mexico-manifestacion-655x435La derecha en México domina la inmensa mayoría de los puestos de elección popular. Actualmente, el PRI tiene la gubernativa de 20 Estados, el PAN seis, y el partido verde uno. De un total de 32 entidades Federativas (31 estados más el DF), la derecha domina el 84% de éstas. En la cámara de senadores entre el PRI, PAN, Verde y Nueva Alianza suman 100 escaños de un total de 128 (78%). En cuanto a diputados la historia se repite, pues estos mismos partidos aglutinan 365 curules de los 500 (73%). Y por si fuera poco la presidencia ha sido ganada por el PRI mediante otro fraude histórico.  A partir de ello puede generarse la falsa impresión de que la derecha mexicana, sea cual sea su filiación partidista, tiene una amplia capacidad de acción para seguir con sus planes de ataques a los trabajadores y pasar como locomotora por encima del movimiento obrero. Pero la realidad es que el nuevo gobierno de Peña Nieto es débil y tiene frente a sí a un proletariado que ha acumulado una profunda rabia.

Doce años sin paz social

Los doce años pasados han estado marcados por profundos conflictos de clase que han acabado por destruir una de las apuestas más importantes de la burguesía: el PAN.  La llegada de Fox al poder en el año 2000 provocó un periodo breve de confusión entre un sector de los trabajadores, después de 71 años la tan ansiada derrota electoral del PRI finalmente se lograba, pero al mismo tiempo el candidato identificado con la izquierda había sido derrotado ¿Qué significaba ello? ¿Era un paso al frente o un paso atrás? La confusión fue más grave debido a que los principales dirigentes de izquierda no explicaban claramente que el PAN era la nueva cara de la derecha. Personajes del PRD como Jesús Ortega y Amalia García se llenaban la boca con frases de “apoyo a la transición democrática”, el subcomandante Marcos, que en aquel entonces gozaba de un peso político muy importante entre la izquierda, también abonó a la confusión en una carta dirigida a Fox le planteó a nombre del EZLN “(…) con los zapatistas, usted parte de cero en credibilidad y confianza. Esto significa que no tiene que remontar, todavía, nada negativo (porque es justo señalar que usted no nos ha atacado). (…) puede usted, partiendo de ese cero, empezar a construir con hechos lo que todo gobierno necesita en su labor: la credibilidad y la confianza”. A pesar de ello la gran fiesta de la democracia burguesa en México y toda la verborrea sobre los cambios que vendrían cayeron poco tiempo después por su propio peso.

En este nuevo periodo vimos transformaciones muy importantes que impactan decisivamente en la estabilidad del actual gobierno peñista: la gran estructura corporativa sindical y campesina que el PRI había usado por décadas para controlar al movimiento social entró en franca decadencia, y vinculado a ello el sector campesino aparece en la escena levantando demandas contra los proyectos de la derecha y protagonizando movilizaciones muy importantes; en el periodo histórico del PRI esto era imposible siquiera de pensar. Este es un aspecto decisivo, el PRI en estos momentos no cuenta con todo ese entramado social y no puede, por simple voluntad propia, volver a rearmarlo con toda la fuerza del pasado. Un ejemplo sobre el posible impacto de esta situación en el gobierno de Peña Nieto es el caso del sindicato minero que, a pesar de tener una dirección directamente vinculada al viejo charrismo sindical, ha protagonizado huelgas y jornada de lucha que han puesto en jaque al panismo. Actualmente un sector de la intelectualidad de izquierda supone a priori que el regreso del PRI ha de ser avasallante, pero al afirmarlo olvidan que una de las principales armas priistas ya no existe.

