Unas semanas antes de las elecciones generales del 4 de marzo, el país sigue marcado por una profunda crisis económica y sus serias consecuencias sociales. En el plano político, la coalición de centroderecha entre la Liga Norte y Forza Italia de Berlusconi ha regresado a la escena política nacional, el PD (Partido Democrático) se enfrenta a una difícil situación según las encuestas mientras el Movimiento Cinco Estrellas (M5S) se afianza como principal partido. En el terreno social, el reflujo del movimiento obrero ha continuado en medio de un escenario dominado, con raras excepciones, por la pasividad y la docilidad de los dirigentes sindicales.

En este contexto el debate político ha estado dominado por el giro a la derecha de la opinión pública en dos cuestiones importantes, la inmigración y la seguridad. Esta situación sólo puede comprenderse partiendo de la crisis política y organizativa del movimiento obrero italiano, que sigue siendo uno de los elementos centrales que determina la situación.

Una situación dominada por la crisis económica, la ausencia de movilización de masas significativas, el retroceso de las fuerzas organizadas de la clase obrera y la desintegración de la clase media, y que da lugar a un coctel potencialmente reaccionario. Por un lado, el giro del discurso político a la derecha lleva a la legitimización de organizaciones neofascistas como Casa Pound y Forza Nuova, y por otro lado, al aumento de agresiones y ataques neofascistas como el perpetrado por Luca Traini contra subsaharianos la semana pasada en Macerata.

Una encuesta reciente señalaba que el 74% de los italianos pensaban que el fascismo era un peligro real. Obviamente, aunque hoy no existe el peligro inmediato real de una vuelta al poder del fascismo, si es indicativa esta encuesta de la percepción que tiene la población sobre la amenaza del fascismo, también respecto a la permanencia de fuertes tradiciones antifascistas entre grandes capas de la clase trabajadora así como respecto a la inevitable polarización política que se desarrollará en el futuro.

La vuelta de Berlusconi y la crisis del sistema político italiano

El triste espectáculo de los partidos tradicionales ha alejado a millones de italianos del combate político. La política tradicional parece cada vez más un gran circo mediático en el que quien más exagera más gana y en el que cualquier elemento de coherencia u honestidad es pisoteado.

Matteo Renzi, cuya intención era eliminar el Senado y que prometió retirarse de la vida política si era derrotado en dicho referéndum sobre la reforma constitucional, que perdió, está encabezando ahora la campaña electoral del Partido Democrático (PD) y él mismo ¡se presenta para el senado! María Elena Boschi, que quería eliminar aquellas regiones con un estatus de autonomía especial, es ahora la cabeza de lista en Bolzano, ¡que tiene estatus regional especial! Salvini, líder de la Liga Norte, se presenta en una alianza electoral con Berlusconi de quien dijo que no quería saber nada más. Di Maio, señalado como el nuevo representante del “anti-establishment” y de la “anti casta política” del  M5S, marchó a la City de Londres para tranquilizar a los mercados financieros y convencerles de su responsabilidad, incluso declarando que estaba dispuesto a formar gobierno con el PD y Forza Italia.

El ex presidente del senado y líder de Liberi e Uguali (una escisión de ‘izquierdas’ del PD) promete educación universitaria gratuita, el M5S una renta “ciudadana”, Renzi crecimiento económico, y Berlusconi una pensión mínima mensual de 1.000 euros y, como ya prometió hace 17 años, ¡un puente sobre el estrecho de Mesina!

Para muchos resultará extraño que Berlusconi, 24 años después de su primera victoria electoral, pueda ser uno de los favoritos de esta campaña electoral. Además de tener 82 años y de haber sido protagonista de duros ataques contra las clases populares, Berlusconi ha acumulado una larga serie de condenas por diversos crímenes que van desde el fraude financiero al acoso sexual.

Su supervivencia en la escena política sólo se puede explicar como consecuencia del fuerte desapego que siente la gente común hacia la política y los partidos, por la catastrófica pérdida de apoyo a la izquierda (y más específicamente al PD) y por la ausencia de una alternativa política creíble que luche contra los ataques de los capitalistas europeos e italianos contra los trabajadores y la juventud. En el contexto de este ambiente anti-política que ha hecho emerger el populismo tanto de derechas como de izquierdas, Berlusconi es visto por algunos sectores como alguien “responsable y razonable”. Y lo mismo puede decirse sobre el Partido Popular Europeo que recientemente le mostró todo su apoyo. Pero al mismo tiempo esto refleja el desarrollo de un estado de ánimo y de movimientos realmente reaccionarios y peligrosos.

