Los resultados de las elecciones en Turingia y Sajonia han supuesto un verdadero shock para la clase trabajadora y la juventud, y una seria advertencia. En ambas, AfD ha superado con creces a los partidos que conforman el Gobierno central (SPD, Verdes y los liberales del FDP), alcanzando el 30,6% en Sajonia, la segunda posición a tan solo 1,3 puntos de la CDU, y ganando las elecciones en Turingia con el 32,8% de los votos. En esta última región, además, el candidato del partido, Björn Höcke es un representante del ala abiertamente fascista en el partido. Con estos resultados, la extrema derecha ha alcanzado sus mejores cifras desde el año 1931, cuando el partido nazi comenzó su ascenso electoral.

¿Cómo hemos llegado a esta situación?

En total, la CDU y AfD han conseguido una mayoría absoluta con el 62,5% y 1.468.490 votos en Sajonia, frente a los 312.969 votos, el 13,3%, de SPD, Verdes y FDP, y el 56,45% y 681.845 votos en Turingia, frente a 124.959 votos, el 10,4%, de los partidos gubernamentales. DIE LINKE, que ganó las últimas elecciones en Turingia y lideraba el Gobierno, ha perdido más de la mitad de sus votos, pasando del 31% al 13,1% en Turingia y del 10,4% al 4,5% en Sajonia, mientras que BSW de Sahra Wagenknecht, escindido de DIE LINKE, ha obtenido un relativo éxito electoral con un 15,8% en Turingia y un 11,8% en Sajonia. Todo ello con una participación récord del 73,6% en Turingia, 8,7 puntos más que en 2019, y del 74,4% en Sajonia, 8,2 puntos más que en 2019.

La coalición de gobierno formada por el SPD, el FDP y los Verdes ha sido duramente castigada. Unos resultados que vuelven a poner encima de la mesa la posibilidad de un adelanto electoral a nivel federal, nacional, tal y como ha vuelto a exigir la CDU ante las dificultades para elaborar un nuevo presupuesto.

Todo esto se suma a una situación en la que la movilización en las calles está aumentando pero bajo la creciente y preocupante influencia de la extrema derecha entre sectores de la juventud y la clase trabajadora, habiendo obtenido AfD en Turingia un 39% de los votos entre los menores de 24 años y un 51% entre las personas en una “situación económica precaria”[1]. Algo que no es ningún detalle y que debe tomarse muy en serio. Esta realidad, al mismo tiempo, genera temores entre sectores claves de la patronal y el gran capital, ante inestabilidad e incertidumbre que puede terminar generándose.[2]

Estos acontecimientos están directamente relacionados con la grave crisis que atraviesa el capitalismo alemán, sus instituciones y sus organizaciones políticas tradicionales, especialmente la izquierda reformista. Una crisis alimentada por las políticas racistas del SPD y los Verdes planteando más deportaciones tras el ataque en Solingen, legitimando y alentando así a la extrema derecha; por su propaganda pro-OTAN, su histeria belicista, y sus políticas ultramilitaristas; y por su entusiasmo en armar a Netanyahu hasta los dientes para que continúe el genocidio en Gaza. Y lo mismo podemos decir respecto a DIE LINKE y su apoyo al genocidio sionista, o respecto la nueva formación nacionalista “de izquierda” de Sahra Wagenknecht, BSW, y su propaganda racista antiinmigración.

Al mismo tiempo, la CDU, que ha obtenido buenos resultados, se enfrenta a una situación complicada, al tener que elegir entre una alianza con el partido de Sarah Wagenknecht y DIE LINKE, o con AfD, rompiendo el acuerdo no escrito de excluir a la extrema derecha de cualquier Gobierno. Dentro del partido ya se han alzado distintas voces a favor de normalizar las relaciones con AfD, como ocurre en la UE y en muchos países europeos, explicando que formar Gobiernos con BSW y DIE LINKE sería un suicidio para la CDU y un regalo para AfD. Y no les falta razón. Otra cara de la profunda crisis que afecta a la democracia burguesa en la principal nación europea.

La CDU se enfrenta a una situación complicada, al tener que elegir entre una alianza con el partido de Sarah Wagenknecht y DIE LINKE, o con AfD, rompiendo el acuerdo de excluir a la extrema derecha.

Decadencia del capitalismo alemán y creciente crisis social en el Este

Obviamente, lo que ha impulsado estos resultados es la profunda crisis del capitalismo alemán. Al tiempo que el conflicto interimperialista está acelerando a marchas forzadas esta decadencia, esto ha supuesto que un sector de la clase capitalista recurra cada vez más a respuestas autoritarias y nacionalistas frente a esta crisis.

Una realidad que se combina con el creciente empobrecimiento de sectores de las clases medias y de la clase trabajadora que desde hace tiempo han sido abandonados por el reformismo.