En el foxismo el ambiente de lucha social tuvo una tendencia siempre a la alza, los trabajadores del IMSS, los profesores, los campesinos marcaron este periodo. Los intentos de privatizar PEMEX, de grabar alimentos y medicinas, etc, tuvieron una respuesta organizada en las calles y si bien no fue posible frenar por completo las contrarreformas también es cierto que estas no pudieron ser tan profundas como originalmente estaba planeado. Hacia mediados del 2005 y todo el 2006 México vivió una crisis revolucionaria a tono con lo que ocurría en el resto del continente; la lucha contra el desafuero de AMLO movilizó a miles de trabajadores, jóvenes y campesinos por todo el país, luego en el 2006 los mineros protagonizaron una huelga muy poderosa en todo el país.  Poco después en Oaxaca el magisterio encabezó una lucha que por un periodo logró arrebatarle el poder al gobierno estatal; las principales estaciones  de radio comercial y la televisión estatal fueron tomadas por el movimiento; la seguridad pública estaba a cargo de las brigadas; por las noches toda la capital oaxaqueña quedaba paralizada por las barricadas, cientos de trabajadores se apostaban en cada calle y enfrentaban físicamente a las fuerzas represoras del estado que pretendían frenar el movimiento. Aquello fue una auténtica insurrección proletaria.

Todo ello fue el preludio para el estallido social más poderoso que habíamos visto en nuestro país: la lucha contra el fraude electoral de 2006.  Ya no miles, sino Millones de trabajadores, jóvenes y campesinos se movilizaron por todo el país; el plantón que se realizó en las calles centrales del DF rebasó el nivel de lucha que originalmente quería la dirección del PRD y AMLO. Las masas explotadas querían no sólo un plantón sino además debate a fondo y sobre todo una lucha que llegara a las últimas consecuencias. Estas experiencias de lucha fueron tan profundas y son tan recientes que se mantienen en la conciencia de la clase trabajadora y constituyen una poderosa fuente de lecciones con la cual los trabajadores han de salir a la calle para enfrentar los nuevos ataques.

Calderón asumió la presidencia en el marco de una profunda rabia social que lo acompañó desde que tomó el poder hasta el último día de su gobierno; a pesar de ello el espurio de Calderón logró dar golpes al movimiento obrero como la extinción de LyFC que además se tradujo en un ataque directo al SME, uno de los sindicatos más combativos a nivel nacional. Si en el segundo gobierno panista las movilizaciones no superaron ni mantuvieron el mismo nivel que el gobierno de Fox fue gracias a la colaboración de un sector de los dirigentes sindicales y a que los dirigentes de los partidos de izquierda prefirieron lanzar una política totalmente electoral, “ya vendrán las nuevas elecciones y entonces retomaremos lo perdido ahora”. La acción conjunta entre los sindicatos y la base de los partidos como el PRD y PT, con AMLO a la cabeza, nunca se dio, este fue el elemento fundamental que permitió al calderonismo avanzar en sus proyectos.

La debilidad del régimen calderonista queda expuesta por la cantidad de derrotas electorales que lograron a pesar de haber actuado de la manera más cínica para imponer a sus candidatos. En el 2007 el PAN gana sólo una gubernatura de las tres que estaban en juego, en el balance general de las elecciones (en 14 estados a nivel diputaciones y alcaldías) el PRI es la primer fuerza en 10 estados, mientras que el PAN sólo en dos al igual que el PRD. Al año siguiente la elección en cinco estados pone de nuevo al PAN en tercera posición de votos recibidos, en ninguno de ellos obtiene más del 25% de los votos, mientras en Guerrero obtiene 9% lo cual constituye la cifra más alta de votos obtenidos en el Estado. En 2009 el PAN alcanza a ganar una gubernatura de las seis que celebran votaciones, y en las diputaciones federales pierde una fuerza importante al pasar de 206 a 143 representantes, la derrota era inocultable y el partido del presidente de la República pierde aproximadamente 5 millones de votos. Estos resultados fueron la guillotina que cortó la cabeza de Germán Martínez quien hasta ese año fungió como fiel representante de Calderón al frente del partido. Agobiado por las derrotas, Calderón lanzó la política de alianzas con el PRD en algunos estados, la táctica provocó un debate muy serio dentro del partido, situación que se agravó pues finalmente ni siquiera ello le permitió repuntar: de las 12 gubernaturas que se disputan en 2010 sólo ganaron tres de ellas. El ala panista disidente responde con un golpe a Calderón, Cesar Nava es reemplazado por Gustavo Madero al frente del partido. Finalmente, para cerrar con broche de oro, en las elecciones del 2011 el PAN gana una gubernatura de siete que están en juego mientras el PRI reafirma su poder con seis gobiernos para sus arcas; las dos cerezas del pastel (no podía ser de otra forma) fueron los resultados en el Estado de Guerrero donde el PAN pierde su registro local por obtener menos del 2.5% de las votaciones y las batallas interpanistas en el estado de Michoacán debido a que Calderón impuso a su propia hermana como candidata a la gubernatura que, claro está, perdió ante el PRI.

