¡Sí a la ampliación del Metro, pero no a costa de nuestros barrios y parques!

Desde hace poco más de una semana hemos visto como en nuestros barrios comenzaban a proliferar vallas y paneles que han ido cercando casi en su totalidad el parque de Comillas, al lado de la calle Antonio Leyva, a la vez que en la otra orilla del Río sucedía algo similar con una importante zona del Madrid Río repleta de chopos y otras especies vegetales.

Los vecinos y vecinas de Carabanchel y Arganzuela nos hemos ido enterando, con incredulidad, de que toda esta parcelación de espacios es el paso previo para acometer la tala indiscriminada de más de mil árboles que son un soplo de paz en medio de unos barrios sistemáticamente abandonados por el Gobierno del Partido Popular, especialmente el barrio obrero de Carabanchel.

Desde la Comunidad de Madrid se ha tomado la decisión unilateral —y por supuesto sin tener en cuenta la opinión de las vecinas y vecinos que vivimos en torno a estos parques— de arrasar con maquinaria pesada cualquier resquicio vegetal que existiese previamente.

La excusa utilizada es la prolongación de la línea 11 de Metro, dándonos a entender que no hay otra localización posible para la instalación de futuras paradas si se quiere fomentar la red de transporte público. ¡Pero qué demagogia más repugnante! ¡Y qué poca vergüenza!

Desde el Ayuntamiento —donde se han plegado gentilmente a acometer esta barbaridad exigida por el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso— intentan presentarnos como dos cosas excluyentes la existencia de nuestros parques con la demanda histórica del barrio de incrementar los servicios de transporte público. Es decir, que si queremos Metro hay que pagar el peaje de destruir un parque por completo y arrancar cientos de árboles de otro. Una argumentación tramposa y que no resiste la realidad de los hechos.

Plantear esta idea respecto al parque de Comillas es de una desvergüenza escandalosa, ya que justo en la calle de enfrente en la que termina este parque existen varios solares de miles de metros cuadrados en conjunto que están abandonados a su suerte desde hace más de una década. Y precisamente ahí es donde se han instalado las oficinas para la dirección operativa de las obras y donde perfectísimamente podría planificarse la ejecución de la futura boca de Metro del Parque de Comillas, sin necesidad de tocar ni una brizna de hierba de nuestro parque o las maltrechas instalaciones deportivas que se encuentran en su interior.

Pero el problema que ha creado el PP en torno al Parque de Comillas es que se le ha metido entre ceja y ceja que es desde esta ubicación en la que se encuentra el parque, por donde debe comenzar a horadar el terreno la tuneladora: una monstruosidad mecánica que para trabajar a pleno rendimiento tiene unas dimensiones aproximadas de 12 metros de diámetro, 100 metros de largo y un peso equivalente al de cuatro Airbus 380.

Para montar y comenzar a trabajar con semejante maquinaria ¿cómo se podría evitar la desaparición de nuestro parque? Simplemente siguiendo los planes técnicos iniciales que recogían el inicio de la construcción de la prolongación de la línea 11 desde Conde de Casal. Fin del problema.

La consecuencia de no querer llevar adelante el plan inicial es que el parque se destruirá completamente, dejando en su ubicación actual ¡once árboles! La inmensa mayoría serán talados y solo un pequeño porcentaje se intentará replantar en otra ubicación.

Las grandes constructoras están en el ojo del huracán

Por su parte, el escándalo en la zona del Madrid Río es de una magnitud que se le aproxima, ya que también en el proyecto inicial se contemplaba que la boca de Metro “Madrid Río” se encontrase en la calle Yeserías, afectando mucho menos a árboles y vegetación general del parque; a la vez que daría servicio a zonas del barrio de la Chopera y Acacias con mucha mayor densidad de población, siendo por tanto mucho más útil la ubicación que se había decidido en aquel momento. Sin embargo, a última hora, el Gobierno de la derecha madrileña ha decidido que es mucho mejor talar centenares de árboles y arrasar el parque infantil que se encuentra en las inmediaciones.

El resultado final de estas actuaciones es que de 1.433 árboles que se encuentran en estos parques, únicamente 48 permanecerán en su ubicación actual, 348 se intentarán trasplantar y más de mil —con una media de 19 años de edad, algunos con cincuenta— se talarán.

Detrás de una decisión de este calado no pueden estar únicamente la incapacidad y la miopía de Díaz Ayuso y Martínez Almeida. Lamentablemente, los jóvenes y trabajadores madrileños tenemos una larga experiencia en ir descubriendo intereses ocultos detrás de decisiones inverosímiles en los megaproyectos del Partido Popular. Y es por esto que a todo el mundo le viene rápidamente a la mente los ingentes sobrecostes que trajeron aparejadas las obras de soterramiento de la M-30 para mayor lucro de las grandes constructoras como OHL, FCC y ACS, que sin despeinarse inflaron sus facturas para que los madrileños acabásemos pagando casi 1.200 millones de euros más de lo presupuestado inicialmente. Una vez más, las grandes constructoras están en el ojo del huracán como posibles beneficiarias de estos sorpresivos cambios de última hora.

Al PP nuestro bienestar y el de nuestros barrios le importan bien poco, pero con lo que no contaban era con la respuesta de vecinos, AMPAS de colegios e institutos públicos de la zona, así como de diferentes organizaciones de la izquierda madrileña.

Es por eso que dese el Sindicato de Estudiantes e Izquierda Revolucionaria nos sumamos al llamamiento para participar en la concentración que se celebrará el próximo sábado 18 de febrero a las 12:30h. en el Paseo de Yeserías nº 33. Y también animamos a todo el mundo a sumarse a la recogida de firmas que los vecinos han promovido contra esta barbaridad y a participar en todas las acciones de protesta que se produzcan los próximos días.

¡Por unos barrios dignos!

¡No a la destrucción de nuestros parques!

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