El 20 de julio reabría sus puertas la embajada cubana en Washington y el 14 de agosto la embajada estadounidense en La Habana. Ambas sedes diplomáticas permanecían cerradas desde la ruptura de relaciones entre estos países en enero de 1961, hace casi 55 años. La reapertura forma parte del acuerdo para reanudar relaciones diplomáticas y comerciales, anunciado por Obama y Raúl Castro el 17 de diciembre de 2014.
Como parte de ese acuerdo, Obama se comprometía a ir eliminando paulatinamente el criminal bloqueo que Estados Unidos mantiene contra la isla desde hace décadas. El giro dado por la administración Obama a la política respecto a Cuba, tal y como explicamos en la Declaración realizada por la CMR Internacional en enero de este año*, representa un reconocimiento del fracaso de la estrategia imperialista que buscaba derribar al gobierno cubano surgido de la revolución de 1959 y retomar el control absoluto de la isla (como lo tenían antes) de la mano de la burguesía emigrada a Miami. No obstante, como también explicamos, la decisión de Obama no representa ningún cambio de fondo en el carácter ni en los objetivos imperialistas de Washington.
EEUU, a la reconquista de su ‘patio trasero’
Obama representa al sector, hoy mayoritario, del imperialismo estadounidense que comprende que el bloqueo, lejos de conseguir sus objetivos, se ha convertido en un obstáculo para el incremento de su influencia no sólo en Cuba sino en toda Latinoamérica. Durante los últimos años el poder económico y político estadounidense en América Latina (a la que siempre han considerado su “patio trasero”) se ha visto debilitado. En un contexto de crisis mundial del sistema y lucha por cada palmo de mercado mundial entre las potencias imperialistas, la burguesía estadounidense ve con preocupación el avance en la región de su principal competidor: China. La emergente burguesía imperialista china se ha convertido en el principal socio comercial de la mayoría de países latinoamericanos. Tanto los capitalistas chinos como las burguesías europeas han intensificado también durante los últimos años sus inversiones en Cuba. Ahora que el gobierno cubano está acelerando la introducción de medidas de mercado, las multinacionales chinas, europeas y estadounidenses apuestan por acelerar la restauración del capitalismo en la isla y compiten por ser los mejor colocados para ganar esa carrera.
Con su giro en relación a Cuba –unido a otras medidas que combinan el palo y la zanahoria: amenazas a los procesos revolucionarios y gobiernos de izquierda de Venezuela, Bolivia o Ecuador, búsqueda de alianzas con determinados sectores de las burguesías latinoamericanas frente a otros más partidarios de seguir estrechando lazos con los chinos— Kerry, Obama y los sectores decisivos de la burguesía estadounidense pretenden recuperar la iniciativa y disputar en mejores condiciones el control no sólo de Cuba sino de toda la zona al imperialismo chino.
Sin embargo, hay obstáculos en el camino. Por un lado, el acuerdo entre los gobiernos cubano y estadounidense debe enfrentar aún cuestiones espinosas. Una es la devolución de Guantánamo, territorio arrebatado a Cuba, donde mantiene presencia y bases militares el imperialismo USA, quien no parece tener intención de renunciar a esa cabeza de playa. Hay más. A cambio de cada paso concreto en la flexibilización del bloqueo, el imperialismo estadounidense exige contrapartidas que tienden a cuestionar la soberanía y las conquistas políticas y sociales de la revolución.
Para la población cubana el fin del bloqueo representa la esperanza de una mejora en sus condiciones materiales. La expectativa de que lleguen inversiones a la isla, unido a los problemas y escepticismo generados por la dirección burocrática de la economía, hacen que a corto plazo las reformas de mercado (recorte de empleos en empresas públicas, eliminación de determinadas conquistas revolucionarias) hayan podido ser aceptadas con mayor o menor resignación. Pero en un contexto de crisis mundial del sistema la introducción de medidas como las que ya se están tomando, siguiendo el ejemplo del capitalismo chino, tiende a incrementar las desigualdades sociales y cuestionar derechos y mejoras conquistados por las masas. Todo ello acabará mostrando a estas la verdadera cara del capitalismo.
El único modo de defender y recuperar las conquistas revolucionarias amenazadas y resolver los problemas que tiene Cuba es que la clase obrera se ponga al frente de la lucha tanto contra las deformaciones burocráticas como contra la restauración del capitalismo en la isla, que la economía y el Estado estén bajo la dirección de los trabajadores y la economía se planifique democráticamente para dar satisfacción a las necesidades sociales. Todo ello unido a la extensión de este mismo programa revolucionario a otros países, y en primer lugar a Venezuela.
* http://www.elmilitante.net/index.php/america/cuba/9395-eeuu-y-cuba-reestablecen-relaciones-diplomaticas El Militante nº 289 (Enero 2015)