Las elecciones del 26J se acercan y el nerviosismo en las filas de la clase dominante crece por minutos. Enfrentados a un resultado que podría suponer un revés todavía mayor que el cosechado el 20D, la maquinaria política de la derecha, tanto del PP como de Ciudadanos, sus medios de comunicación afines y toda la potencia de fuego de las instituciones capitalistas que les cubren, se ha activado con fuerza. La amenaza de que Unidos Podemos se convierta en la primera opción de la izquierda y supere al PSOE de Pedro Sánchez no es un asunto menor. Por eso mismo, golpear a la confluencia de Podemos-IU y sus aliados se ha convertido en la estrategia central para la burguesía.

La campaña electoral empieza en… Caracas

La campaña electoral ha comenzado con fuerza en… Caracas. Hasta allí se ha marchado Albert Rivera para ilustrarnos sobre las “libertades” y los “derechos humanos”, y poner su granito de arena en la ofensiva golpista contra la revolución bolivariana. Rivera, como antes hizo Felipe González, no ha escatimado gestos de apoyo a destacados ultraderechistas encarcelados por su implicación en actos de violencia callejera (como el famoso “preso político” Leopoldo López), ni en denunciar la “dictadura” chavista, eso sí, rodeado de decenas de cámaras de televisión venezolanas y extranjeras que han diseminado su mensaje sin problema alguno de censura. En fin, un espectáculo de hipocresía sin parangón, del mismo individuo que justificó el encarcelamiento de los titiriteros en Madrid, porque “hacían apología de ETA”, que ha votado en contra de la derogación de la Ley Mordaza y que es el máximo exponente de las políticas neoliberales de ajustes y recortes que han llevado a la población española a un empobrecimiento y una desigualdad sin precedentes en muchas décadas.

Como es obvio, la maniobra de Albert Rivera, como parte de una estrategia concertada del conjunto de la derecha española y del aparato del PSOE con Venezuela, tiene otro fin además de justificar ante la opinión pública un golpe contra al régimen de Maduro. El objetivo es atacar a Podemos, a Pablo Iglesias, a Izquierda Unida, presentándoles como la encarnación destilada del “comunismo bolivariano”. Por supuesto la amalgama cuenta con otras matrices: ETA, independentismo, separatismo, disturbios, extremismo, radicalidad… pero, a pesar de todo, el recorrido de esta línea estratégica es bastante pequeño en las actuales condiciones de gran polarización social y política.

Un gran entusiasmo en la izquierda que lucha

La otra cara del acuerdo electoral entre IU y Podemos es el gran entusiasmo que ha desatado entre los trabajadores, la juventud y los activistas de la izquierda, una realidad que los diferentes sondeos están reconociendo. Por citar uno de los medios que más se han destacado en su labor injuriosa contra Podemos e IU, el diario El País, en su última encuesta señalan que Unidos-Podemos se consolida en segunda posición con una estimación de voto del 23,2%, mientras el PSOE apenas supera el 20%. Otros medios, como Público o La Razón, conceden a la confluencia de la izquierda un 24,5%, en una tendencia ascendente que pisa los talones al PP, partido al que nadie da más de un 30%.

Volviendo a las cifras de los sondeos, es muy significativo uno de los últimos informes de El País, en el que señalaba el avance espectacular de Unidos-Podemos en 11 provincias estratégicas. La unidad de la izquierda se alzaría con la victoria en Barcelona, donde En Comú Podem obtendría un 34% de los votos y 12 escaños, 5 más que su inmediato competidor el PSC; en Valencia también ganaría, alcanzando el 33,5% de los sufragios y 6 escaños, frente a los 4 del PP. En Madrid Unidos-Podemos podría alcanzar los 10 escaños y un 26% de las papeletas, frente a los 6 escaños y el 17,6% del PSOE. En definitiva, en estas 11 provincias (Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Málaga, Granada, Albacete, Ciudad Real, Guadalajara, Almería y Badajoz) Unidos-Podemos obtendría 41 escaños, el PP 39, el PSOE 33, C’s 22, ERC 4 y CDC 3.

Ningún medio de comunicación, por más hostil que sea a Unidos-Podemos, niega el hecho de que el sorpasso al PSOE es absolutamente posible, lo que demuestra lo trascendental de las elecciones del 26J. El giro a la izquierda y la rebelión social de estos años puede culminar en un resultado que ponga las cosas muy difíciles a la oligarquía financiera, a los capitalistas de dentro y fuera de nuestras fronteras, y proporcione un tremendo impulso a la movilización social. La izquierda que lucha, unida y movilizada puede dar un paso de gigante.

