Todo el círculo más cercano al presidente ha recibido presiones y se ha debilitado considerablemente, entre la lista de renuncias está el ministro de Gobernación y el secretario de Inteligencia. La prensa guatemalteca llegó a decir que el presidente había perdido ya al “ultimo de sus hombres de confianza en el gobierno”. La crisis se ha extendido hasta las filas del Partido Patriota, el partido del presidente. El precandidato a las próximas elecciones presidenciales de septiembre, Alejandro Sinibalidi, ha preferido renunciar para cuidar sus propias espaldas. La crisis es tan severa que el presidente guatemalteco corre el riesgo de perder su inmunidad para ser enjuiciado en los tribunales comunes. Se trata de una situación inédita.
La CICIG
Originalmente las acusaciones de corrupción en el gobierno de Otto Pérez fueron lanzadas por la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG). La CICIG es el órgano en el que se basan los imperialistas estadounidenses para presionar al gobierno guatemalteco en diversos temas claves. El presidente Otto ha intentado deshacerse de él, el año pasado jugueteó con la posibilidad de negarle la licencia para seguir actuando, el tema calentó demasiado las relaciones con Estados Unidos y, finalmente, la presión de Obama acabó imponiéndose y manteniendo dicho organismo en el país.
La CICIG representa al imperialismo estadounidense, Otto Pérez representa a un sector de la oligarquía guatemalteca, la más cercana a los militares, que históricamente había sido aliada natural. Sin embargo, la magnitud de las acusaciones contra el presidente y el debilitamiento del gobierno habla de que entre estos viejos amigos hay diferencias considerablemente graves. El ataque que la CICIG planificó logró sus objetivos iniciales, el gobierno de Otto está increíblemente débil, pero las cosas han ido mucho más allá de lo esperado porque las masas han estallado en increíbles movilizaciones que ahora son el punto de atención fundamental.
Un gobierno represivo y privatizador
El gobierno de Otto Pérez es un gobierno de derechas vinculado directamente a capítulos sangrientos que han marcado la historia de Latinoamérica. El asesinato, encarcelamiento y persecución de miles de indígenas y de cientos de dirigentes sociales en Guatemala estuvo a cargo del sector que representa el presidente Otto, él mismo cuando era militar activo, fue conocido con el nombre clave de “mayor Tito” y actuó en una zona que sufrió crudamente la represión.
Ya como presidente, desde enero del 2012, Otto Pérez ha lanzado una política de privatización de los recursos naturales que ha provocado un despojo y destrucción de recursos vitales para comunidades indígenas y campesinas. Fiel a su pasado, ha mantenido la represión como arma fundamental contra el movimiento social. Los derechos políticos de los indígenas han quedado estancados o definitivamente han sido destruidos, el 40% de la población pertenece a los pueblos originarios. Al mismo tiempo, según cifras oficiales el 10% de la población más rica concentra el 40% de la riqueza que se produce, seguramente la realidad es todavía peor.
Otto Pérez es la expresión cruda del capitalismo centroamericano. Por ello la rabia se ha expresado en las calles de manera muy contundente. No solo se desea derrocar a este gobierno por corrupto sino porque se trata de un gobierno capitalista de lo más atrasado que hay en Latinoamérica.
Las calles desbordadas
El motor fundamental de las movilizaciones ha sido el carácter increíblemente destructivo del capitalismo guatemalteco. Pero la gota que derramó el vaso fue la noticia de la escandalosa corrupción. Desde el 25 de abril y hasta mediados de junio se han realizado concentraciones todos los sábados, el 16 de mayo se concentraron casi 100.000 personas en la plaza central. La lucha se ha extendido a diversas localidades: Quetzaltenango, Cobán, Chiquimula, Huehuetenango, Petén, San Marcos, Totonicapán, Sololá y Escuintla.
Las aspiraciones de las masas campesinas, indígenas, juveniles y obreras han crecido increíblemente y a partir de ello se ha planteado la construcción de una Asamblea Popular, la cual tiene en el centro la demanda de la caída de Otto Pérez y la conducción del país por este órgano proletario.
Las masas están planteando una consigna totalmente correcta: para destruir la corrupción hay que destruir a este gobierno de derechas. Este es otro punto clave, si bien la crisis del gobierno se inició por un conflicto con los imperialistas estadounidenses, también es cierto que son las masas explotadas quienes han provocado una auténtica crisis a uno de los gobiernos de derecha que se consideraban más estables en Latinoamérica.
De hecho el carácter proletario de las movilizaciones ha superado los intentos de un sector de la pequeña burguesía que luchó por imponerle límites políticos muy estrechos a la primera convocatoria. Según ellos todos los que asistieran a la movilización deberían hacerlo pero sin banderas políticas, sin recogida de firmas, sin plataformas ni micrófonos, sin discursos ni proselitismo... De hecho, el acto central de la primera concentración sería cantar el himno nacional guatemalteco. Esos límites quedaron aplastados, las movilizaciones han servido para reivindicar la lucha contra las mineras, la defensa del salario, etc. Incluso a las movilizaciones tradicionales de los sábados se le han añadido otras movilizaciones entre semana de sindicatos y organizaciones campesinas.
Este es uno de los periodos de movilizaciones más importantes que el proletariado y los sectores oprimidos guatemaltecos han vivido en décadas. Se imponen tareas urgentes, la unidad con el resto de movilizaciones es fundamental y el desarrollo de un programa que rompa con el capitalismo y permita solucionar los problemas vitales de los trabajadores, campesinos y las masas pobres guatemaltecas.