Desde el primer año de su gobierno Calderón acumuló derrota tras derrota lo cual no puede explicarse sino por la profunda debilidad del gobierno de derechas. Y si bien por el otro lado el PRI fue el gran triunfador, prácticamente ganándolo todo, ello no fue gracias a sus propias fuerzas sino a que en los hechos los partidos de izquierda renunciaron a dar una lucha seria incluso en el terreno meramente electoral; las alianzas PRD-PAN, el dominio de los chuchos al frente del PRD y las tibias y absurdas campañas electorales de la izquierda, como la del Estado de México en 2011, permitieron al PRI ir construyendo ese poder que luego harían efectivo en el fraude del 2012.

PAN versus PAN y viceversa

PAN y PRI son dos partidos que representan las distintas tendencias, intereses y tácticas de una misma burguesía. Ahora más que nunca necesitan de una acción conjunta, sin embargo, uno y otro se han golpeado duramente acusándose de corrupción, vínculos con el narco y otras tantas oscuras acciones que por supuesto son verdaderas. Calderón no escatimó recursos para regresar las ofensas, recordemos el increíble operativo militar que acabó con el encarcelamiento de Jorge Hank Rhon (2011), los priistas también respondieron el favor de la misma forma. Estos conflictos, y otros tantos, reflejan las divisiones en el seno de la burguesía y constituyen un campo minado para los planes que Peña Nieto pretende lanzar. Pero aún suponiendo que dichos conflictos no existieran el PRI tiene ahora, o pretende tener, como apoyo a un PAN enfrentado consigo mismo y con una militancia en desbandada.

En las elecciones pasadas de julio del 2012 el PAN perdió la presidencia y cinco gubernaturas de las seis que estaban en juego (cifra que se suma a las derrotas pasadas), Santiago Creel reconoció que una de las causas de los resultados fueron las “divisiones internas”. Este mismo personaje declaró en repetidas ocasiones que  a la candidata panista a la presidencia, Josefina Vázquez Mota, se le dejó sola hasta muy entrada la contienda electoral. Se refería concretamente a que Calderón y todo su grupo no le dio el respaldo que se debía, pues el candidato del presidente era Ernesto Cordero.

En este contexto electoral Javier Lozano (actual senador por Puebla, ex secretario del trabajo y uno de los hombres más importantes de Calderón) calificó a Vicente Fox de “miope, torpe, cínico, cobarde, miserable, convenenciero y golpeador peñista” todo ello en respuesta al apoyo que el ex presidente brindó al PRI durante la campaña electoral del 2012. El dividendo fue un hecho inédito en la historia de la derecha, Fox es el primer expresidente de la República que queda fuera, por partida doble, de su propio partido; el proceso de expulsión que tenía en contra acabaría, según se veía el desarrollo del caso, dejándolo fuera de las filas panistas pero luego el proceso de expulsión quedó anulado porque el expresidente no refrendó su militancia en el PAN.

En el reciente proceso de refrendo de afiliación (enero 2013) el PAN ha perdido 86% de su militancia, el caso es doblemente grave por todos los procesos internos de expulsión que existen contra miembros y simpatizantes acusados de apoyar a otros partidos. En Jalisco la lista de candidatos a expulsión suma un total de 500 miembros activos y adherentes, se incluye a seis diputados locales lo que implica que quedarán con sólo 8 legisladores locales. En Querétaro se pretende expulsar a 480, en el Estado de México a cerca de 40 mil (50% de su militancia estatal). A ello se le suma un ambiente de desobediencia interna que incluye a personajes históricos como Diego Fernández Ceballos.

