COB-marchaTras el conflicto entre la COB y el gobierno ¿cómo impedir la división del movimiento obrero y fortalecer la revolución?

La huelga indefinida que durante varios días de mayo enfrentó a la Central Obrera Boliviana (COB) y el gobierno de Evo Morales ha creado una preocupante división en el movimiento obrero y popular del país andino. La central sindical demandaba la jubilación con el 100% del salario. El gobierno y la dirección del Movimiento al Socialismo (MAS) afirmaban que esa medida colapsaría el sistema público de pensiones y presentaban a los huelguistas como golpistas y contrarrevolucionarios. En medios venezolanos se comparó el paro con el de Fedecámaras y la CTV en 2002. En respuesta, algunos dirigentes de la COB y del Partido de los Trabajadores, recientemente creado por la mayoría de dirigentes de esta central en oposición al MAS, denunciaron al gobierno como neoliberal.

Pese a sus errores, ni el gobierno de Evo Morales es como los gobiernos anteriores ni la COB como la CTV. Evo y el MAS nacen del movimiento popular y llegan al gobierno aupados por los trabajadores y campesinos, con la oposición virulenta de la oligarquía. Millones de campesinos y trabajadores (a pesar de todas las contradicciones y fallas que acumula la revolución boliviana) siguen viendo a este gobierno como suyo. No entenderlo sólo puede enfrentar a parte de la vanguardia con sectores decisivos de las masas.

Por su parte la COB no es una organización controlada históricamente por la burguesía como la CTV. Agrupa a buena parte de los sectores más combativos del proletariado boliviano (mineros, maestros y otros sectores) y lideró las insurrecciones revolucionarias que tumbaron los gobiernos neoliberales de Sánchez de Lozada y de Mesa en 2003 y 2005. A la vez que ha rechazado distintas medidas de Evo, la COB tuvo un papel decisivo para impulsar su victoria en 2005 y derrotar tentativas contrarrevolucionarias como el intento de secesión de Santa Cruz en 2008.

Por una política de frente único con un programa para llevar hasta el final la revolución

El problema de fondo es que la revolución no ha tocado decisivamente la propiedad capitalista de los medios de producción ni destruido al Estado burgués. Es más, el vicepresidente García Linera –líder de los sectores reformistas- ha insistido repetidamente en la necesidad de aliarse a una supuesta burguesía patriótica, que nadie ha visto nunca, para desarrollar un capitalismo nacional. Las concesiones a los capitalistas (que controlan la mayor parte de la economía) están permitiendo el sabotaje de éstos e incrementando el descontento laboral. Lo mismo las concesiones en el sector energético a distintas multinacionales. El gobierno afirma la imposibilidad de financiar la jubilación con el 100% del salario pero simplemente con expropiar a los empresarios y acabar con la evasión de impuestos sería posible lograr esa reivindicación y elevar los salarios.

Aunque el gobierno del MAS ha tomado medidas progresistas que nunca aplicaría un gobierno burgués, los problemas que originaron la revolución siguen presentes. La pobreza se ha reducido 8 puntos en 8 años pero afecta al 54% de la población. El índice de Gini, que mide la desigualdad social, es de 0,53 (un índice altísimo, en Venezuela era del 0,41 en agosto de 2012). Según un estudio comparando, la desigualdad entre niños ricos y pobres de 50 países sitúa a Bolivia solamente detrás de Perú y empatada con Colombia.

Varias medidas tomadas por el gobierno durante este segundo mandato han causado malestar. El “gasolinazo” en 2009, que subió salvajemente los precios (finalmente la movilización popular, incluidas las bases del MAS, obligó al gobierno a rectificar); el choque con los mineros de Huanuni; la negativa a nacionalizar en su totalidad las minas ocupadas por los trabajadores en Colquiri (lo que alimentó el choque entre asalariados y “cooperativistas”); la decisión de Evo y sus ministros de subirse los salarios a 18.000 bolivianos cuando el salario mínimo pasaba de 1000 a 1200 bolivianos, etc.

Entre las bases obreras y campesinas que apoyan al gobierno hay preocupación acerca del futuro de la revolución y voluntad de luchar contra el sabotaje capitalista y burocrático. Si la dirección de la COB, en lugar de acusar a Evo y al MAS de traidores y romper con ellos creando un partido aparte, le presentase al conjunto de las bases revolucionarias (militantes y dirigentes del MAS, empezando por el propio Evo, organizaciones campesinas, etc.) un programa de lucha que vincule todas sus reivindicaciones con la necesidad de defender y hacer irreversible a la revolución, podría ganar la simpatía de las bases del MAS.

El derecho a jubilarse con el 100% del salario sólo es imposible si uno acepta el capitalismo, para un socialista debe ser un derecho fundamental. Aplicar esa medida al mismo tiempo que se expropia a la burguesía y se sustituye al Estado burgués por un Estado dirigido realmente por los trabajadores y los campesinos es el mejor modo de fortalecer el apoyo a la revolución y garantizar una victoria masiva en las próximas elecciones presidenciales. Las denuncias estridentes contra el gobierno, plantear la ruptura política con éste (ya no digamos llamar a derribar al gobierno como hizo algún dirigente de la COB) sólo contribuyen a dividir al movimiento obrero y facilita el trabajo, tanto a la burguesía como a los reformistas de derecha que quieren escindir al movimiento sindical, algo que supondría un paso atrás para la clase obrera y un gran peligro para la revolución boliviana.

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