El ascenso del Movimiento Cinco Estrellas (M5S)

El rechazo hacia los partidos del sistema político tradicional puede explicar por qué, pese a los escándalos y su clara incompetencia, el M5S aún sigue a la cabeza en las encuestas señalándose que será el partido más votado en las elecciones. Ese sentimiento anti-política y la brecha que existe entre la gente común y los centros de poder son tan grandes que basta con declararse como alguien honesto para conseguir apoyos.

La demanda de algo nuevo y la rabia existente contra el gobierno están permitiendo a las fuerzas de la oposición crecer sin mover un dedo. Los programas y las reivindicaciones políticas son secundarios respecto al hecho de ser simplemente honesto o aparecer como un opositor del sistema político tradicional. La manera autoritaria de dirigir el Movimiento por el dúo Grillo y Casaleggio junior, la mala gestión administrativa de Roma por parte de la alcaldesa del M5S Virginia Raggi, o el despido de trabajadores del ayuntamiento de Livorno por el M5S, no resultan tan importantes en una situación donde el electorado se mueve conscientemente hacia la opción “menos mala”. Desde el punto de vista social, el hecho de que el M5S se oriente claramente hacia la pequeña burguesía en una situación en la que ésta no sólo sufre una crisis material sino también ideológica, explica que continúe sumando éxitos.

Ante esta situación, no es sorprendente que las elecciones parezcan ser lo último en lo que piensan muchos italianos. Entre la juventud, sólo uno de cada dos menores de 25 años dice que irá a votar, demostrando el poco interés en la farsa política tradicional, ¿y podemos culparles? Los últimos gobiernos se esperaba que supusieran una renovación después de las desastrosas experiencias de los gobiernos de Berlusconi y del gobierno tecnócrata de Mario Monti. La derrota del centro derecha y el crecimiento del M5S represento para muchos una señal de esperanza y optimismo que implicaría cambios importantes. Pero finalmente no fue así.

A las pocas semanas de entrar en el parlamento el M5S sufrió una fuerte sacudida consecuencia de una crisis interna profunda que llevo a escisiones, abandonos y traiciones. La ausencia de una perspectiva de clase clara y los intentos por evitar cualquier estructura de control intermedia así como cualquier instrumento tradicional de representación, han creado un partido sin línea política, sin estructuras democráticas, y dominado vía internet por una oscura compañía consultora, Casaleggio Associati. Por otro lado, el M5S ha estado totalmente ausente desde el punto de vista de las movilizaciones sociales. No ha convocado ni organizado huelgas o manifestaciones de protesta contra la introducción de la nueva Ley del Trabajo (la “reforma” del mercado laboral) o contra la Buona Scuola (la “reforma” educativa). Al mismo tiempo, en un clima general de miedo al empeoramiento de las condiciones sociales y económicas, de crecimiento de los sentimientos xenófobos, y de declive general en la conciencia, el M5S ha elegido alimentar dichos miedos y sentimientos atrasados que contribuyen a generar divisiones entre los sectores más empobrecidos de la sociedad.

El Partido Democrático en crisis por sus políticas de derechas

El PD, que no consiguió la mayoría en las elecciones de 2013 que se preveía obtendría, ha tenido que cambiar de rumbo. La dirección tradicional, que procedía del Partido Comunista, ha sido sustituida por un grupo de cuarentones encabezados por Matteo Renzi sin vínculo alguno con la historia del movimiento obrero italiano. La consolidación de Renzi en la dirección del PD ha llevado a la confirmación definitiva de una línea política que completamente hostil a los intereses de la clase trabajadora.

Los intentos tradicionales de mediar entre las grandes empresas y la clase trabajadora se han sustituido por una defensa pura y simple de los intereses materiales de un sector de la burguesía italiana, el sector más expuesto al mercado internacional.

El primer gobierno Renzi ya claramente reveló este cambio de rumbo con la introducción de duros ataques a la clase trabajadora y con el desmantelamiento de sus organizaciones tradicionales. Esto incluyó la abolición del artículo 18 del Estatuto de los trabajadores, una conquista histórica de la clase trabajadora italiana en las batallas de 1969-1977.

En el ámbito de la política interior, el PD ha ido incluso más allá de lo que esperaba el centro derecha. El decreto Orlando-Minitti institucionaliza negar derechos básicos de forma sistemática a determinados sectores de la población. La introducción de DASPOs, que criminaliza a los vagabundos, es una terrible medida de clase que combate a los pobres en vez de combatir la pobreza. La abolición del derecho de apelación en los procesos legales relacionados con la inmigración, una medida fundamentalmente racista que pone en evidencia a un sistema judicial caracterizado por negar los derechos humanos fundamentales.

Respecto a la política exterior, Renzi y el primer ministro Gentiloni también han demostrado ser leales ejecutores de los intereses de la clase capitalista italiana. Los acuerdos alcanzados con los clanes libios para encarcelar a inmigrantes subsaharianos y la reciente decisión de enviar tropas italianas a Níger demuestran que la defensa de los derechos humanos es la última preocupación de una clase política que vive del dinero y donativos de grandes grupos económicos, como la empresa energética Eni, principal patrocinadora de la operación en  Níger.