En otro hecho inédito Manuel Espino, expresidente interno del partido (2005-2007), fiel y duro defensor del programa panista, además de responsable de llevar a Calderón a la presidencia, fue expulsado de manera vergonzosa. Otra salida histórica del panismo la protagonizó en 2010 Fernando Gómez Mont quien fue fundador e ideólogo del partido, las razones de fondo fueron las de sus discrepancias con el equipo y la táctica electoral del Calderonismo. Por otra parte la lista de los “pesos pesados” panistas que han preferido abandonar el barco parece no tener fin, en 2012 Rogelio Sada Zambrano, importante empresario de larga militancia panista, renunció dejando en la mesa una sentencia muy dura: “el PAN está muerto”; en ese mismo año Manuel Clouthier, hijo del histórico dirigente panista, hace lo propio lanzando fuertes acusaciones a Calderón sobre la guerra del narco y las mentiras que están detrás. Más recientemente, otros panistas han preferido no reafiliarse al partido: Cesar Nava, fiel Calderonista; Patricio Patrón Laviada, exgobernador de Yucatán; Héctor Ortiz, exgobernador de Tlaxcala; Francisco Barrio Terraza y Luis H Álvarez que en su momento fueron claves en el panismo están fuera.  Esta es una debacle total y absoluta.

Es muy importante no pasar por alto que el PAN fue la gran apuesta de los empresarios y banqueros para mantener su dominio sobre la sociedad, el hecho de que en 12 años hayan acumulado tantas derrotas electorales, tantas fricciones internas, la muerte misteriosa de algunos de sus altos dirigentes y finalmente la derrota en las elecciones presidenciales del 2012, habla no sólo de la caída de un partido común y corriente, sino sobre todo habla de la profunda debilidad que los capitalistas padecen. No es el PAN el que ha perdido y dado pasos atrás, es la burguesía misma, el capital, el que se muestra débil y decadente.

El robusto PRI que nunca regresará

Mexico-AntiEPNLa fortaleza actual de Peña Nieto no puede derivar sólo del hecho de ostentar la presidencia de la República, mucho menos cuando esta fue lograda mediante fraude. Hay que tomar muy en cuenta que el PRI que retoma la presidencia en el año 2012 no es el mismo PRI que perdió las elecciones en el año 2000 y mucho menos es el PRI de los años 70. En su momento este partido no sólo era un partido de derecha, era la expresión directa, acabada y concentrada del dominio capitalista; todo el poder político, económico y buena parte social estaba concentrado en él. Hasta 1989, año en que perdió la gubernatura de Baja California, el PRI dominó todos los gobiernos estatales y tuvo la mayoría absoluta en la cámara de diputados hasta 1997; directamente organizaba y daba el visto bueno a las elecciones, tenía una poderosa estructura social que aglutinaba a obreros, campesinos y estudiantes; incluso una cantidad importante de grandes artistas, deportistas e intelectuales estaban vinculados a la estructura del Prigobierno. Todo ello le daba un gran margen de acción.

Aquel partido no fue producto de ninguna voluntad en particular, fue producto de un profundo y largo proceso histórico que inicia en la revolución mexicana de 1910, en donde el pueblo explotado no puede ser derrotado pero tampoco puede triunfar, todo ello en el marco de un capitalismo en plena expansión pues basta recordar que entre 1935 y 1882 la economía nacional creció a una tasa anual de 6.1%, contrastado ello con el ritmo de 2.4% con que en promedio el PIB se ha desarrollado cada año de las últimas tres décadas. A ello se le agregan particularidades de todo tipo que nos entregan un partido de derechas que no tiene igual en la historia del resto de Latinoamérica. No hay forma de repetir aquel proceso.

