El sábado, en Lisboa, 100.000 docentes, así como trabajadores no docentes, estudiantes y otros manifestantes solidarios, recorrieron la Avenida da Liberdade en defensa de la escuela pública. Una movilización histórica que demuestra la unidad, la fuerza, la voluntad de lucha y la capacidad de autoorganización de los profesionales de la enseñanza.
El Gobierno monta una campaña para desprestigiar a los profesores
El Gobierno utiliza todos los medios para cuestionar la “legalidad” de la huelga y las cajas de resistencia, y ha solicitado a la Fiscalía General de la Nación y a la Inspección General de Educación y Ciencia que investiguen las cajas de resistencia. Estos son los mismos métodos que usó para frenar la huelga de enfermeras en 2018, que fue considerada ilegal por haber recaudado fondos a través de un crowdfunding.
La desesperación del Gobierno fue tal que recurrió a la policía para, obligando a parar en carretera a los autobuses de los profesores, tratar de impedir que llegaran a Lisboa, el mismo método que utilizaron las fuerzas leales a Bolsonaro para evitar que los votantes del PT votaran en las elecciones presidenciales de Brasil.
Mientras atacan el derecho a la huelga y a la movilización, António Costa y João Costa, ministro de Educación, lanzan una campaña de difamación de los docentes en un intento de socavar la inmensa simpatía que el resto de la población tiene por los profesores y las escuelas públicas. El día anterior a la manifestación, João Costa dio una nueva rueda de prensa urgente en la que atacó a los docentes diciendo que están realizando “una huelga atípica, desproporcionada y radical en medio de un proceso de negociación”. También trató de poner a los padres en contra de los profesores: “todos los días recibimos mensajes de padres y tutores legales de niños y niñas en riesgo de perder su empleo”.
Los medios de comunicación difunden estas mentiras sin parar. Expresiones como “huelga atípica” o “daño irreparable a los estudiantes” son repetidas por todos los comentaristas de servicio en la radio, los diarios y la televisión, y se entrevista a la Confederación Nacional de Asociaciones de Padres de Familia (CONFAP) y se la presenta como representante legítima de los padres, cuando en realidad no es más que una asociación de derecha que nunca defendió la escuela pública ni los intereses de los padres de clase trabajadora. ¡Es una estafa!
Y las encuestas apuntan a un apoyo mayoritario a la huelga entre la población. Esto no debería sorprendernos. Sabemos muy bien que la inmensa mayoría de los trabajadores defienden las escuelas públicas y son conscientes de los efectos desastrosos que tuvo la política de Costa en la enseñanza.
Además, un movimiento de profesores de esta envergadura puede inspirar al resto de la clase obrera, precaria y con bajos salarios, a organizarse y luchar con los mismos métodos. Este es el miedo del Gobierno y los capitalistas que lo apoyan. Y precisamente por eso, el foco principal ha sido la campaña de desprestigio. Sin embargo, cada declaración del Gobierno solo alimenta la rabia entre los profesores.
Huelga general de la enseñanza ¡ya!
Después de décadas de sindicalismo burocrático y de conciliación de clases —a espaldas de los trabajadores, con maniobras y acuerdos a puerta cerrada— con sus desastrosos resultados, la autoridad de los dirigentes de la Federación Nacional de Maestros (FENPROF-CGTP) se había degradado enormemente y el enojo entre los profesores y otros trabajadores de la enseñanza había crecido mucho. El Sindicato de Todos los Profesionales de la Educación (STOP), al convocar una huelga, abrió un camino para que toda esta rabia se materialice en acción.
¡La respuesta fue masiva! Organizados democráticamente en cada escuela, más de 100.000 profesores, venidos de todo el país, llegaron a Lisboa y demostraron claramente que están dispuestos a llevar la lucha hasta las últimas consecuencias, que están dispuestos a vencer. ¿A quién está esperando la dirección de STOP para convocar una huelga general de la enseñanza?
Desperdiciar esta oportunidad sería desastroso. Es necesario dar un nuevo paso en la construcción y organización de la lucha, avanzando hacia un paro unificado de todos los trabajadores de la enseñanza del país, en lugar de continuar con los métodos de huelgas pequeñas, escuela por escuela.
Las formas de lucha seguidas hasta este momento han servido para llegar a este punto, pero no se pueden mantener indefinidamente. Los docentes y trabajadores de la enseñanza no pueden vivir en conflicto permanente, con pérdidas salariales y bajo amenazas constantes. Además, el Gobierno está en crisis, desorientado, mostrando cada vez más su desesperación y cometiendo errores continuos. Ahora es el momento de dar un golpe decisivo y ganar aumentos salariales, contratar más docentes y trabajadores de la enseñanza, reducir jornadas, acabar con todas las medidas de preparación para la privatización de la enseñanza y el fin de la precariedad, entre muchas otras demandas que se escucharon el sábado pasado.
Si la dirección de STOP insiste en mantener las cosas como están y agotar los recursos y la energía de los trabajadores, dando tiempo al Gobierno para recuperarse y lanzar un contraataque, la situación se volverá altamente impredecible.
Ya se ha logrado mucho con estos métodos de lucha: unidad y solidaridad no solo entre los docentes sino también entre los demás trabajadores de la enseñanza; métodos democráticos de lucha que creen las condiciones para la construcción de un sindicalismo combativo; ¡un salto en la conciencia y confianza de miles y miles de trabajadores de la enseñanza! Los comités de huelga que han surgido en cada escuela son un brillante ejemplo del camino a seguir para todos los trabajadores. Es necesario avanzar y convocar a un paro general de la enseñanza por tiempo indefinido, votado y organizado en cada escuela por las estructuras ya construidas, mantenidas hasta que el gobierno ceda a las demandas de los trabajadores.
¡Viva la lucha de los docentes y trabajadores de la enseñanza en defensa de las escuelas públicas!
¡Avancemos con la huelga general de la enseñanza!