En Alemania del Este, la decadencia del capitalismo ha adquirido formas muy serias: la situación de las clases medias, que en general son más pequeñas que en Occidente, se ha vuelto aún más precaria. Según los datos del Panel Socioeconómico, la riqueza media heredada en Alemania del Este es menos de la mitad de la de Alemania Occidental, 15.000 euros frente a 50.000 euros[3], lo que pone en evidencia una mayor precariedad e inestabilidad financiera entre estas capas.

Lo mismo se puede decir de importantes sectores de la clase obrera, que se hacen cada vez más eco de la demagogia de la extrema derecha. Por ejemplo, las sanciones contra Rusia en el marco de la guerra de Ucrania y la política de desindustrialización han socavado aún más la base económica de importantes regiones de Alemania del Este, como Lausitz, donde desde 1989 se han perdido 180.000 puestos de trabajo en el sector energético y se prevé que los últimos 8.000 se supriman de aquí al 2038[4]; o en Schwedt y sus alrededores, donde se están eliminando numerosos puestos de trabajo debido a la finalización de la cooperación con Rusia en el sector energético.

Además, nada ha cambiado en lo que respecta a la grave destrucción de infraestructuras fruto de la destrucción criminal de la RDA en 1989. La media de horas de trabajo sigue siendo superior a la de Alemania Occidental, las pensiones son un 11%  inferiores, y el Estado social se desintegra a mayor ritmo que en el resto del país. Estas elecciones ponen en evidencia de forma más clara los graves peligros que enfrentamos, ya que la crisis del capitalismo va a continuar  profundizándose.

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En Alemania del Este, la decadencia del capitalismo ha adquirido formas muy serias: la situación de las clases medias, que en general son más pequeñas que en Occidente, se ha vuelto aún más precaria.

La bancarrota de DIE LINKE

Pero todo esto no puede ocultar el completo fracaso de la izquierda reformista, y de sus políticas procapitalistas, chovinistas y militaristas. DIE LINKE ha estado al frente del Gobierno de Turingia durante diez años, desde 2009 hasta 2019, al igual que en el Gobierno de Brandeburgo, donde se celebrarán elecciones el próximo 22 de septiembre con una nueva posible victoria de AfD.

Pero, a pesar de todo, nada ha cambiado para la clase obrera. En Turingia, bajo el gobierno de DIE LINKE, la pobreza infantil ha pasado en los últimos diez años de un 18% a casi un 25%. En Brandeburgo, el Gobierno, con la participación de DIE LINKE, ha llevado a cabo recortes de empleo en el sector público, ha apoyado la construcción del aeropuerto BER, que ha dilapidado los impuestos públicos en beneficio de un puñado de empresas capitalistas, y ha llevado a cabo un programa de recortes públicos en las universidades como parte de su política de estabilidad presupuestaria, es decir, de recortes capitalistas.

Al margen de sus discursos sobre algunas pequeñas reformas, que a menudo se han quedado en papel mojado, DIE LINKE ha dado su apoyo a todas las políticas criminales de la burguesía y la socialdemocracia alemana, como la guerra de sanciones contra Rusia, obedeciendo al amo estadounidense; la guerra en Ucrania y su completo apoyo al Gobierno corrupto de Zelensky, lleno de elementos nazis y de extrema derecha; y el apoyo fanático al genocidio sionista en Palestina, atacando los derechos democráticos y el movimiento de solidaridad con Palestina y Gaza, prohibiendo manifestaciones, deteniendo a activistas por llevar una bandera palestina o por corear lemas como "Desde río hasta el mar, Palestina vencerá", clausurando congresos y reuniones públicas o ilegalizando organizaciones de solidaridad con Palestina como Samidoun en el parlamento nacional junto con SPD, CDU, FDP, Verdes, ¡¡y AfD!!

El ascenso de BSW. Su programa nacionalista y racista terminará fortaleciendo a AfD

Los buenos resultados del BSW, que es proclamado de izquierdas por una parte de sus seguidores y que ha arrebatado más de la mitad del electorado a DIE LINKE, podrían interpretarse como un paso adelante para la izquierda. Nada más lejos de la realidad. Mientras que en Turingia DIE LINKE y BSW han conseguido casi los mismos votos que DIE LINKE en 2019, en Sajonia han conseguido juntos 157.000 votos más que en 2019. Pero este aumento de votos está completamente viciado.