Éste es uno de los aspectos más determinantes en el nuevo gobierno que como explicaremos ahora no tiene solución. Con el fin del llamado “desarrollo estabilizador” se abrió una nueva etapa en el capitalismo mexicano, el neoliberalismo hizo su aparición en México desde el sexenio de Miguel de La Madrid. Ello significaba un cambio profundo a la economía mexicana que tuvo aparejado grandes transformaciones políticas. En tan solo seis años se vivió un proceso de privatización que redujo el sector paraestatal dramáticamente, en 1982 se contaba con 1155 empresas y para 1988 con 412, al final del gobierno salinista se redujeron a 215. El reingreso y puesta en práctica del GATT (General Agreement on Tariffs and Trade) redujo los aranceles a las importaciones, situación que permitió una invasión de mercancías extranjeras en detrimento de la producción nacional, unos años después con la firma del TLCAN, en el gobierno de Salinas de Gortari, la apertura económica alcanzó prácticamente todos los renglones de la economía. Los reflejos negativos se hicieron sentir en todos los derechos de los trabajadores, en el gobierno de Miguel de la Madrid los salarios acumularon un incremento total de 128%, mientras la inflación general subió hasta 4 mil 30%; con Salinas de Gortari los salarios siguieron sufriendo severos golpes y si bien acumularon un incremento de 52% la inflación por su parte llegó al 142%. En el campo la nueva forma del capitalismo también golpeó muy duro, el caso de las importaciones de maíz lo deja muy claro, entre los años 1993 y 1999 las importaciones de este grano crecieron en 3 mil porciento todas ellas sin pagar un sólo peso de aranceles. Los productores mexicanos simplemente no podían competir en el voraz mercado desregulado.

El descontento social se hizo sentir, y producto de ello en las filas del PRI se crearon muchas tensiones, un sector de ellos planteaba la defensa de la vieja política económica mientras que otro empujaba al naciente neoliberalismo, las bases priistas también reclamaban frenar esa política. El gran reflejo de ello fue la fractura que el PRI vivió rumbo a  las elecciones del 1988, en donde un sector de sus dirigentes decide tomar otro camino, entre ellos estuvo Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez, Andrés Manuel López Obrador, y otros más. La base social del PRI también se dividió y dio paso a la formación de organizaciones “independientes”. Un documento de la dirección cetemista dirigido a la presidencia refleja fielmente la situación “muchos trabajadores coqueteaban con los partidos de oposición, otros se abstendrían de votar e incluso algunos votarían contra los candidatos obreros postulados por el partido” (La Jornada, octubre 1990)

El peso que estas organizaciones tenían dentro del PRI y en la política nacional se puede ver en la composición de diputados y senadores que no eran sino una forma de pagar los favores a los dirigentes que se encargaban de controlar la rabia social. En las elecciones de 1988, ya en medio de la crisis política dentro de las filas priístas, de 500 diputaciones el PRI obtuvo 261 y 60 curules en el senado. De ellas el sector obrero y el sector campesino sumaron el 54% en los diputados y el 35% en la cámara de senadores, que concretamente permitió al sector campesino obtener 72 diputados y 5 senadores, mientras que el sector obrero recibió 67 diputados y 16 senadores, el resto de espacios quedan para el llamado sector popular. Estas cuotas políticas se entregaban religiosamente sexenio a sexenio, hoy día en el gobierno de Peña Nieto aunque formalmente está representado el sector campesino y obrero en las distintas instancias del gobierno, en realidad hay una distancia abismal con el significado y el peso político que antes tenían.

La crisis del PRI se reflejó de manera virulenta, en 1994 fue asesinado su candidato presidencial Luis Donaldo Colosio y pocos días después de las elecciones el coordinador parlamentario José Francisco Ruiz Massieu sufre la misma suerte. Los conflictos además llevaron a que Raúl Salinas de Gortari, hermano del expresidente, fuera encarcelado en el año 1995 acusado de asesinato y enriquecimiento ilícito, su esposa también pisó la cárcel. La situación era insostenible y para el año 2000 la derrota en las elecciones cierra el ciclo del PRI histórico, aquel que todo lo dominaba a su antojo.

Los años fuera del poder

Después de salir de la presidencia, las batallas dentro del PRI continuaron y se hicieron más profundas. Si antes el presidente de la República era a la vez el jefe supremo dentro del partido ahora el poder se dividía entre gobernadores, senadores, diputados y puestos internos del partido. Decenas de grupillos surgieron, se consolidaron y respondían, en el marco del programa de derechas, a los intereses particulares de su propia dirección, como resultado general de esta situación vimos un PRI dividido y débil a pesar de mantener posiciones importantes a nivel gubernaturas.

