Han pasado más de tres meses desde que los trabajadores de Delphi en Puerto Real comenzaron la lucha contra el cierre de la fábrica, anunciado por la multinacional bajo la excusa de pérdidas económicas acumuladas en los últimos cinco años. Era una gran mentira de una empresa que ha recibido más de 10.000 millones de las antiguas pesetas en subvenciones por parte de la Junta de Andalucía desde 1982 y cuyos directivos en EEUU, pese a la supuesta crisis, se repartían en primas tanto dinero como el que declaraban haber perdido en Puerto Real. Una multinacional que ocupó unos terrenos cedidos y posteriormente adquiridos a precio simbólico y que ahora, en el colmo de la desfachatez, pretende vender a la Junta de Andalucía a precio de mercado. Una multinacional que con el dinero de las subvenciones compraba maquinaria que apenas pasaba dos semanas en la fábrica de Puerto Real antes de ser trasladada a otras plantas de su propiedad en Polonia y otros países. La misma multinacional que el pasado 22 de febrero anunció el cierre de la planta gaditana con la intención de dejar a 4.000 trabajadores, muchos de ellos con una antigüedad de más de 20 años, en la calle.
La crisis de Delphi ha reflejado con nitidez la podredumbre del sistema capitalista. Para favorecer a un puñado de especuladores no se ha dudado en abandonar a su suerte a miles de trabajadores en una comparsa donde la justicia burguesa y los capitalistas silban al son de la misma melodía, con la lamentable complicidad, en este caso, de los dirigentes políticos del PSOE. Tanto desde el Gobierno central como desde la Junta de Andalucía han sido incapaces de ofrecer una salida digna a los trabajadores de Delphi después de tres meses de lucha y muchas declaraciones de intenciones.
La Junta de Andalucía de Chaves sabe muy bien que la única forma de impedir el cierre de la fábrica de Puerto Real pasa por la nacionalización, algo que parecen haber descartado a estas alturas cuando la única estrategia seguida por ellos se ha limitado al terreno legal, con la intención de "llevar a la multinacional ante los tribunales", y a tratar de llegar a acuerdos con otras empresas para que se "hagan cargo" de los trabajadores de Delphi, cuando la factoría de Puerto Real era rentable y su productividad estaba más que probada.
Para desconsuelo de los máximos responsables del Gobierno andaluz, la justicia burguesa tiene muy claro a qué intereses sirve y la jueza Nuria Orellana, de los juzgados de Cádiz, ha respaldado a la multinacional, primero en la declaración de supuesta "quiebra técnica" y, el pasado miércoles 23 de mayo, admitiendo el Expediente de Regulación de Empleo (ERE) presentado por la empresa, que es el comienzo del cierre y la antesala de enviar al paro a toda la plantilla.
La Junta de Andalucía ha jugado al desgaste y a dilatar el conflicto en el tiempo, haciendo maniobras electorales para evitar un problema en las urnas ante la falta de una solución. En la semana de las elecciones municipales Chaves y Zapatero recibieron al Comité de Empresa en dos reuniones diferentes y multiplicaron las promesas y los anuncios de "acuerdos" con varias empresas, que resultaron ser cortinas de humo, como tuvo que declarar el propio presidente del Comité, Antonio Pina. El 20 de mayo en el mitin central de la campaña electoral en Sevilla, el propio Zapatero llegó a parafrasearse a sí mismo cuando llegó al Gobierno en 2004: "no voy a fallar a los trabajadores de Delphi", a la vez que pedía "confianza" y "paciencia". Pero la paciencia se agota entre los trabajadores y sus familias, y los únicos que parecen conservarla intacta son los dirigentes sindicales de CCOO y UGT que, a pesar de tener que acusar a la Junta de "intentar utilizarles electoralmente" fruto de la presión existente entre la plantilla, no han convocado ninguna movilización ni han dado ningún paso más en la lucha. Todo esto después de realizarse la marcha a pie de 120 trabajadores desde Puerto Real a Sevilla, que finalizó en el encuentro con Chaves del pasado 19 de mayo, y donde tampoco se dio ninguna solución.
Los trabajadores han demostrado su disposición a la lucha,
pero ¿cuál es la táctica
de los sindicatos?