BSW se ha dejado llevar por completo por la lógica de la AfD. En realidad, no actúan como un contrapeso a la extrema derecha, sino un factor más que legítima y valida sus posiciones chovinistas, racistas y xenófobas. La líder del partido, Sahra Wagenknecht, ha repetido su demagogia racista en relación con el ataque en la ciudad de Solingen, explicando que "una y otra vez la gente es asesinada por gente que ya no debería estar aquí"[5]. Pero con  este programa no se podrá detener a la extrema derecha, como afirman falsamente los seguidores de Wagenknecht, sino que sólo ayudará a alentar la demagogia racista y antiobrera de los capitalistas alemanes.

Este tipo de política sin principios, que intenta adaptarse a la opinión pública capitalista y a los medios de comunicación burgueses de masas, sólo genera confusión entre la juventud y la clase trabajadora del Este, haciendo que la extrema derecha pueda ganarlos más fácilmente para su programa y organización.

DIE LINKE, BSW y los reformistas del Este –junto con los dirigentes sindicales reformistas– han jugado el papel de apaciguar la lucha de las clases en pos de una unidad nacional con la patronal y la CDU conservadora, creando la impresión de que no hay salida a la crisis capitalista y generando desmoralización.

Lo último, tras los desastrosos resultados en Turingia y Sajonia, ha sido la disposición manifestada públicamente, tanto por parte de Bodo Ramelow, líder de DIE LINKE en Turingia, como por Sahra Wagenknecht, a gobernar con la derecha de la CDU, demostrando su voluntad de mantener a cualquier precio las desastrosas políticas capitalistas que nos ha traído hasta aquí. Esta política, sin duda, sólo puede ayudar al futuro crecimiento de AfD.[6]

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DIE LINKE, BSW y los reformistas del Este –junto con los dirigentes sindicales reformistas– han apaciguado la lucha de las clases en pos de una unidad nacional con la patronal y la CDU conservadora.

Son este tipo de políticas por parte de la izquierda las que han creado un vacío del que se beneficia AfD, difundiendo la idea de que, en lugar de impulsar la lucha de clases contra los capitalistas, hay que impulsar una lucha para "defender la nación" en la guerra interimperialista y en la lucha contra la inmigración. Un marco ideológico que, en realidad, sólo beneficia a la patronal y los empresarios de cara a aumentar la explotación de la clase obrera. Un programa propatronal al que AfD no se opone en absoluto. De ahí su oposición contante al aumento del salario mínimo en el Parlamento nacional o, en junio, su exigencia para aumentar las excepciones de cara a no pagar el salario mínimo en el sector agrario, respondiendo así a esas capas ultrarreaccionarias y explotadoras de medianos y pequeños empresarios que nutren gran parte de la base electoral de AfD.

Frente al ascenso de la ultraderecha, ¡construir una alternativa revolucionaria de la clase trabajadora!

Los resultados electorales en Sajonia y Turingia, y los posibles resultados catastróficos en las próximas elecciones en Brandeburgo, demuestran claramente la incapacidad de las políticas reformistas para frenar el ascenso de la extrema derecha, y la capacidad de la reacción para penetrar entre sectores de la juventud y de los trabajadores con su demagogia. Una seria advertencia de que es más necesario que nunca construir una alternativa revolucionaria y de clase para contrarrestar el ascenso del neofascismo.

Una lucha que no puede basarse en un programa de reconciliación de clases y de reformas minimalistas que justamente nos han conducido a esta situación, sino en un programa de lucha serio de la clase trabajadora.

Un programa como este debe exigir:

- Nacionalización inmediata de todas las industrias estratégicas y de la banca y el sector financiero bajo el control y administración de la clase trabajadora.

- Frenar la desindustrialización, impulsando un programa estatal para reincorporar al trabajo a todos los trabajadores en paro. Salarios dignos y fin de la precariedad laboral.

- Plan nacional de expansión de la asistencia médica, jardines de infancia, escuelas, vivienda gratuita y una red digital en todas las regiones financiado gravando y expropiando la ingente riqueza que acumulan los empresarios y los capitalistas.

- Abajo la guerra imperialista en Ucrania y el genocidio en Gaza. Basta de financiar a la industria militar y al ejército. ¡Abajo el militarismo!

- Igualdad de derechos para los trabajadores inmigrantes y fin de todas las leyes racistas.

- ¡Basta de atentados contra los derechos democráticos! ¡Libertad de expresión , manifestación y organización!

- ¡Por la expropiación de la clase capitalista y la construcción del socialismo!

 

Notas:

[1] Thüringen. Landtagswahl 2024

[2] Instituto de Economía de Colonia ; "Un gran peligro": las asociaciones empresariales critican los éxitos de AfD y BSW 

[3] Cerrar la brecha de la felicidad cerrando la brecha de la riqueza: el papel de la riqueza en la satisfacción vital entre los alemanes del este y del oeste

[4] Lausitz también tiene que salvarse

[5] Post de Sahra Wagenknecht

[6] El populismo de derecha divide los generos

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