El inicio de los ataques aéreos sobre el Estado Islámico (EI) en Iraq y Siria por parte de una coalición internacional liderada por Estados Unidos lejos de resolver los conflictos que se suceden en Oriente Medio no hará más que agravarlos, como ha quedado demostrado en todas las intervenciones imperialistas de las últimas décadas. El propio Barack Obama ha señalado que la guerra contra el EI puede durar años, reconociendo implícitamente que en realidad el imperialismo no tiene ningún plan de cómo afrontar la situación, con una estrategia militar que presenta más sombras que claros.

Para empezar, la propia coalición no sólo es muy heterogénea sino que los países integrantes tienen intereses enfrentados. Así, Arabia Saudí y otras monarquías del Golfo llevan años apoyando a los grupos islamistas en Iraq y Siria y han sido, con ello, actores clave en la conformación del Estado Islámico al que ahora dicen van a combatir. Ese apoyo tenía como objetivo frenar la influencia de Irán, histórico enemigo de EEUU, y que ahora también participa de forma activa en el combate contra el EI colaborando con los norteamericanos.

Ofensiva imperialista

En cuanto a las medidas anunciadas por el imperialismo suponen en realidad un arma de doble filo. Los ataques aéreos tendrán un alcance muy limitado, como ha ocurrido en operaciones anteriores de este tipo, pero es que además, la muerte de civiles como “efecto colateral” de los mismos puede provocar un aumento del apoyo de esa población al Estado Islámico y el rechazo a los distintos grupos armados en los que pretende apoyarse EEUU.

El armamento de dichos grupos, la otra gran medida anunciada, presenta a su vez enormes incógnitas. Es el caso de los kurdos, que pretenden avanzar en el proceso de conformación de un estado propio, algo que ni Estados Unidos ni Turquía están dispuestos a aceptar. Si ahora recurren a los kurdos no es porque se pretenda resolver la cuestión nacional de este pueblo sino porque, llegados a este punto, era la última opción sobre el terreno en la que los imperialistas podían basarse. Además, tanto en Iraq como en Siria están siendo apoyados por kurdos turcos ligados al PKK, organización considerada terrorista por la UE. Con este panorama, la idea de armar a los peshmergas del kurdistán iraquí podría servir para que estos usaran ese armamento en un futuro para buscar sus propios objetivos, lo cual les enfrentaría tanto al gobierno iraquí como al turco. En cuanto al ejército iraquí, está virtualmente descompuesto y es además, después de años de represión y violencia en las zonas suníes, visto por estos como una suerte de ejército de ocupación.

La situación es igualmente complicada en Siria, donde el planteamiento es armar a unos supuestos “rebeldes moderados” que en la práctica no existen. A la vez, el cambio de objetivos de Estados Unidos, que sólo hace un año planteaba bombardear al régimen de Bashar al-Asad y ahora va a apoyarlo indirectamente atacando a su principal enemigo, reforzará la posición del sátrapa sirio.

Esta idea de apoyar a facciones locales para que le hagan el trabajo sucio al imperialismo ha demostrado ya en el pasado que puede acabar volviéndose contra sus promotores. Conviene recordar que entre 2006 y 2008 Estados Unidos financió y armó a los grupos suníes que lucharon contra Al Qaeda, y que se agruparon en los llamados “Consejos del Despertar”. Esos Consejos tuvieron un papel clave en frenar a los islamistas afines a Al Qaeda (que después darían lugar al Estado Islámico) y obligarles a huir al desierto. Pero al acabar ese conflicto esos combatientes fueron abandonados, y en muchos casos represaliados, por el gobierno iraquí de Al Maliki, que los veía como posibles rivales. Ante esta situación muchos de ellos se han ido pasando al EI, dotando a éste de armamento y más capacidad y experiencia militar.

El papel de Turquía y la financiación del Estado Islámico

El gran problema que tiene el imperialismo es que se enfrenta a un caos que está alimentado por su propia intervención en las últimas décadas y por la decadencia del sistema capitalista. Son los imperialistas los que han azuzado constantemente los enfrentamientos nacionales y religiosos, los que directa o indirectamente arman a los islamistas, los que defendiendo los intereses del gran capital internacional y de las élites locales llevan a esos países a la más completa descomposición social y miseria para la mayoría, creando el caldo de cultivo para el surgimiento de organizaciones islamistas.

Justamente, y a pesar de sus métodos brutales y de su carácter completamente reaccionario, el Estado Islámico está intentando asentar su posición en los territorios que ocupa tratando de proveer unos mínimos servicios, abaratando el precio de los productos básicos y estableciendo ayudas económicas para la población.

Estas medidas del EI se pueden financiar fundamentalmente gracias al contrabando de petróleo que puede realizar a partir de los pozos petrolíferos que ha ocupado en zonas del nordeste de Siria y el norte de Iraq, un contrabando que les supone un ingreso que ronda de media diaria los dos millones de dólares. De esa actividad sale también el dinero que les permite mantener sus necesidades militares y pagar a sus miembros y colaboradores. Puesto que no dispone de oleoductos ese petróleo sólo puede ser transportado a través de camiones cisterna (varios cientos al día) atravesando la frontera con Turquía. A su vez esa misma frontera es por donde el EI recibe armamento y combatientes. En definitiva, Turquía se ha convertido en la auténtica retaguardia de los islamistas del EI.

Turquía es uno de los principales receptores de ayuda militar norteamericana y en los últimos años ha sido puesta como ejemplo de nación musulmana “avanzada y democrática”. Pareciera entonces que, como fiel aliado de occidente, tendría que haber impedido toda esta actividad, pero el gobierno turco tiene su propia agenda: utilizar al Estado Islámico como ariete para debilitar tanto a la Siria de Al Assad como a los kurdos, algo que ha venido realizando hasta ahora con pleno consentimiento de EEUU y la Unión Europea. Incluso la propia embajadora de la UE en Iraq, Jana Hybaskova, ha reconocido que parte del petróleo de contrabando es a su vez reenviado a Europa, si bien se ha negado a especificar qué países recibían dicho petróleo. Esta es la hipocresía del imperialismo, mientras dicen combatir al EI, por otro lado permiten o directamente colaboran en su financiación.

Capitalismo equivale a barbarie. Como señalábamos en otros artículos, sólo un completo cambio, como el que se empezó a esbozar con la primavera árabe, y que avance en líneas socialistas, podría a través de una federación socialista de los pueblos de Oriente Medio acabar con los enfrentamientos étnicos y religiosos y permitir un reparto justo de las enormes riquezas presentes en la región.

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