Además, esta situación se agravará en 2012, cuando está previsto rebajar el déficit otros tres puntos. Si para rebajarlo en el mismo porcentaje en 2011 estamos hablando de caídas de la inversión del 30%, recorte del 5% del sueldo de los empleados públicos y subidas del IVA en dos puntos, ¿qué nos preparan para el año que viene?
Los recortes afectan a todas las partidas sociales. Las prestaciones por desempleo bajan un 1,6% por la supresión de los 426 euros de subsidio y la cantidad de parados a los que se les agotará el paro durante el año. Las pensiones contributivas se congelan y las mínimas suben un 1%, por debajo de la inflación. Se suprime el "cheque-bebé" y bajan las ayudas a la Dependencia (-5,2%), Educación (-8,1%), Cultura (-12,1%) y Sanidad (-8,2%). Es cierto que muchas de estas políticas dependen de la Comunidades Autónomas, pero también están efectuando recortes brutales en todos los ámbitos.
La inconsistencia del tan cacareado cambio de modelo productivo se demuestra en la práctica: el gasto en investigación (I+D+i), que nos llevaría del ladrillo a los ordenadores, se reduce en un 7%; la inversión pública se reduce en más de un 30% (40,7% en infraestructuras), lo que según UGT puede mandar al paro a más de 200.000 trabajadores de la construcción.
Espectacular incremento del gasto por pago de intereses
Pero hay partidas que se salvan del recorte, y que muestran las prioridades políticas del gobierno: los pagos a los bancos por intereses de la deuda aumentarán en 2011 un 18%, más de 27.000 millones de euros y supera el capítulo de personal. Se dedicarán 2.500 millones a bonificar la contratación de trabajadores y la dotación para el Fogasa aumenta un 6,3%, ya que con la contrarreforma laboral este fondo público pasa a hacerse cargo de parte de la indemnización por despido. También se reservan 200 millones para compensar a las concesionarias de autopistas por la caída de clientes y otros 600 (aumento del 20%) para ayudas a las empresas que exportan.
El gobierno ha anunciado la raquítica subida del 1% en el impuesto de la renta para los ingresos que superen los 120.000 euros anuales. Esto afectará sólo a 100.000 personas, y supondrá menos de 200 millones de recaudación adicional. Frente a eso, la subida del IVA (que pagamos todos, principalmente los trabajadores que no podemos ahorrar) proporcionará casi 3.000 millones de euros más, con lo que queda claro quién va a pagar las subidas de impuestos.
Según los técnicos de Hacienda, una lucha decidida contra el fraude fiscal (principalmente de empresas y rentas altas) podría suponer 17.000 millones de euros más al año. Tampoco se recupera el Impuesto sobre el Patrimonio, que podría ser convertido en un impuesto sobre las grandes fortunas que proporcionara más ingresos para gastos sociales.
Hace falta un cambio de política, que haga pagar más a los que más tienen. Evidentemente estos se opondrían con uñas y dientes e intentarían organizar la fuga de capitales, para lo que habría que nacionalizar la banca bajo control de los trabajadores. Este presupuesto es otra demostración del rumbo que está tomando el gobierno ante la crisis: favorecer a los más ricos y castigar a los más pobres.