El pasado 20 de diciembre, la izquierda obtuvo la mayoría absoluta de votos en Galicia. Pero no solo eso: la candidatura unitaria En Marea cosechó los mejores resultados de la izquierda a la izquierda del PSOE desde la caída de la dictadura.

Las pasadas elecciones generales supusieron un duro golpe para la derecha en Galicia. La suma de votos del conjunto de partidos de izquierdas (En Marea, PSOE y BNG) se hizo con el 50,7%, frente al 46,17% de PP y Ciudadanos. El vuelco respecto a las generales de 2011 es evidente: entonces la derecha obtenía el 53,74% —el PP el 52,52%— y la izquierda el 43%.

El PP, que considera esta comunidad uno de sus feudos, se deja 250.000 votos (un 29% de su electorado), al tiempo que Ciudadanos se queda muy por debajo de lo obtenido a nivel estatal (9% frente al 14%).

A esta victoria de la izquierda en Galicia, que de por sí es ya un hecho de envergadura, hay que añadir que la suma del voto de las formaciones a la izquierda del PSOE roza nada menos que... ¡¡el 30%!! Nunca había ocurrido nada igual.

En Marea

La gran triunfadora de estas elecciones fue la coalición En Marea, que engloba a Podemos, Izquierda Unida y Anova, la escisión del BNG dirigida por Beiras. En Marea obtuvo 408.000 votos (25,04%), 100.000 más que el récord histórico del BNG en el año 2000. Sus 6 diputados le permitirán formar un grupo parlamentario gallego por primera vez en la historia.

En Marea se hizo con el segundo puesto, superando al PSOE. La clave para esto ha sido la confluencia de las tres fuerzas de izquierdas antes mencionadas. De haberse producido esta misma confluencia entre Podemos e IU a nivel estatal, el sorpasso se hubiese conseguido sin duda, también en número de diputados.

En Marea ha concentrado el voto de la juventud y muy especialmente el de la clase trabajadora. Sus mejores resultados los logra en las ciudades, de donde proviene el 42% de sus votos, y sus áreas metropolitanas, donde reside la mayor parte de la clase obrera.

En Vigo, la mayor y más industrial ciudad gallega, En Marea fue la fuerza más votada (34%, nueve puntos porcentuales más que la media obtenida en Galicia), superando en 11.000 votos al PP y en 21.000 al PSOE.

En A Coruña, la segunda ciudad por número de habitantes, se queda a menos de mil votos del PP, y en Ferrol, la segunda ciudad industrial, a menos de ochocientos.

En Marea gana las elecciones también en los municipios de las áreas metropolitanas de las principales ciudades —zonas de residencia de jóvenes trabajadores—, como Ames, Culleredo, Arteixo, Redondela, Cangas, Narón, Fene, Mugardos..., y en municipios obreros como As Pontes.

Otra clave del éxito de esta candidatura fue que logró fusionar las reivindicaciones sociales con las reivindicaciones democrático-nacionales.

El BNG

Por primera vez desde 1996, el BNG, que esta vez concurría junto con pequeños grupos bajo el nombre de Nós-Candidatura galega, se queda sin representación en el Congreso de los Diputados.

Esto culmina un permanente retroceso del Bloque en la última década y media —tras su fulgurante ascenso—, que tiene que ver con la pérdida de su perfil combativo y el abandono de la lucha en la calle en aras de la gestión puramente socialdemócrata al frente de ayuntamientos y de la propia Xunta.

En esta ocasión, además, a todo eso se le añadió el sectarismo. Uno de los principales argumentos esgrimidos por la dirección del Bloque para negarse a la confluencia (el de que los diputados resultantes de ella no formarían un grupo parlamentario gallego) ahora se viene abajo, haciendo arreciar las críticas internas.

El BNG ha perdido el 62% de sus votos, pasando del 11,25% al 4,32%. Su campaña electoral fue especialmente mala. Las reivindicaciones sociales pasaron a un plano absolutamente secundario y, en su lugar, la principal proclama, repetida hasta la saciedad, fue la de que ellos “no dependen de lo que diga Madrid”. Su campaña estuvo trufada de un chovinismo barato que no conectó ni con la clase obrera ni con la juventud. De hecho, el retroceso del Bloque en las ciudades fue mayor que en otras áreas (en Vigo pierde el 71% de los votos, en Coruña el 69%...). Parecería que el discurso chovinista del BNG esté reteniendo parte del voto en el rural mientras que lo ahuyenta en las ciudades, donde sólo obtuvo el 29% de sus votos.

Y por último, la propaganda electoral de Nós-Candidatura galega abusó de la poesía vacía de contenido y de posmodernismos absurdos que no conectan con el drama social que está viviendo la población. El propio Xavier Vence, portavoz nacional del BNG, parece no comprender que ese no es el camino, al felicitarse por la campaña electoral “nueva y creativa” realizada.[1]

En el pasado, la clase obrera y la juventud gallegas depositaron su confianza en el BNG, pero la actuación de este la dilapidó. Respecto a su máximo electoral en las generales del 2000, ha perdido el 77% de sus votantes. Y en Vigo y Ferrol, donde se concentra el grueso de la clase obrera, el retroceso es aún más calamitoso: el 86% y el 87% respectivamente. Si el Bloque quiere pervivir se impone un cambio de rumbo, la vuelta a una política combativa y el fin del sectarismo.

Las candidaturas de confluencia están teniendo un avance imparable en Galicia. En las elecciones autonómicas de 2012, AGE (Alternativa Galega de Esquerdas) irrumpió con 200.000 votos y el 14% del electorado. En las elecciones europeas de mayo de 2014, subió a casi el 19%. Justo un año después, en las elecciones municipales, las Mareas se hicieron con las alcaldías de A Coruña, Ferrol y Compostela. En estas elecciones generales, En Marea duplicó los votos de AGE en las autonómicas y se hizo con el 25% del electorado. El avance es espectacular. Ahora se trata de convertir todo esto en fuerza organizada en los centros de trabajo, en los barrios, entre la juventud, dotarse de un programa netamente anticapitalista y volcarse en la movilización en la calle. Esta es la mejor fórmula para garantizar que En Marea desaloje al PP de la Xunta en las elecciones autonómicas del próximo otoño.

 


1. La Voz de Galicia, 23/12/15.

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