, etc., los trabajadores intentaremos hacer que esos avances se apliquen y luchar por otras reivindicaciones importantes que faltan: reducción de jornada laboral a 30 horas, medidas concretas que desarrollen el control obrero, etc. Enfrente, los empresarios ya han puesto el grito en el cielo contra la ley e intentarán sabotearla. Pero también muchos burócratas y gerentes de empresas estatales intentarán que la prohibición de la tercerización y otros derechos sean papel mojado.
El futuro de la revolución dependerá de quién se imponga en esta lucha. La clave para vencer es que los trabajadores más avanzados sepamos ganar el apoyo mayoritario del resto de la clase obrera y poner a ésta al frente de la revolución para desarrollar el control obrero en el conjunto de la economía y el estado y derrotar a los capitalistas y la burocracia. La UNETE y el Movimiento por el Control Obrero, como organizaciones que agrupan a una parte de los trabajadores más avanzados, deben proponer a la nueva central bolivariana un frente único que impulse la unidad en la acción de todos los colectivos obreros y populares para organizar la lucha contra el sabotaje contrarrevolucionario, impulsando los consejos de trabajadores en todas las industrias públicas y privadas, tomando todas las fábricas donde los empresarios se nieguen a aplicar la LOTT y otras leyes revolucionarias, combatiendo todos los ataques.