El intento de Renzi y Gentiloni de modificar la constitución en una dirección presidencialista fue rechazado por millones de italianos que no se dejaron engañar por la propaganda del gobierno ni por la histeria de la patronal Confindustria. Fue una respuesta popular y espontánea ante la arrogancia del gobierno, y reveló tanto al gobierno como a las grandes empresas el enorme abismo existente entre la gente común y los centros del poder.

Políticos de todos los colores han intentado torpemente adjudicarse este triunfo espontáneo que se impuso desde abajo, incluidos Bersani y D’Alema (ex primer ministro), que inmediatamente después del referéndum abandonaron el PD para intentar restablecer su inocencia política.  Dado que es imposible para el PD pretender aparecer como una genuina fuerza de izquierdas, se ha generado un nuevo espacio que ha permitido el nacimiento de una nueva fuerza política, impulsada por Bersani y D’Alema, Liberi e Uguali (Libertad e Igualdad). A pesar de los intentos de sus promotores de presentarla como una nueva fuerza que rompe con el neoliberalismo, esta formación está compuesta por los principales representantes de los gobiernos de ‘izquierdas’ de los últimos años. El intento de reconstruir la izquierda italiana alrededor de personalidades como D’Alema, Bersani y Grasso, que han estado comprometidos en todo momento con las políticas antiobreras de gobiernos anteriores, sólo puede acabar con una derrota total.

Surge una nueva fuerza, Potere al Popolo

En este contexto, la iniciativa del centro social Je so’ Pazz (centro ocupado en el edificio del antiguo Hospital General Psiquiátrico donde se realizan actividades sociales) de Nápoles impulsando Potere al Popolo (Poder al Pueblo), es un intento valiente y audaz de reconstruir en torno a un programa anti-neoliberal una representación política para los trabajadores y la juventud, enviando un mensaje de esperanza y resistencia a los cientos y miles excluidos de la política tradicional italiana. Por esta razón Resistenze Internazionali (CIT Italia) ha decidido afiliarse y apoyar este proyecto, para contribuir con nuestras fuerzas al nacimiento de una nueva organización política capaz de representar a nuestra clase.

Algunas organizaciones políticas tradicionales de la izquierda como Rifondazione Comunista y el PCDI están implicados activamente en el proyecto, pero esta iniciativa también han atraído a miles de jóvenes no organizados a la actividad política. Resistenze Internazionali (RI) está convencida de la necesidad de trabajar por la reconstrucción de una alternativa de clase en nuestro país, trabajar para que Potere al Popolo se convierta en esa fuerza política capaz de movilizar al 99% de la población en una lucha anticapitalista. Muchos de los que participan centran sus ilusiones en la posibilidad de reformar el sistema, por ejemplo, defendiendo que se aplique realmente la constitución.  En algunos casos incluso, algunos de los que tienen estos planteamientos fueron responsables de decisiones políticas que precipitaron a la izquierda italiana hacia el abismo donde actualmente se encuentra.

Pero cualquiera que sea el resultado de las elecciones del 4 de marzo, RI continuará trabajando en una manera decidida para construir desde abajo una nueva organización política que puede hacer de nuevo a nuestra clase protagonista en la lucha, dando estructura y organización a las luchas y movilizaciones sociales, y vinculando y unificando las diferentes formas de resistencia con la lucha por una sociedad sin prejuicios, sin discriminación y sin explotación del 99%. Para RI el poder para el pueblo significa una sociedad en la que los intereses de la aplastante mayoría de la población predominen sobre los beneficios privados de un puñado de capitalistas.

Las grandes multinacionales nacionales e internacionales están muy preocupadas por la situación italiana. Saben muy bien que la inestabilidad política y el bajo crecimiento económico pueden empujar al país a una nueva crisis, especialmente a una nueva crisis bancaria, que tendría consecuencias tanto a nivel europeo como a nivel internacional.

De los posibles escenarios de gobierno que pueden surgir tras las elecciones, un gobierno de derechas con Forza Italia, la Liga Norte y Fratelli d’Italia (Hermanos de Italia), una coalición entre Forza Italia y el PD, un gobierno M5S-Liga o un gobierno tecnócrata, ninguna opción será realmente viable.

La persistencia de la crisis económica, la crisis de los partidos capitalistas tradicionales y el desmoronamiento de la clase media, están creando las condiciones para una revuelta generalizada de la población contra las elites y el sistema capitalista. La dirección, el contenido político y la forma de esta revuelta dependerán en última instancia de la presencia o ausencia de una fuerza anticapitalista de masas con verdaderas raíces sociales. Resistenze Internazionali trabaja para construir esa organización.

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