Tras el anuncio de cierre los trabajadores de Delphi y sus familias protagonizaron movilizaciones históricas: el 1 de marzo Cádiz vivió la manifestación más grande de los últimos años y el 12 de abril hubo una segunda movilización masiva. Entre tanto, se sucedieron continuamente acciones de solidaridad de las mujeres de los trabajadores, de los estudiantes y de numerosos colectivos en defensa de los puestos de trabajo, hasta llegar a una huelga general histórica el pasado 18 de abril, cuyo seguimiento fue superior incluso al de otras huelgas generales exitosas como la del 20-J. Pero los dirigentes sindicales no han querido ir hasta el final con contundencia y, ante la falta de soluciones tras la huelga general, el conflicto se estancó. En los hechos las direcciones sindicales se han agarrado a cada declaración de intenciones de la Junta y del PSOE, pese a que sólo eran palabras vacías.
A pesar de esta muestra de "buenas intenciones" por parte de los sindicatos, la única solución que por el momento maneja la Junta de Andalucía pasa por "recolocar" a los trabajadores en otras empresas. Teniendo en cuenta que hablamos de Cádiz, la provincia del Estado con más paro, las buenas palabras de la Junta suenan a meras especulaciones. Además, como ha señalado el Comité de Empresa, es necesaria una solución global para todos los trabajadores de la plantilla, eventuales y de contratas. La solución no es dividir a los trabajadores de Delphi en packs de 100, 200, o 500 y ver dónde se recoloca a cada uno, obviamente en condiciones salariales y laborales mucho peores y sin garantías de futuro. Eso son solamente parches para fragmentar a una plantilla que ha estado unida en la lucha desde el primer día. Son 4.000 puestos de trabajo, patrimonio de toda la clase trabajadora gaditana, de los que no se puede perder ni uno solo. Por eso los sindicatos deben defender consecuentemente una alternativa global y ésta pasa por la nacionalización de la empresa bajo control de los trabajadores ¡Qué el dinero público se utilice para defender el empleo público!
Sólo con la lucha llegará la victoria: ¡defendamos un modelo sindical de clase y combativo!
Desde el Sindicato de Estudiantes y la Corriente Marxista El Militante pensamos que la lucha ha sido, es y sigue siendo el único camino para conseguir una solución al conflicto y presionar a quienes tienen los medios para impedir que no se pierda ni un sólo puesto de trabajo, que son la Junta de Andalucía y el Gobierno central. Sí avanza el ERE y el cierre de la fábrica, con el apoyo de la "justicia" y la complicidad de los responsables políticos de la Junta, la posición de los trabajadores sólo puede empeorar. Por eso es necesario pasar a la ofensiva, responsabilidad que recae por entero en los sindicatos de clase, en CCOO especialmente porque tiene la mayoría en el Comité.
La clase trabajadora de Cádiz tiene una enorme fuerza ¡Usémosla! Esta es la razón por la que no tiene sentido una táctica sindical basada en la confianza en las administraciones, o en los pactos y consensos con la patronal. El único sitio donde los trabajadores deben poner la confianza es en sus propias fuerzas. Los sindicatos de clase CCOO, UGT, CGT y USO, que son quienes tienen representación en el Comité de Empresa, deberían discutir nuevas movilizaciones e impulsar de inmediato la convocatoria de una huelga general en toda Andalucía en defensa del empleo, uniendo al conjunto de la clase obrera que está afectada por los mismos problemas que los trabajadores de Delphi. Al mismo tiempo, deberían poner en práctica nuevas acciones para caldear el ambiente a través de una marcha a Madrid para extender la solidaridad. Una marcha a Madrid masiva y bien preparada por los sindicatos llamando a la población obrera a la solidaridad, no para pasar inadvertidos a las nueve de la mañana por la ciudad como ocurrió, lamentablemente, el pasado 19 de mayo en Sevilla, después del enorme esfuerzo que la plantilla y los familiares realizaron. Todas estas acciones y otras más, deberían ser discutidas democráticamente en la asamblea de trabajadores y con otros colectivos afectados, como las mujeres y los jóvenes.
La victoria es posible, pero ni a los trabajadores, ni a los jóvenes ni a la clase obrera en su conjunto le han regalado nunca nada. Todo ha sido conseguido en la calle, en la lucha y en la batalla.