No pasa un día sin que la prensa nos confirme que lo que nos presentaban como una crisis de liquidez transitoria y localizada en realidad se está agravando poniendo sobre la mesa la perspectiva de una crisis mundial. De hecho cada vez son más los artículos y editoriales que ya no muestran preocupación, sino pánico.
Esta desesperación no sólo se plasma en las palabras, también en los hechos.
Pánico- No pasa un día sin que la prensa nos confirme que lo que nos presentaban como una crisis de liquidez transitoria y localizada en realidad se está agravando poniendo sobre la mesa la perspectiva de una crisis mundial. De hecho cada vez son más los artículos y editoriales que ya no muestran preocupación, sino pánico.
Esta desesperación no sólo se plasma en las palabras, también en los hechos.
Manguerazos de liquidez- Las bajadas de tipos de interés en EEUU, con una velocidad e intensidad nunca vista, o los "manguerazos" de liquidez con que el Banco Central Europeo y la Reserva Federal norteamericana obsequian a los mercados, no son sino intentos de mantener hinchada una burbuja que ya ha pinchado, como muestra la caída en picado de las ventas de inmuebles en EEUU o en el Estado español, e impedir que la economía colapse.
Desconfianza- La desconfianza entre los bancos, que no saben el tamaño del agujero de sus vecinos en inversiones basura, ha producido una contracción del crédito que las bajadas de tipos no han podido compensar. Están recurriendo al dinero de los bancos centrales para hacer frente a sus problemas, capitalizarse y eliminar parte del capital ficticio generado en el último periodo, y no para prestar a los consumidores o empresarios.
Caída del dólar- Lo que sí aumenta con las bajadas de tipos de interés es la cantidad de dólares en circulación, con lo que su precio disminuye, es decir se deprecia. Es lo que estamos viendo con la caída libre del dólar frente al euro y otras monedas. Esto tiene el efecto de abaratar las mercancías norteamericanas haciéndolas más competitivas. Pero también genera otros problemas.
Inflación- En primer lugar al aumentar el precio de las importaciones alimenta la inflación, lo cual hace más insostenible la política de bajada de tipos, una patada a toda la ortodoxia y propaganda de la economía burguesa. Pero en momentos de desesperación los capitalistas siguen a Keynes en su máxima: "¿A largo plazo? Todos muertos...".
Además, el resto de burguesías no pueden quedarse de brazos cruzados mientras pierden competitividad en un mercado menguante. Los exportadores alemanes y franceses ya están presionando al Banco Central Europeo para que siga la senda de la Reserva Federal y baje los tipos de interés. El problema es que con una inflación alta esta decisión es inasumible, salvo en una situación de pánico como la que viven Bush y Ben Bernanke. De momento los sectores decisivos del capitalismo europeo confían en salir mejor parados de la crisis, en escapar al contagio, algo que con una economía mundial es imposible.
El fantasma de la morosidad- De hecho la restricción del crédito está afectando también a los bancos europeos, muchos de los cuales también están atrapados por las hipotecas basura. El gobierno y la prensa española afirman que los bancos aquí son más sólidos, pero están recurriendo en una escala sin precedentes al Banco Central para renovar los fondos a corto plazo obtenidos para financiar hipotecas a largo plazo. Lo que determina la calidad de un préstamo no es la nacionalidad del deudor, sino su capacidad de devolverlo, y una situación de caída libre de los precios de los pisos con un aumento del paro esperado de más de medio millón de personas, no es la mejor perspectiva para ello.
Regalando dinero público- Las inyecciones de liquidez no dejan de ser dinero público regalado (puesto que tipos de interés por debajo de la inflación quieren decir que te pagan por prestarte dinero) que debería destinarse a otros fines. Una muestra más de que la pretendida "independencia" de los bancos centrales esconde en realidad su absoluta dependencia de los grandes banqueros. La mejor prueba de la utilidad de todos los organismos "reguladores" y de control es que Sarkozy y Brown tengan que salir a suplicar en público a los bancos que revelen el importe de sus préstamos dudosos.
Aceptando basura como valor de mercado- Para salvar a los bancos, se están aceptando títulos hipotecarios de dudosa solvencia, o bonos basura, como garantía para obtener préstamos de la Reserva Federal en EEUU. Todo esto en un momento en que millones de familias norteamericanas se ven obligadas a dejar de pagar sus hipotecas por la situación de crisis económica.
La banca siempre gana- Una de las supuestas "ventajas" del capitalismo es que el mercado expulsa a las empresas que no son competitivas o toman decisiones equivocadas. Cuando esto sucede, quienes en realidad acaban pagando el pato son los trabajadores despedidos, pero en el caso del banco Bear Sterns hemos visto lo que esto significa en realidad. Ante el inminente colapso, la Reserva Federal lo vendió a su competidor JP Morgan por un precio irrisorio, al mismo tiempo que garantizaba sus préstamos y bonos. Negocio seguro, pérdidas públicas y beneficios privados. ¿La excusa? Que el hundimiento del banco podría arrastrar a todo el sistema bancario, algo que los marxistas siempre hemos explicado.
Sólo el anticipo- Pero esto es sólo un anticipo de lo que nos espera. Cuando todas las medidas tomadas ya parecen insuficientes, numerosos analistas plantean abiertamente la necesidad de la intervención directa: una operación masiva de salvamento del sistema financiero, de la que los casos de Northern Rock o Bear Sterns sólo serían pequeños precedentes. Las cifras apuntadas sólo para EEUU dan vértigo: nada menos que un 20% del PIB según el Financial Times, con un recurso masivo a la deuda pública.
Resultaría una vez más que todo el dinero que "no hay" para mejorar las pensiones, la sanidad o la educación, aparece para hacer más llevadera su resaca a los grandes capitalistas. Como siempre, a cambio nos ofrecen palabras, la promesa de regular mejor el capitalismo en el futuro (ese que hasta hace poco había que dejar a su aire para que funcionara). De nuevo pretenden que los trabajadores paguemos la factura de su crisis. Está en nuestras manos evitarlo y acabar con este sistema demencial.
Conclusión- No se pueden dejar en manos de un puñado de multimillonarios las palancas decisivas de la economía mundial.