¡Por un convenio digno y un transporte 100% público!

El 2 de febrero los trabajadores de Metro de Barcelona fueron a la huelga en defensa de su convenio colectivo y por un transporte público de calidad. Al día siguiente, los trabajadores de autobuses realizaron también paros parciales. La jornada fue un éxito, con un seguimiento cercano al 90%, y culminó con una manifestación de 1.500 trabajadores frente al ayuntamiento de Barcelona.

Tras haber solicitado diversas reuniones y fruto de la presión, finalmente los miembros del comité de huelga fueron recibidos por Mercedes Vidal —presidenta de Transports Metropolitans de Barcelona (TMB), concejala de Movilidad y miembro de Barcelona en Comú—, quien se comprometió a presionar a la dirección de Metro para que continuaran las negociaciones.

Los trabajadores han planteado una serie de justas reivindicaciones para recuperar lo perdido tras años de recortes y privatizaciones del anterior alcalde, el convergent Xavier Trias. Entre sus demandas principales está: acabar con la precariedad laboral y la contratación parcial, la jornada de 35 horas y un aumento salarial, tras cuatro años de congelación. Mientras los trabajadores han visto congelado su salario, los directivos de TMB lo han aumento en más del 14%, quedando muchos de ellos exentos de los recortes sufridos en el convenio colectivo por una cláusula de inmunidad aplicada a más de 300 contratos de altos cargos y cuyos detalles se mantienen en una opacidad absoluta. Recientemente los sindicatos ganaron una demanda ante los tribunales que declaró nula dicha cláusula, obligando a dar plena publicidad de dichos contratos opacos. Aún no se ha cumplido la sentencia.

También reclaman revertir privatizaciones y recuperar servicios eliminados, principalmente en el caso de los autobuses. Una de las principales críticas es la inversión realizada en el Tranvía (Tram) durante todos estos años, y que ahora quiere impulsarse con el proyecto de Tranvía en la Diagonal, ya que, a diferencia de TMB, el Tranvía es gestionado por multinacionales como FCC y Comsa-EMTE. Un puñado de empresas son las beneficiarias, y muchas están implicadas en el caso del 3%, Los trabajadores han pedido a la alcaldesa cambiar radicalmente esta situación, y defender un transporte 100% público.

Hay que depurar la dirección de TMB

Ahora que Barcelona en Comú ha logrado alcanzar la alcaldía, los trabajadores sienten que su ayuntamiento tiene que comenzar a revertir la pesadilla vivida con CiU. Por eso se dirigen a Ada Colau, para reclamar una política al servicio de la mayoría. La propia Colau siempre ha insistido en la necesidad de que la ciudadanía, los movimientos sociales y la clase obrera permanezcan movilizados para impedir que su ayuntamiento sea secuestrado por esa maquinaria burocrática que actúa en beneficio de los intereses de bancos y multinacionales. El comunicado de la dirección de TMB calificando a los huelguistas de oportunistas es un ejemplo claro de quién sigue mandando en el seno de esta empresa pública, y debe ser rechazado contundentemente por Barcelona en Comú y el ayuntamiento, respaldando sin ambigüedades la lucha de los trabajadores.

Esta movilización, que continuará con las huelgas del 22 y 24 de febrero coincidiendo con el Mobile World Congreso, es una gran oportunidad para enfrentarse a esos oscuros y ocultos intereses que siguen moviendo los hilos entre bambalinas, y que día a día boicotean (y boicotearán) a un gobierno como el de Ada Colau. El ayuntamiento debe basarse en la fuerza demostrada por los trabajadores para depurar TMB de todos esos directivos que utilizan la empresa pública para impulsar sus negocios y obtener prebendas. Los trabajadores saben muy bien cómo funciona el transporte de la ciudad, dónde ahorrar y cómo gastar para dar mejor servicio y más barato. Saben muy bien cómo despilfarran aquellos que mandan. Saben de las empresas que a través de licitaciones obtienen y hacen jugosos negocios mediante el dinero público. Y no solo saben todo esto, sino que cada día hacen funcionar el metro y los autobuses permitiendo que la ciudad pueda moverse. Es hora de que los de siempre dejen realmente de mandar. Y ahora, sin duda, se puede conseguir.

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