Ha habido grandes movilizaciones en Escocia en solidaridad con el movimiento en Catalunya, particularmente entre la juventud y los trabajadores involucrados en la campaña por el SÍ en el 2014. Muchos están indignados por las medidas represivas del Estado Español y también inspirados por la movilización masiva de trabajadores catalanes y de la juventud en las huelgas generales y movilizaciones. La declaración de independencia de Puigdemont y el Gobierno catalán –presionada desde abajo por el movimiento de masas- también ha provocado una reflexión sobre cuál ha sido la respuesta del gobierno escocés al respecto.
A pesar de que la dirección del SNP (Partido Nacionalista Escocés) ha expresado correctamente su solidaridad con los presos políticos en Catalunya en resoluciones del Parlamento Escocés y de ayuntamientos, ha condenado la represión del Estado y ha declarado que el pueblo catalán tiene derecho a decidir su propio futuro, el Gobierno escocés liderado por el SNP no ha reconocido a Catalunya como una república independiente. Esto a pesar de que 22 diputados del SNP firmasen una moción a tal efecto.
La última declaración del Gobierno escocés del 28 de octubre dice: “Entendemos y respetamos la posición del Gobierno catalán. Mientras España tiene el derecho a oponerse a la independencia, el pueblo catalán debe tener la capacidad de determinar su futuro. La declaración de independencia de hoy se da sólo después del rechazo a muchos intentos de diálogo. Ahora, más que nunca, la prioridad de todos aquellos que se consideran amigos y aliados de España debe ser alentar un proceso de diálogo para encontrar una salida que respete la democracia y el principio de legalidad. La imposición del dominio directo no puede ser la solución y debería ser una preocupación para los demócratas en todas partes. La Unión Europea tiene la responsabilidad política y moral de apoyar el diálogo para identificar cómo resolver la situación de manera pacífica y democrática.”
La UE apoya a Rajoy y al PP
Mientras que el SNP reclama a la UE una intervención para defender los derechos democráticos de los catalanes, no ha habido una condena por parte de la dirección del SNP a la postura real defendida por el establishment de la UE, que ha sido apoyar la represión del Estado Español. Varias declaraciones de la UE han expuesto su posición pro-Rajoy. “Esto es un asunto interno de España que habrá que abordarlo dentro de la línea constitucional del orden español”, “Si un referéndum fuese organizado de acuerdo con la Constitución Española eso significaría que el territorio saliente se encontraría a sí mismo fuera de la Unión Europea”, “Más allá de los aspectos puramente legales de este asunto, la Comisión cree que estos son momentos para la unidad y la estabilidad, no para divisiones y fragmentación”.
Por supuesto, esta es la misma UE que la dirección del SNP ha defendido como una alternativa progresista y democrática a las instituciones del Estado Británico. Una UE en la cual el SNP quiere quedarse a toda costa tras la votación del Brexit de 2016. La crisis catalana ha expuesto también a la UE como un club de jefes autoritarios y represivos ante los ojos de muchos defensores de la independencia en Escocia, y ha demostrado que era correcta la campaña del Partido Socialista de Escocia de una salida socialista de la UE.
La posición de la dirección del SNP sobre Catalunya puede llevar a una desilusión entre la juventud y los trabajadores más radicalizados. Las declaraciones de Sturgeon y los líderes del SNP ni siquiera han planteado la necesidad de apoyar la huelga general y las movilizaciones de masas en Catalunya, siendo la mayor el 3 de octubre involucrando a millones de personas y las huelgas estudiantiles en las que han participado decenas de miles. Las organizaciones hermanas del Partido Socialista Escocés en el Estado español, Izquierda Revolucionaria y el Sindicato de Estudiantes, han jugado un papel importante en estas movilizaciones.
La reticencia del SNP a la hora de reconocer la independencia de Catalunya se debe al potencial revolucionario de un movimiento que amenaza al sistema capitalista. Puigdemont y el Gobierno catalán vacilaron en la cuestión de una declaración de independencia y fueron forzados por la represión de Madrid, la aplicación del artículo 155 y los encarcelamientos, pero también fundamentalmente por el movimiento de masas desde abajo que amenazaba su poder.
Rabia
La propia convocatoria del referéndum intentaba desviar la presión de la rabia creciente contra el gobierno de Puigdemont por llevar adelante las mismas políticas de austeridad que el gobierno central del Estado Español. Los líderes del SNP se enfrentan a una “independencia” forzada por un movimiento de masas que lucha contra la austeridad en Catalunya y que desafía al capitalismo, se identifican más con los intereses del capitalismo de la UE y el Estado Español que con los trabajadores y la juventud que lucha por liberarse de los salarios de miseria, los desahucios y el desempleo.
