Claudio Bellotti es miembro del Comité de Redacción de Falce Martello, dirigente de la Corriente Marxista Internacional en Italia y portavoz del ala marxista del Partido Refondazione Comunista (PRC). En esta entrevista habla de la intervención de los marxistas italianos en el último congreso del partido celebrado el pasado mes de julio.

Claudio Bellotti es miembro del Comité de Redacción de Falce Martello, dirigente de la Corriente Marxista Internacional en Italia y portavoz del ala marxista del Partido Refondazione Comunista (PRC). En esta entrevista habla de la intervención de los marxistas italianos en el último congreso del partido celebrado el pasado mes de julio.
Para comprender los últimos acontecimientos es necesario recordar lo ocurrido a la izquierda italiana en las últimas elecciones. En esta ocasión estaba representada por la coalición Arco Iris, formada por Rifondazione Comunista y otros tres partidos más pequeños: el Partido de los Comunistas Italianos (PdCI), los Verdes y la Izquierda Democrática, sufriendo la peor derrota de su historia, con tan sólo el 3,1% de los votos.
En las elecciones de 2006 el PRC consiguió en solitario el 5,6% de los votos para el parlamento y el 7,4% para el senado. En estos dos años la izquierda en conjunto ha perdido tres cuartas partes de los votos y en la cámara no hay ningún parlamentario comunista o socialista. Esta situación fue el resultado de la pérdida de credibilidad sufrida por la izquierda durante los dos años de gobierno de centro-izquierda, revelando la total bancarrota del reformismo, algo que en absoluto se puede confundir con una supuesta debilidad de la clase obrera.

El Militante.- ¿Cómo afectó esta derrota a la situación interna de Rifondazione?
Claudio Bellotti.-
La derrota fragmentó a la capa dirigente y sirvió para detener la liquidación del partido, un proceso que llevaba produciéndose desde hace años. Cuando decimos liquidación, significa tanto organizativa como ideológica, y la sumisión al burgués Partido Democrático y a la burocracia sindical. Existía un plan para disolver el partido en un nuevo partido, abiertamente reformista, donde las ideas comunistas quedarían reducidas a una "tendencia cultural" (como dijo Bertinotti) y no serían la base ideológica del partido. El Arco Iris se suponía que sería el paso decisivo en esa dirección.
La credibilidad de los dirigentes del partido sufrió un colapso después del fracaso de su política. La derrota también afectó a la base generando una reacción que inmediatamente se reflejó en una división en la dirección de la anterior mayoría del partido. Este es el escenario que llevó a un congreso marcado por divisiones encarnizadas donde competían entre sí cinco posiciones diferentes, ninguna con mayoría.
EM.- ¿Cuál era el ambiente entre la base del congreso?
CB.-
El congreso estaba muy polarizado entre los dos principales grupos, formados a partir de una escisión de la vieja mayoría. Una de ellas estaba encabezada por el ex ministro Paolo Ferrero, más tarde elegido secretario nacional por el congreso, y tenía la imagen de defender la postura antiliquidación. Lo consiguió con una combinación de críticas a la participación en el gobierno y a la dirección antidemocrática del partido durante estos últimos dos años. La otra fracción estaba constituida por el ala de derechas encabezada por Bertinotti, y que representaba la continuidad. Este agrupamiento también es una expresión de los nichos de poder que la burocracia aún ocupa para controlar el partido y algunas posiciones de gobierno a nivel local.
En lo que respecta a nosotros, los resultados fueron un éxito. Somos la fracción que más ha crecido proporcionalmente entre la base en relación a nuestro peso, y disfrutamos del apoyo de un sector importante de los trabajadores del partido.
EM.- ¿Cuál fue el resultado final del congreso?
CB.-
En el congreso fueron derrotadas todas las propuestas de disolución del partido, tanto las defendidas por los seguidores de Bertinotti como la variante promovida por el tercer documento (un sector de esta fracción quiere provocar una escisión en el partido para fusionarse con el PdCI). Al mismo tiempo, ante la ausencia de una mayoría clara fue necesaria una combinación de diferentes sectores para que saliera elegida una nueva línea del partido con más del 50% de los votos de los delegados.
Nosotros contribuimos a la elaboración de la resolución final y la apoyamos. En ella hay algunos puntos que indican claramente un giro a la izquierda frente a la línea seguida estos últimos años: negativa a formar parte de nuevo en un gobierno de centro izquierda; rechazo claro a cualquier perspectiva que suponga la liquidación del PRC y un llamamiento a organizar una lucha seria en defensa de los derechos de los trabajadores y contra cualquier concesión a la burguesía por parte de la dirección sindical.
Sobre la base de estos tres puntos apoyamos la resolución y también la elección de Ferrero como secretario nacional. Este resultado fue interpretado como un giro a la izquierda del partido, un partido en el que durante los últimos años ha prevalecido la política de colaboración de clase.
EM.- ¿Eso significa que ya no os consideráis un grupo de oposición?
CB.-
El giro a la izquierda por ahora es sólo sobre el papel. Para que se traduzca en hechos, seguiremos luchando sin dejar de criticar las posiciones de Ferrero. Al mismo tiempo, también hay una petición de que la izquierda marxista esté representan da en los órganos de dirección y que tenga un papel en la guía y organización del partido. Esta petición procede de los sectores más combativos del partido. Quieren que nuestras ideas se lleven a la práctica en el período más difícil de la historia del partido.
EM.- ¿Qué tipo de reacciones ha provocado la nueva situación?
CB.-
En general, los comentarios de los medios de comunicación y de los dirigentes de otros partidos de centro-izquierda y derecha han sido negativos. Hablan de una "deriva extremista" en Rifondazione, intentan extender la idea de que el PRC está destinado a desaparecer o convertirse en algo minúsculo, una fuerza insignificante. Estos comentarios confirman la corrección de nuestra decisión precisamente porque proceden de aquellos grupos que durante estos años consiguieron convertir el partido en un prisionero del Partido Democrático.
EM.- ¿Qué va a ocurrir ahora en Italia?
CB.-
El gobierno Berlusconi y Confindustria (la patronal) han desatado una ofensiva muy violenta. Creen que después de acabar con la izquierda parlamentaria ellos pueden obligar a los dirigentes de la CGIL a firmar un acuerdo, y si se niegan, los marginarán y les dejarán sin poder.
Esto implica que la única manera de luchar es a través de la movilización de masas porque no existe una organización parlamentaria capaz de oponerse a esta política, una política que, con unas diferencias pequeñas, es aprobada también por los demócratas.
El futuro de Rifundazione estará determinado por su viabilidad como instrumento de los trabajadores para organizar esta resistencia.

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