La orientación de las masas está determinada, por un lado, por las condiciones objetivas del capitalismo que se pudre; por otro lado, por la política de traición de las viejas organizaciones obreras. De estos dos factores, el decisivo es, desde luego, el primero: las leyes de la historia son más poderosas que los aparatos burocráticos.
León Trotsky, El Programa de Transición

En los últimos meses están estallando conflictos sindicales y sociales con un altísimo grado de combatividad, muchos de los cuales están resultando en rotundas victorias. La huelga indefinida de los trabajadores de la basura de Madrid, que frenó en seco el plan de despidos y la reducción salarial que había sobre la mesa; la paralización de un ambicioso plan de privatización de hospitales y centros de salud tras más de un año de intensas movilizaciones de la Marea Blanca en Madrid o la suspensión de las obras especulativas en Gamonal tras la rebelión del barrio obrero burgalés, son los más conocidos y han tenido un profundo impacto social, sirviendo de referencia para luchas posteriores o para inyectar moral a otras como la de los trabajadores de Panrico de Barcelona, que llevan casi cuatro meses en huelga indefinida. La explosión de indignación de los trabajadores de TV3 en Catalunya, por la supresión de su convenio y la caída abrupta de los salarios (casi el 50%) o la huelga indefinida de las plantas de Coca-Cola en Madrid y Alicante ante los planes de cierre de la empresa son los últimos casos de huelgas muy radicalizadas, pero ha habido muchas más: Canal 9 en Valencia, basura de Alcorcón, transporte urbano y limpieza viaria de Alicante, SDS en Cádiz, Tenneco en Asturias…

Recuperación de las mejores tradiciones

Estas movilizaciones tienen características comunes. Muchas de ellas irrumpen tras la confirmación de que las reducciones salariales y los despidos anteriores no garantizan en absoluto la estabilidad presente, sólo son la antesala de nuevas reducciones salariales, despidos e incluso cierres. Las conclusiones son claras: primera, la política sindical oficial de pactar el “mal menor” sin lucha es una farsa y sólo sirve para envalentonar a la patronal; segunda, la única vía para detener sus planes es con movilizaciones contundentes. Así, todos estos conflictos han tenido una potente carga de crítica a la política de pactos y consensos de las cúpulas sindicales y se han iniciado y desarrollado al margen de su control.
Los métodos de lucha empleados han sido también muy característicos de esta oleada de movilizaciones: asambleas participativas, alto grado de organización de las diferentes tareas derivadas de la huelga, creación de cajas de resistencia, orientación hacia la población y otras empresas en situación similar… Una trabajadora del comité de Panrico, en una entrevista que publicamos en este número, refleja muy claramente el proceso que se está dando: si quieren hacernos retroceder a la situación de hace cuarenta años ¡habrá que volver a los métodos de lucha de hace cuarenta años! El estallido del 15-M en 2011 fue sin duda un anticipo, y al mismo tiempo un aldabonazo, de este proceso de recuperación de las mejores tradiciones y métodos de lucha de la clase obrera, eclipsados durante mucho tiempo por un sindicalismo de moqueta que ahora se encuentra en una profunda crisis.
El gran impacto que están teniendo estas luchas se explica (además de por su contundencia y determinación, siempre contagiosa) porque conectan con una ambiente social general de profundo descrédito del capitalismo y sus instituciones. Un descrédito que afecta también a todas las corrientes políticas que se reivindican de izquierdas —como la socialdemocracia— pero que defienden el “sistema de libre mercado” y actúan en consecuencia con sus exigencias.

Unificar la lucha, defender una alternativa revolucionaria a la crisis capitalista

De la crisis del capitalismo y de la socialdemocracia no se desprende que los profundos cambios que la clase obrera necesita tanto en el plano político como sindical vayan a sucederse automáticamente. Es necesario una lucha consciente y organizada para vencer la resistencia de los sectores más conservadores y burocratizados de la dirección del movimiento obrero a abandonar la escena (a pesar de la manifiesta obstrucción que su existencia supone para la lucha de la clase obrera) y dejar el paso libre a los sectores más frescos y combativos que están emergiendo en los últimos años.
En el frente sindical y social la tarea más urgente a corto plazo es la unificación de todas las luchas, preparar el éxito de la Marcha de la Dignidad del día 22 de marzo, redoblar la presión para que UGT y CCOO convoquen una nueva huelga general de 24 horas contra las medidas del gobierno del PP y organizar una potente corriente sindical de izquierdas dentro de ellos para acabar con su fracasado modelo de pacto social.
En el frente político es fundamental el fortalecimiento de Izquierda Unida como alternativa de masas y revolucionaria, tanto frente a la política de recortes salvajes de la derecha como a la política de recortes light del PSOE de Rubalcaba. Probablemente, en las elecciones europeas IU avance mucho, acercándose al PSOE. De hecho, podría sobrepasarle (como ha ocurrido en Grecia con Syriza respecto al Pasok) si adoptase un programa más combativo, empezando por romper con la política de recortes del PSOE en Andalucía (y, por supuesto, obligando a IU de Extremadura a retirar su apoyo al gobierno del PP en aquella comunidad) y defendiendo una alternativa clara al capitalismo, que incluya la nacionalización de la banca y las grandes empresas bajo control de los trabajadores, lo que permitiría arrancar las riendas de la economía de las manos de esa ínfima minoría de buitres degenerados que la controlan y planificarla a favor de la mayoría, poniendo como prioridad el desarrollo social y el bienestar de todos.
¡Únete a la Corriente Marxista El Militante!

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