Decenas de miles de personas: trabajadores de los sectores públicos y privados junto a sus familias, trabajadores desempleados, pensionistas y estudiantes tomaron las calles de ocho ciudades de la República de irlanda el viernes 6 de noviembre, mientras otras diez manifestaciones tuvieron lugar en la parte norte. 70.000 personas se dirigieron a Merrior Square in Dublín, 20.000 en Cork, 10.000 en Waterford, 6.000 en Galway, 5.000 en Sigo, 5.000 en Limerick, 4.000 en Tullamore y 1.500 en Dundalk. Nada mal para un viernes con una terrible previsión meteorológica.
Decenas de miles de personas: trabajadores de los sectores públicos y privados junto a sus familias, trabajadores desempleados, pensionistas y estudiantes tomaron las calles de ocho ciudades de la República de irlanda el viernes 6 de noviembre, mientras otras diez manifestaciones tuvieron lugar en la parte norte. 70.000 personas se dirigieron a Merrior Square in Dublín, 20.000 en Cork, 10.000 en Waterford, 6.000 en Galway, 5.000 en Sigo, 5.000 en Limerick, 4.000 en Tullamore y 1.500 en Dundalk. Nada mal para un viernes con una terrible previsión meteorológica.
Cuando uno ve a los trabajadores organizados en marcha una de las cosas que primero salta a la vista es la mezcla de gente, jóvenes, mayores, de diferentes lugares y con diferentes experiencias, lo que refleja los cambios que han tenido lugar en la sociedad irlandesa en los últimos años. Es una lucha común que une a la gente y la razón por la que esta lucha contra recortes en pagas y pérdida de empleos no se circunscribe sólo a los trabajadores del sector público. No hay un muro de ladrillos que separe estos dos sectores, público y privado. ¿En cuantas parejas uno de los miembros trabaja en el sector público mientras otro lo hace en el privado?
Manifestaciones como esta arrastran a las masas a la acción política. Cuando las masas hacen su entrada en el escenario donde la historia se representa, ésta puede ser radicalmente transformada.
El sector público en irlanda da empleo a más de 300.000 trabajadores. Junto a sus familias esto probablemente representa como mínimo el 25% de la población. Esa es la razón por la que las luchas del sector público son tan importantes. La derrota de los planes de Cowel y Lenihan por parte de estos trabajadores sería una gran victoria. Ésa sería la mejor manera de ganarse a los trabajadores del sector privado, o más bien ganarse a aquellos que aún no apoyan la lucha de los trabajadores del sector público.
Si lees y escuchas a los correveidiles de la patronal es fácil darse cuenta de que están intentando ganar tiempo haciéndose los pobrecitos. Su intento de dividir a los trabajadores está en línea con su estrategia para hacerles pagar por la crisis. La crisis es suya, de la patronal, y son ellos, los patronos, quienes deberían pagarla. Los trabajadores más conscientes del sector privado harán también hincapié en este argumento cuando hablen con sus compañeros y familias. En última instancia esta política repercutirá también en los patronos, pero lo haría mucho más rápidamente si los líderes sindicales extrajeran las lecciones pertinentes de esta serie de manifestaciones.
El viernes pasado se manifestó un número similar de trabajadores al que ya se había manifestado en febrero. Peo ha habido un profundo cambio en la actitud de los trabajadores desde entonces. El mayor obstáculo en esta lucha es la perspectiva miope de esa sección de líderes sindicales que están dispuestos a llegar a un cuerdo a cualquier precio. Por supuesto, los líderes sindicales se mostraron en forma el día de las manifestaciones, ¿pero que pensarán cuando llegue el lunes y se sienten a leer las opiniones impresas de los lacayos de Fianna Fáil y la IBEC?
A los patronos les gusta cultivar este tipo de presión continuada de baja intensidad, también llamada "opinión pública". Tanto ellos como los llamados "Soldados del Destino" (Fianna Fáil) en las cámaras de representantes (Oireachtas) piensan que pueden actuar impunemente en nombre del "pacto social". Pero si un movimiento obrero unido y militante se les enfrentara se encontrarían, de repente, suspendidos en medio de la nada.
El siguiente paso adelante para los militantes socialistas y sindicales en Irlanda debe ser:
Mantener la presión sobre los líderes sindicales. Hacer pagar a los patronos por la crisis.
Convertir el 24 de noviembre en una huelga general de 24 horas.