Uno de los conflictos internos priistas más sintomáticos fue la batalla entre Roberto Madrazo y Elba Esther Gordillo, la alianza (2001) que les permitió  llegar a la presidencia y secretaría del partido, que tenía como objetivo obtener la candidatura presidencia en las elecciones del 2006 y la presidencia del partido respectivamente. La situación acabó tan mal que Elba Esther renunció a la secretaria en el 2005 y en el 2006 fue expulsada del partido. Si ninguno emuló a Luis Donaldo Colosio, que no era ningún demócrata ni nada parecido, fue gracias a que la responsabilidad de tal acontecimiento habría quedado muy clara, y porque las consecuencias políticas habrían sido muy graves para el priísmo en general (esta batalla tiene en medio un asesinato muy importante: el de Enrique Salinas de Gortari, que aunque nunca se supo las razones del crimen no es descartable que esté relacionada a las pugnas internas). Elba Esther desplegó sus fuerzas para desacreditar a Madrazo con aquella campaña “¿Tu le crees a Madrazo?... ¡Yo tampoco!”, y paralelamente tejió alianzas con Calderón que fueron fundamentales para que este lograra imponerse con aquel descarado fraude del 2006.

En toda su batalla por la candidatura presidencial, Madrazo enfrentó además a un nutrido y muy variado grupo de priístas que no aceptaban su candidatura, a Arturo Montiel, quien peleaba la candidatura para sí mismo y con respaldo del llamado popularmente TUCOM (Todos Unidos Contra Madrazo). Por primera vez en la historia la designación del candidato priísta a la presidencia se veía envuelto en un escándalo público que acabó exhibiendo la corrupción de ambas partes. Las fracturas dentro del PRI contribuyeron en mucho a la derrota en las elecciones presidenciales del 2006. En esas elecciones, pese a que el PRI gobernaba 17 estados, Madrazo como candidato presidencial no obtuvo la mayoría de votos en ninguno de ellos. Y si en contraparte la posición del partido en las cámaras no fue un desastre (210 diputados y 73 senadores) ello sólo demostraba que en el PRI había una fractura muy fuerte. Después de aquel estruendoso fracaso en el 2006, el PRI regresa como locomotora recuperando espacios pero con la ayuda invaluable de los errores de la izquierda.

Lo que todo esto demuestra es que el PRI ha cambiado, ni tiene la misma base social, ni tiene la misma cohesión interna de aquel partido histórico. Lo cual acaba por acotar gravemente el margen de acción de Peña Nieto. Este es en realidad “El nuevo PRI”.

La responsabilidad de la izquierda

Si el PAN y el PRI han demostrado por todos los perfiles posibles su debilidad entonces ¿por qué no ha sido derrotados en las elecciones? ¿Por qué siguen manteniendo ese amplio margen en la gubernaturas y demás puestos de elección popular? ¿Por qué sus ataques no han sido frenados? ¿Por qué la guerra contra el narco sigue siendo un látigo para la clase trabajadora? ¿Por qué ha sido posible un nuevo fraude electoral, más descarado y más grave? Las respuestas a ello es muy sencilla: porque los dirigentes de los sindicatos, organizaciones y partidos de izquierda han sido incapaces de llevar las luchas hasta sus últimas consecuencias; porque en lugar de hacer uso de la movilización, de la huelga y de la organización de los explotados para frenar los ataques han preferido los amparos legales ante tribunales que están dominados por el enemigo; porque han prometido, una y otra vez, responder seriamente ante los ataques y luego guardan el más frío de los silencios; porque contra el fraude electoral del 2012 no convocaron a una sola concentración masiva, ya ni que decir de movilizaciones; porque  regatean la verdad y no dicen claramente que este país, como todo el mundo, está dividido en pobres y ricos, en proletarios y burgueses cuyos intereses son irreconciliables.

Los errores, zigzagueos, confusiones y hasta traiciones de los dirigentes de izquierda es lo que explica que la derecha siga dominando el país. Los chuchos en el PRD, Cuauhtémoc Cárdenas, Cárdenas Batel, Mario di Constanzo, Rosario Robles (los tres últimos miembros del gobierno peñista) encabezan la vergonzosa lista de traidores; AMLO por su parte ha cometido errores y zigzagueos (ejemplos: confiar en Camacho Solís, no luchar por la expulsión de los chuchos en el PRD, llamar a los panistas a luchar contra el fraude del 2012), y ha provocado mucha confusión incluso entre los compañeros que honestamente le han seguido. El Subcomandante Marcos ha desarrollado una admirable habilidad para escribir historias y chiste mordaces pero en cambio es incapaz de presentar un plan de acción y un programa para el movimiento en su conjunto.