La socialdemocracia y el PP en crisis

Tanto el PP como la dirección del PSOE ya han bautizado el frente unitario Podemos-IU-Confluencias como “los viejos comunistas de siempre”. En el caso del PSOE es toda una declaración de intenciones. No ve en esta coalición un aliado para un gobierno de izquierda, sino un rival que amenaza su hegemonía electoral y, lo más importante, un factor político que pone en cuestión la política de recortes y austeridad que tan aplicadamente ha puesto en marcha el Partido Socialista donde gobierna.

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"Ningún medio de comunicación, por más hostil que sea a Unidos-Podemos, niega el hecho de que el sorpasso al PSOE es absolutamente posible, lo que demuestra lo trascendental de las elecciones del 26J"

Las declaraciones desesperadas de Pedro Sánchez afirmando que un “voto a Podemos es un voto contra el PSOE”, o las de Susana Díaz descalificando a Unidos-Podemos como “los hijos de Anguita, que gusta mucho a la derecha porque les hace el trabajo sucio”, no hacen más que recordar al estilo más bufonesco y anticomunista del felipismo. Pero no estamos ni en 1982 ni en 1993. La experiencia de la socialdemocracia en el gobierno, sus constantes incumplimientos de programa, el apoyo a los recortes, a las leyes más regresivas de estos últimos años, y su servilismo con los grandes poderes económicos y fácticos, cuyo último ejemplo ha sido su acuerdo con Ciudadanos, han representado una escuela política inapreciable. Ya no cuela ese discurso amenazante y chantajista, después de lo que hemos vivido en estos años de crisis capitalista.

El proceso abierto por las elecciones del 20D, y que ahora se concreta en la segunda vuelta del 26J, ha colocado a todas las organizaciones en su sitio. El Partido Popular de Mariano Rajoy ha hecho todo lo posible por esta convocatoria. Y tiene su lógica, pues tal como están las cosas no había ninguna certeza de que un gobierno que él no presidiera pudiera oponerse eficazmente a un vasto y amplio enjuiciamiento de los dirigentes del PP en el futuro. El aparato de la derecha, nutrido de decenas de miles de personas metidas hasta las cejas en un fango de corruptuelas, acostumbrados a vivir con todo tipo de lujos y privilegios por su cercanía al poder, no están dispuestos a ceder esa posición sin una lucha numantina. Por eso se han negado a una gran coalición que ellos no presidan. Pero con su decisión de forzar las cosas al límite, el aparato del PP no responde exactamente a los intereses estratégicos de la burguesía sino a los suyos propios, y el resultado final se puede volver contra ellos. Un gobierno de gran coalición, con una oposición de izquierdas crecida en el parlamento, puede ser un escenario muy negativo para sus objetivos. La movilización social se puede reproducir y extender con mucha más rapidez de lo que piensan algunos. El ejemplo de Francia basta para subrayarlo.

En cuanto al PSOE, la crisis que arrastra desde hace años dará un salto delante de imprevisibles consecuencias. Su negativa a llegar a acuerdos con Podemos e IU para constituir un gobierno de la izquierda ha sido demasiado grosera y visible. Pedro Sánchez ha subordinado toda su credibilidad al interés de Felipe González y los barones del partido en sabotear esa opción, siguiendo las instrucciones del gran capital. Por eso mismo, toda la charlatanería en la campaña, pretendiendo culpar a Pablo Iglesias de todos los males posibles, se volverá en su contra. La mayoría social quiere desalojar al PP de La Moncloa, pero sabe muy bien que acabar con las políticas que han causado tanto sufrimiento no es posible si lo que se pretende es gobernar con Ciudadanos y el beneplácito de la UE.

A pesar de la volatilidad del voto, el escenario que abren las elecciones del 26J es bastante claro: O un gobierno de izquierdas que derogue las leyes del PP y se enfrente a la política dictada por los bancos y la Troika, o la Gran Coalición de la mano del PP y Ciudadanos, Felipe González, Susana Díaz y el Banco Santander. Parece que Pedro Sánchez ya ha respondido de antemano, negando la posibilidad de un acuerdo con Unidos-Podemos y manifestando su simpatía por dejar gobernar al PP y C’s en caso de que ellos no lo puedan hacer. Si cumple con esta previsión, podemos asegurar que la pasokización del PSOE dará un nuevo paso adelante.

El cambio político vendrá de una política socialista enérgica apoyada en la movilización social

Muchos jóvenes y trabajadores van a votar con gran ilusión el 26J. Y no es para menos. La posibilidad de derrotar a la derecha, y a las políticas fracasadas de la socialdemocracia cuando llega al gobierno, llena de ilusión a millones. Y estas grandes esperanzas nos exigen entender mejor las tareas a las que nos enfrentamos si queremos conseguir el cambio político de verdad. Las lecciones de lo ocurrido en Grecia son muy importantes para ello. Como ha sucedido en el país heleno, el poder del capital y el control que ejerce sobre la economía, los partidos, los medios de comunicación, los jueces, los parlamentos y todas las “instituciones democráticas”, también se pondrán en marcha en el Estado español para dar al traste con un gobierno que pueda tomar medidas en beneficio de la mayoría como únicamente se puede hacer: rompiendo con el capitalismo.