Esto refleja las políticas pro-capitalistas de la dirección del SNP , que ha querido mantener a toda costa una relación cordial con la clase capitalista británica, incluso bajo una Escocia independiente. Un escenario así en Catalunya y el Estado Español es radicalmente distinto, como hemos explicado. Mientras que la clase dominante británica, reflejando una tradición de ceder hasta cierto punto para aliviar las presiones llegó a un acuerdo legar para llevar a cabo el referéndum en Escocia, la clase capitalista española, conteniendo aún elementos franquistas y enfrentándose al peligro de la secesión de uno de los territorios del Estado de mayor importancia económica, primero reprime y después lidia con las consecuencias políticas.
La manera en la que la dirección del SNP abordó el referéndum de independencia de 2014 tiene una relación directa con su postura ante los eventos en Catalunya hoy. Las encuestas a quince días del referéndum mostraban un apoyo al SÍ del 51%. Entonces se puso en marcha la campaña mediática del miedo, también impulsada por la clase capitalista a través de los jefes en los puestos de trabajo y también internacionalmente incluyendo las instituciones de la UE. Los principales bancos e instituciones financieras de Escocia como el RBS y Standard Life amenazaron con marcharse y los titulares en todos los principales periódicos advertían del colapso económico si ganaba el SÍ.
Pero la dirección del SNP no fue capaz de responder a esta campaña, reflejando su posición pro-capitalista. Esto provocó una gran inseguridad entre una capa de la clase trabajadora escocesa sobre la viabilidad de una independencia capitalista. Como explicó el Partido Socialista Escocés, la única respuesta al chantaje de las grandes empresas era la reivindicación de la nacionalización de los bancos y las grandes industrias en una Escocia socialista independiente.
Una victoria del SÍ en Escocia hubiese provocado una crisis para la clase dominante británica y los capitalistas internacionalmente. El gobierno del SNP también se hubiese visto enfrentado a las aspiraciones que el referéndum había despertado en los trabajadores y la juventud. Su agenda pro-capitalista en una Escocia independiente hubiese entrado en conflicto con un movimiento de masas a favor de la izquierda radical y las reivindicaciones contra la austeridad.
¿Un segundo referéndum en Escocia?
La clase dominante británica, habiendo sacado las lecciones de 2014, luchará contundentemente contra otro referéndum en Escocia. Pero la cuestión ahora está sobre la mesa, ¿iría el SNP a la confrontación si Westminster se opusiera a un segundo referéndum y existiera un apoyo masivo al mismo en Escocia? El apoyo a un referéndum en Escocia ha menguado últimamente. Nicola Sturgeon (primera ministra del parlamento escocés) ha aparcado los planes para un segundo referéndum, al menos a corto plazo. Esto está ligado al rechazo y sentimiento de traición que sectores significativos de los trabajadores y la juventud están desarrollando frente a las políticas que hace el SNP en beneficio de las grandes empresas.
Podemos ver los paralelismos entre la errónea estrategia mantenida por muchos de los socialistas de izquierdas que defendían la independencia en Escocia - que desde el 2014 han actuado en gran parte dando una cobertura de izquierdas al SNP y sus recortes - y la situación actual en Catalunya. La izquierda radical independentista - la CUP - participaba de un pacto parlamentario con el PdeCAT y Puigdemont. Aun así el gobierno de Puigdemont llevó a cabo medidas de austeridad salvajes, las cuales fueron apoyadas en la práctica por la CUP.
Izquierda Revolucionaria en el Estado Español llama a la construcción de un frente de masas de izquierdas en Catalunya con la clase trabajadora y la juventud, los sindicatos, los sindicatos estudiantiles, la CUP, los CDRs y otras fuerzas de la izquierda anticapitalista; separarse de los partidos capitalistas catalanes y luchar por una república socialista.
En Catalunya y en Escocia la lucha por el derecho de autodeterminación para la clase trabajadora y la juventud debe ser independiente de las organizaciones que desean mantener el fallido sistema capitalista, esa es la lección central de 2014 y de la actual rebelión en Catalunya. El actual exilio de Puigdemont, cuyo gobierno ha llevado a cabo las políticas de austeridad, y la determinación del SNP para implementar los recortes de los Tories nos muestra que no podemos esperar nada ni confiar en los líderes capitalistas para alcanzar la “independencia”.
También es la lección de la Revolución Rusa hace 100 años, donde una “cárcel de naciones” fue liberada por los bolcheviques que acabaron con el capitalismo y los terratenientes, y que implementaron el derecho de autodeterminación. Hoy, en Escocia y en Catalunya, eso significa luchar por una Escocia socialista independiente y una república socialista catalana, pero como parte de la lucha por una confederación europea socialista voluntaria, en igualdad y un mundo socialista.