Las características políticas, el contexto económico, las batallas internas de la derecha prianista demuestran que una acción consecuente con la lucha de clases de parte de estos dirigentes habría sido suficiente no solo para frenar las continuas contrarreformas, sino incluso para derrocar a sus gobiernos. Ahora México entra en una nueva fase, pero lejos estamos de vivir una situación absolutamente favorable para la derecha.

Un pacto entre mafiosos

Tan pronto asumió la presidencia Peña Nieto llamó a la firma del “Pacto por México”, uno de los objetivos era presentar públicamente el apoyo que el PAN y el PRD le brindan. En el fondo hay mucho de ilusiones y mucho de juego sucio. El nuevo gobierno está facturando todos los problemas del país al pasado gobierno de Calderón. César Camacho presidente del PRI lo pone así “Los beneficiarios del cambio supusieron que su sola llegada a los Pinos resolvería por ensalmo los problemas. La canalización del gobierno y la intransigencia crearon una administración más grande y costosa que no ofreció más ni mejores resultados. No supieron y a veces no quisieron gobernar, fueron alternancia sin alternativa y el saldo es la decepción”. Esta es una declaración de guerra al Calderonismo y para evitar que la respuesta de los panistas sea firme y unificada están metiendo una cuña entre el ala Calderonista y todos los disidentes panistas, por ello han atraído a Santiago Creel, a Vicente Fox, a Manuel Espino y otros. Los calderonistas, saben que están en el centro de la mira Peñista por eso Javier Lozano ha respondido “Por un lado nos convocan al pacto y al día siguiente nos ponen como lazo de cochino. Me sorprende más que no le haya contestado nuestro Presidente Nacional de manera puntual y directa. No sólo es esquizofrénica la actitud… ¡es cínica! ¿Y así pretenden que nosotros en el congreso tomemos las iniciativas del pacto?” (Milenio Televisión 13/12/12)

La firma del Pacto ha avivado muchos conflictos dentro de los partidos, en el PRD Jesús Zambrano firmó pero sin el apoyo de los órganos internos lo cual llevó a un debate muy ríspido entre las distintas tendencias, en donde para no variar, la izquierda no hizo lo que debía: pospusieron una posible sanción a Zambrano hasta el congreso del partido, luego pospusieron la fecha del congreso y finalmente todo se ha olvidado.

La firma del Pacto deja al descubierto el miedo de Peña Nieto ¿para qué pedir apoyo si se es tan fuerte? Pero además las dos muletas en que pretende apoyarse el nuevo gobierno, PAN y el ala de derechas del PRD, están carcomidas por conflictos internos y enfrentados hasta con el mismo gobierno.

El periodo que viene

Los próximos ataques de Peña Nieto ya están muy claros y tocan aspectos claves para todo el proletariado mexicano: reforma energética, en concreto la privatización de PEMEX, reforma fiscal que significa la imposición del IVA generalizado; poner en práctica la reforma laboral; reforma educativa que tiene como centro la destrucción de empleos, el ataque a sindicatos y la destrucción de la calidad educativa. A ello se le agregaran otros más en los próximos días, pues Peña Nieto pretende actuar rápido antes de que sus alianzas políticas empiecen a deshilvanarse y a entrar en mayores dificultades.

Es posible que estos ataques sí logren ser aplicados con cierta profundidad, sobre todo gracias a que las direcciones de la izquierda no están actuando firmemente, un ejemplo de su disposición a la lucha queda clara en la manera que respondieron a la Reforma Laboral: los sindicatos, Morena, el PRD, todos hicieron declaraciones en contra pero ni una sola acción en concreto. En el corto plazo la derecha tendrá inevitablemente algunos triunfos contra los trabajadores, campesinos y jóvenes.  La situación de las organizaciones de la clase trabajadora, el campesinado y la juventud será decisiva, lo importante de ello es no confundir los errores, zigzagueos y confusiones de las direcciones de la izquierda con un ambiente de pesimismo, apatía o aprobación al nuevo gobierno por parte de la base trabajadora. El proletariado mexicano sí quiere luchar y ello no es producto de una simple idea, es producto de una desastrosa realidad que está azotando al país con salarios de miseria, con una destrucción cada vez mayor del empleo, con una destrucción del gasto social.