Grecia debe servir como experiencia para no repetir los mismos errores. Ya hemos visto qué ocurre cuando acceden al gobierno formaciones y partidos, por muy de izquierdas que se reclamen, si se acepta la lógica del capital y someten sus decisiones a las condiciones impuestas desde Bruselas. El Gobierno de Syriza, mandatado por la inmensa mayoría de los trabajadores y jóvenes griegos para plantar cara a Merkel y derrotar la austeridad, es quien está asegurando el pago a los usureros financieros, rebajando las pensiones y aplicando los planes de la burguesía.

Tsipras y Pablo Iglesias
"Ya hemos visto qué ocurre cuando acceden al gobierno formaciones y partidos, por muy de izquierdas que se reclamen, si se acepta la lógica del capital y someten sus decisiones a las condiciones impuestas desde Bruselas"

Cuando recientemente Pablo Iglesias, en un encuentro con el Círculo de Empresarios en Sitges, afirmó que “somos pragmáticos, y nuestras medidas son factibles en el marco de la eurozona”, olvidaba que el programa de Syriza, muy semejante al que él defiende, entró en completa contradicción con la agenda de recortes y austeridad de la UE. No, para llevar a cabo las medidas del programa de Unidos-Podemos en el caso de gobernar, es inevitable una confrontación con los grandes capitalistas, nacionales y extranjeros, que harían todo lo posible por sabotear y tumbar a un gobierno semejante. De hecho, la Unión Europea ya ha exigido un nuevo recorte brutal, de más de 10.000 millones de euros, al gobierno que salga de las urnas. En esas condiciones, por muy “pragmático” que se considere Pablo Iglesias, sólo le quedarían dos opciones: seguir el ejemplo de Tsipras, o basarse en la fuerza de millones de trabajadores y jóvenes, de desempleados, pensionistas y precarios, para cumplir con sus promesas.

Precisamente lo que demuestra la experiencia griega, una vez más, es que no basta con la mayoría parlamentaria para librarse de la extorsión y el chantaje. La voluntad política para cambiar la sociedad y emprender medidas socialistas no puede separarse de la movilización social, no puede aislarse en el parlamento. El éxito electoral de la coalición Podemos-IU, por el que desde Izquierda Revolucionaria trabajamos, tiene que servir para organizar el movimiento del que es expresión política, en todos los frentes de batalla, en las fábricas, en los centros de estudio, EN LA CALLE, aprovechando la experiencia de lucha y las formas de organización asamblearias que han surgido al calor de la resistencia a los recortes y los desahucios en todos los territorios. Desde Izquierda Revolucionaria queremos insistir en esta idea: La fuerza existe, la disposición también, lo que hay que conseguir es una política decidida para llevar a cabo las demandas que el propio movimiento de masas y los activistas de la izquierda ya han puesto encima de la mesa. Sobre este ejército formidable se puede, SÍ SE PUEDE, defender en los hechos un programa de transformación socialista de la sociedad:

•             Derogación de la contrarreforma laboral y de la contrarreforma de las pensiones. Jubilación a los 60 años con el 100% de salarios y contratos de relevo para la juventud.

•             Prohibición de los desahucios por ley. Parque de viviendas públicas con alquileres sociales, expropiando los pisos vacíos en manos de los bancos, y con alquileres sociales.

•             Derogación de la LOMCE y el 3+2. Enseñanza pública digna, democrática y gratuita desde infantil hasta la universidad.

•             Derecho a la sanidad pública digna, gratuita y universal para todos.

•             Solidaridad real y concreta con los refugiados: ni cupos, ni campos de internamiento. Derogación de la Ley de Extranjería y de los CIEs.

•             Remunicipalización de los servicios públicos privatizados, manteniendo y ampliando las plantillas y respetando los derechos laborales.

•             SMI de 1.100 euros y 35 horas semanales sin reducción salarial.

•             Plenos derechos democráticos de expresión, reunión y organización. Derogación de la Ley Mordaza.

•             Nacionalización de la banca y los sectores estratégicos de la economía, para rescatar a las personas y elevar el bienestar de la mayoría.

•             Por el derecho a la autodeterminación para Catalunya, Euskal Herria y Galiza. Por la República Socialista Federal.

¡Únete a IZQUIERDA REVOLUCIONARIA!

¡Es la hora de la organización!

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