Tras esta victoria aplastante es necesario marchar al socialismo expropiando a los capitalistas.
En las elecciones presidenciales realizadas el pasado 17 de febrero en Ecuador resultó reelecto, con un 57,67% de los votos, Rafael Correa por la Alianza País, con una ventaja sobre el candidato de la burguesía de 33,7 puntos. Estos resultados tras cinco años de gobierno expresan la vitalidad de la revolución en América Latina y particularmente en Ecuador, mostrando como las políticas en beneficio de los trabajadores y los pobres que ha aplicado Correa y la disposición de las masas a la lucha, dan una nueva oportunidad para llevar hasta el final la revolución socialista en el país.
La victoria de Correa supone un nuevo golpe al imperialismo y el capitalismo en la región, lejos de manejar gobiernos títeres y plegados a sus intereses tal como ha sucedido durante décadas en esta zona, ahora se encuentra con un rechazo por parte de los trabajadores y campesinos. Al imperialismo norteamericano no le han gustado estos resultados electorales; el 28 de febrero, pocos días después de la victoria de Rafael Correa, la Secretaria de Estado adjunta para Latinoamérica de EEUU, Roberta Jacobson, en el marco de su campaña contra la revolución latinoamericana, señalo cínicamente “que su país seguirá defendiendo la democracia", léase, los intereses de los empresarios y de los grandes monopolios en el continente ante los "líderes populistas que son impacientes o irrespetuosos" con ella.
Las claves de estos resultados se hallan en la recuperación de buena parte de los ingresos de la nación (fundamentalmente petroleros y mineros), que estaban en manos de las grandes compañías multinacionales y de la burguesía ecuatoriana. El gobierno de Rafael Correa ha obligado a las multinacionales a firmar acuerdos favorables para los trabajadores y el pueblo. Bajo el gobierno de Correa el 80% de la renta del petróleo y el 60% de la minería (es el más elevado del mundo) va a parar a las manos del Estado ecuatoriano, después buena parte es distribuido en planes sociales para los más pobres. Anteriormente a Correa las multinacionales petroleras se embolsaban el 85% de esos beneficios.
Esta política favorable a los trabajadores condujo a numerosos conflictos con el imperialismo y la derecha ecuatoriana, que desembocaron en el fallido golpe de estado del 10 de febrero de 2010. Un ejemplo del enfrentamiento con las multinacionales es la escandalosa sentencia de febrero de este año, mediante un laudo de las Naciones Unidas de la Comisión Permanente del Tribunal de La Haya, exige a Ecuador la no ejecución de la demanda de 30.000 agricultores por daños ecológicos en la Amazonia contra la multinacional petrolera Chevron -antes Texaco-, que provocó la contaminación de la región entre 1964 y 1990. En esta sentencia, que ahora desde La Haya se pretende echar atrás, la justicia ecuatoriana condenó a la multinacional al pago de 19.000 millones de dólares en concepto de indemnizaciones. El gobierno ecuatoriano junto al resto de gobiernos que conforman el ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América), ha denunciado esta sentencia del tribunal de La Haya como una agresión contra el país a favor de una multinacional explotadora y expoliadora de los recursos naturales.
Avances sociales
Desde diversos organismos internacionales se han señalado los avances sociales conseguidos bajo el gobierno de Rafael Correa. La pobreza extrema que afectaba al 60 por ciento de la población en los años 90 ahora no supera el 25 por ciento, en 2006 el 10 por ciento de la población más rico acumulaba 28 veces más renta que el 10 por ciento más pobre, en 2011 esa diferencia se redujo 10 veces. Las familias ecuatorianas pueden cubrir un 93 por ciento de la canasta básica con sus ingresos, mientras que antes de 2007 solo llegaba al 60 por ciento. Todo ello es fruto de los planes sociales para los sectores más pobres, como el Bono de Desarrollo Humano para cerca de 1,8 millones de personas, además de la extensión de sanidad y la educación públicas y gratuitas. Todas estas medidas le han proporcionado un apoyo de masas.
Al igual que en Venezuela o Bolivia, estos resultados electorales muestran la enorme debilidad de la burguesía, su pérdida de base social y las grandes posibilidades para llevar a cabo una autentica revolución socialista en todo el continente. Correa ha prometido tras las elecciones una profundización en la revolución y al igual que Chávez en Venezuela, ha señalado el socialismo como una salida a la crisis capitalista, (“el camino de Ecuador es la revolución y el socialismo del siglo XXI” declaró tras la victoria), criticando las políticas de la derecha. Estas elecciones le dan una mayoría suficiente, más de dos tercios, también consigue mayoría en la Asamblea Nacional, con 91 de los 137 curules, estos resultados le permiten sortear el sabotaje y las trabas que sufrió durante su anterior legislatura.
Futuro de la revolución
Actualmente la economía crece a un 5% anual auspiciada por los elevados precios de las materias primas en los mercados mundiales, como sucede con Venezuela o Bolivia, en concreto el precio del petróleo y de los productos de la minería. El auge revolucionario de las masas y la debilidad de la burguesía junto a la política ofensiva contra las multinacionales, ha permitido aplicar medidas reformistas que sin romper con el capitalismo (esto es expropiando la banca y grandes empresas, y planificar la economía bajo control de la clase trabajadora) han permitido llevar a cabo una política en beneficio de los trabajadores y los pobres.
Aún así, la revolución ecuatoriana sigue bajo amenaza. La burguesía ecuatoriana mantiene su poder económico intacto, el Estado ecuatoriano sigue siendo burgués y por ello fuente constante de amenaza para cualquier política progresista en beneficio de las mayoría de la población. Los intentos de sabotaje de la burguesía internacional han sido por ahora resueltos satisfactoriamente por el gobierno de Correa. En 2008 el gobierno decreto el impago de la deuda externa que llevo al cierre para Ecuador de los mercados internacionales de deuda. Esta situación lejos de convertirse en una catástrofe ha permitido equilibrar sustancialmente sus cuentas públicas. Ecuador contó también con el crédito de China que se ha convertido en el principal prestamista del país.
El futuro de la revolución ecuatoriana está ligado a los precios del petróleo dependientes de los vaivenes del mercado mundial. Ante una bajada en el precio del petróleo, el gobierno de Correa tendrá menos margen para una política de reformas dentro del capitalismo y por ello el choque entre las clases se acentuará. La tarea de la clase obrera ecuatoriana es prepararse, al mismo tiempo que apoya al gobierno de Correa y a Alianza País contra el imperialismo y la burguesía, debe señalar de un modo positivo los aspectos débiles, reformistas de su gobierno, marcando cual debe ser la auténtica política socialista que debe poner en práctica el gobierno, y allí donde los trabajadores puedan, llevarla por sí mismos adelante. Con ello se sentarán las bases para que los próximos enfrentamientos con la burguesía terminen con la victoria de los trabajadores y los pobres en una autentico régimen socialista.