El capitalismo enfrenta una crisis devastadora que nos empobrece y arrebata derechos esenciales, que nos niega el acceso a la educación, la sanidad y la vivienda, que aumenta la precariedad y la explotación laboral a niveles cada día más crueles, que esparce el veneno del racismo y del machismo, que amenaza con una hecatombe climática y da alas a las fuerzas de la extrema derecha y del fascismo.

Esta crisis, alimentada por la pugna imperialista, por el control de las materias primas estratégicas, de mercados y cadenas de producción y comercialización, desencadena genocidios atroces como el que sufre el pueblo palestino a manos del sionismo, guerras imperialistas que arrasan países enteros, y todo para seguir proporcionando beneficios récord a los grandes monopolios, la banca, los caseros rentistas y las industrias armamentísticas.

El capitalismo es un sistema irreformable, parasitario y belicista, que debe ser derrocado. Y los partidos que sustentan este sistema, como los que apoyan con su acción parlamentaria el régimen del 78, nunca pueden ser parte de la solución.

Como la experiencia demuestra, no caminamos hacia una mayor democracia. Todo lo contrario. La tarea de la transformación socialista de la sociedad se nos impone no como un horizonte utópico, sino como una necesidad urgente.

En este contexto, la movilización convocada por la Coordinadora Juvenil Socialista del 14 de diciembre en Madrid supone un paso adelante que desde Izquierda Revolucionaria apoyamos de manera militante y fraternal. Una movilización que pone el énfasis en denunciar las consecuencias de la crisis, combatir las ideas reaccionarias y el proyecto pro capitalista y burgués de la izquierda reformista, y reivindica la necesidad de organizarnos bajo un programa comunista para cambiar radicalmente la sociedad.

El fracaso del reformismo y de la política institucional

Tal y como señalan las y los compañeros de CJS, a la cabeza de esta ofensiva autoritaria del capital se coloca el Estado, sus instituciones, sus fuerzas armadas, policiales y judiciales, y los partidos que han decidido gestionar las políticas de la patronal, tanto de la derecha como de la socialdemocracia, de la tradicional y de la nueva.

Las ideas que tan entusiastamente defienden los dirigentes de esta izquierda reformista, de que se puede llegar a un entendimiento con los capitalistas, y mediante los mecanismos parlamentarios conseguir un reparto más justo de la riqueza, han fracasado por completo. En la práctica, los dirigentes de estos partidos han acabado aplicando la agenda dictada por el capital financiero y por el imperialismo occidental en su lucha por la hegemonía. Y esta capitulación la enmascaran acusando a la clase obrera de una supuesta falta de conciencia, cuando son ellos precisamente los responsables de garantizar la paz social, y de desarmar ideológicamente a los y las trabajadoras.

Su política de supeditarse a la lógica capitalista y gestionar las consecuencias de la crisis, está asfaltando el camino a la extrema derecha en todo el mundo. Una amenaza muy seria que solo se puede combatir con la lucha más contundente de la clase trabajadora y la juventud y defendiendo firmemente un programa revolucionario.

Hay que levantar una alternativa comunista revolucionaria

La lucha de clases está golpeando duramente EEUU, Europa, Oriente Medio, América Latina y muchos otros territorios. Los trabajadores irrumpen como la fuerza vertebradora de estas movilizaciones, levantamientos e incluso insurrecciones, como hemos visto en Gran Bretaña, Francia, Chile, Sri Lanka o aquí mismo, en Valencia, con la autoorganización popular de la clase obrera y las movilizaciones multitudinarias tras el crimen social de la DANA a manos del PP de Mazón y del Gobierno central.

Todos estos ejemplos dejan claro quién es el sujeto de la revolución socialista, y responden en los hechos a todos los que pusieron el RIP sobre la clase obrera.

La principal tarea que enfrentamos los comunistas es ganar a las ideas de la revolución socialista a millones de trabajadores que van a ser sacudidos por los acontecimientos.  Por eso es imprescindible, tal y como explicaba tan insistentemente Lenin, que los comunistas participemos en el seno de todos estos movimientos, codo con codo con los todos los oprimidos, para confrontar en la acción con las burocracias de la izquierda reformista y las cúpulas sindicales.

Acabar con toda opresión de clase, de género, racial y nacional, derrocar el Régimen del 78 capitalista y su monarquía podrida, es el objetivo por el que luchamos y que nos une a los comunistas revolucionarios. Por eso mismo, los que nos reivindicamos como tal debemos esforzarnos por trabajar conjuntamente, debatiendo fraternalmente y actuando en unidad de acción para impulsar la lucha en las calles contra los capitalistas y contra los defensores del orden social de la burguesía.

Por una alternativa comunista, ¡por la construcción del partido de la revolución socialista!

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