Del fraude a la movilización

Manifestacion-Mexico-EFE_MDSIMA20120708_0065_4La profundidad de los ataque que Peña Nieto pretende aprobar están motivamos por la profunda crisis del capitalismo a nivel internacional, esta misma crisis multiplicará los efectos negativos sobre los trabajadores mexicanos. Inevitablemente la voracidad de la burguesía fortalecerá las tensiones de clase y abonará razones para desatar la lucha, sin embargo, los errores de las direcciones de izquierda pueden retrasar esta respuesta, lo más importante es que la rabia contra la derecha se seguirá acumulando. Esta es una lucha de clases y no hay nada escrito, pero debemos ver la manera en que ya se está manifestando el descontento. En el estado de Guerrero se ha desatado un ambiente de organización, armas en mano, para frenar al narco que en cierto sentido es una lucha contra el mismo Estado; recientemente, enero del 2013, la CNC ha protagonizado durante tres días la toma de 54 ingenios azucareros en cuatro estados de la República, esto es mucho más sintomático si recordamos que la CNC ha sido dominada históricamente por el PRI, ha protagonizado la toma de la tribuna de los diputados (2011), y ha sido clave en las movilizaciones campesinas de enero que incluyen la unidad con sindicatos; el nacimiento del movimiento llamado “los malnacidos” ha incluido la movilización trabajadores y sectores de la pequeña burguesía en contra del pago de tenencia vehicular; los miles de amparos sindicales contra la reforma laboral y las movilizaciones dispersas, que incluyen sobre todo al sector magisterial, hablan de que existe un fermento muy grande para desarrollar la lucha contra una de las propuestas pilares del nuevo gobierno; la campaña de afiliación a Morena, si bien está plagada de errores políticos por parte de la dirección, también demuestra que hay miles de trabajadores que ya no quieren las mismas políticas que la derecha perredista ha impulsado durante el periodo pasado. La movilización de miles de zapatistas en diciembre pasado demuestra que mientras el Sub Marcos sigue divirtiéndose en su exquisito debate epistolar, mientras las bases están dispuestas a la lucha.

Todo ello ha ocurrido en menos de dos meses del nuevo gobierno. ¿Habrá paz social? No, definitivamente esto está descartado.

La única alternativa es la lucha

La derecha está reflejando en términos políticos toda la decadencia del capitalismo, la imposición presidencia actual no elimina esta conclusión, más bien la confirma. La clase trabajadora se encuentra en una situación muy grave y no aceptara fácilmente los ataques de Peña Nieto. A pesar de ello es fundamental decir que aunque las condiciones objetivas estén totalmente dadas para un estallido revolucionario, este no ha de ocurrir si no hay un rescate de las organizaciones, partidos de izquierda y de los sindicatos. La tarea fundamental de todo el pueblo trabajador es rescatar estos espacios y convertirlos en auténticas armas de lucha. En Morena debemos exigir que las palabras se conviertan en hechos, debemos pasar a la movilización y mantener al mismo tiempo la campaña de afiliación, debemos exigir que los comités municipales se vinculen a todas las luchas locales y que la dirección de estos sea determinada mediante la misma base, debemos exigir a AMLO que se pronuncie y actué firmemente contra la invasión de esos arribistas provenientes de los chuchos del PRD u otros. En el movimiento obrero debemos combinar la acción legal (amparos y otras) con la acción en las calles, debemos luchar por la construcción de una coordinación nacional que convoque a una huelga general de 24 horas.  Todo el proletariado, la juventud y el campesinado pobre deben construir un frente único, manteniendo la independencia de sus organización, pero siempre actuando juntos. La derecha no caerá como fruta madura del árbol, para ello se necesita de la acción consciente, organizada y decidida de la clase trabajadora, el campesinado pobre y la juventud; al gobierno de Peña Nieto hay que responderle con los métodos de lucha de los explotados, los cuales requieren un programa de lucha por el socialismo.

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