La lucha se extiende con fuerza por todo el Estado español
Continuar las movilizaciones para confluir en una gran huelga general
Ayer 20 de mayo se vivió una jornada histórica. Decenas de miles de jóvenes, trabajadores, parados, gente del pueblo, abarrotaron la Puerta del Sol de Madrid y todas las zonas aledañas desafiando la prohibición de la Junta Electoral Central (JEC). La fuerza tremenda de esta rebelión social se ha extendido y contagiado a todas las ciudades del Estado, movilizando a decenas de miles más que han llenado las calles y plazas céntricas de Barcelona, Valencia, Sevilla, Málaga, Cádiz, Bilbao, Gijón, Granada, Tarragona, Santiago…El entusiasmo y la confianza en el futuro de este movimiento, ha puesto patas arriba todos los esquemas de la clase dominante española. La rebelión no sólo ha conquistado la conciencia de un amplio sector de la juventud y la clase obrera en el Estado español, también se extiende y prende en otros países europeos con muestras de apoyo y solidaridad. La naturaleza de este movimiento de masas, que apunta directamente contra la crisis del capitalismo y sus consecuencias dramáticas para la mayoría, es también la prueba de un importante salto en la conciencia de millones y un desafío a los pilares ideológicos del sistema capitalista.
Lo que pretendía ser una campaña electoral como otras, se ha visto sacudida por un movimiento que hunde sus raíces en la furia que se ha ido acumulando en las entrañas de la sociedad después de años de crisis capitalista, de recortes sociales salvajes, de falta de respuesta por parte de los sindicatos de clase y las organizaciones tradicionales de la izquierda. Un movimiento que también da cumplida respuesta a todos los escépticos que sólo han sabido desconfiar de la capacidad de lucha de la juventud y la clase obrera, que se han hartado de pontificar sobre la baja conciencia de clase de las masas, de muchos intelectuales que aunque se autocalifiquen marxistas o de izquierdas, sólo ponían el acento en el peso que el “miedo” a la crisis provocaba entre la población. Todos estas ideas han sido barridas del mapa por la fuerza demostrada en pocos días por cientos de miles de personas, especialmente jóvenes, que ante el bloqueo impuesto por los dirigentes sindicales con su política de desmovilización y la falta de alternativas por parte de los partidos tradicionales de la izquierda, se han lanzado a las calles a imponer sus demandas y a desenmascarar los límites de unas instituciones que sólo aplican los dictados de los grandes bancos, de las multinacionales, en detrimento de los intereses de la mayoría de la población.
Como no podía ser de otra forma, la derecha ha hinchado su vena reaccionaria para criminalizar al movimiento, comparando a las decenas de miles de manifestantes con terroristas. Estos individuos, el PP en concreto, que a día de hoy todavía justifica los crímenes del franquismo, que apoya todas las medidas de austeridad y recortes sociales propiciadas por los gobiernos capitalistas de Europa, que defienden con vehemencia los intereses de los ricos y la patronal, se han situado sin ambigüedad en la barricada que les corresponde. Son los enemigos declarados de los jóvenes, los trabajadores y los parados que luchamos en las calles. Sus llamamientos a que la policía interviniese para reprimir las movilizaciones del viernes 20 y de hoy sábado 21, son la mejor evidencia de su desesperación. En definitiva, lo que en teoría parecía que iba a ser un paseo triunfal en las urnas del PP ha sido completamente trastocado por esta rebelión social, que al mismo tiempo supone una advertencia muy sería a la derecha de lo que puede pasar a corto plazo en el caso de que conquisten el gobierno central.
En cuanto al gobierno del PSOE, este movimiento, con su carácter anticapitalista, su rechazo contundente a la política de recortes sociales, a las constantes claudicaciones de los dirigentes socialistas ante los poderes económicos, le ha puesto en tremendas dificultades. Todos los guiños demagógicos que hemos escuchado en la campaña electoral a los candidatos socialistas, diciendo comprender las demandas planteadas por el movimiento, no conectan. Sin embargo, el movimiento con su fuerza ya ha conquistado un tremendo terreno, poniendo en claros aprietos al gobierno para continuar con su política de ataques a la población, de nuevos ajustes y medidas de austeridad tal como les exigen desde la UE. Esta es la primera consecuencia positiva de este gran movimiento de masas.
Como hace 80 años, durante el 14 de abril de 1931, las masas en la acción han demostrado lo que no quieren. No quieren paro masivo, no quieren precariedad, no quieren desahucios, no quieren salarios de miseria, no quieren una democracia fraudulenta, no quieren represión. La mayor parte de las demandas y plataformas reivindicativas aprobadas en asambleas públicas a lo largo y ancho de todo el Estado español, chocan con los pilares en los que se sustenta el sistema capitalista. Lograrlas requiere ampliar la extensión y la fuerza del movimiento, dotarlas de un programa revolucionario y anticapitalista que plantee la transformación socialista de la sociedad, y que se base en la organización y coordinación de la lucha.
Desde el Sindicato de Estudiantes hemos defendido desde el inicio de las manifestaciones que el movimiento debe conquistar el apoyo activo de la clase trabajadora. La simpatía de millones de obreros hacia la lucha es un hecho claro, que se puede percibir en la participación creciente de trabajadores en las marchas y movilizaciones ¡Como no sentirse completamente contagiado por la decisión y la creatividad de miles de jóvenes que están ofreciendo lo mejor de si mismos, que están dando una lección de arrojo y valentía a todo el mundo! El movimiento de la juventud es la señal, la señal inequívoca, del volcán que bulle en la base de la sociedad, y anticipa la entrada en la escena de la clase obrera. Este es el punto central, necesitamos a los trabajadores, necesitamos de su fuerza, de su papel en la producción para parar la sociedad e imponer nuestras demandas. El movimiento debe hacer un llamamiento efectivo, esa es la propuesta central del Sindicato de Estudiantes, a las direcciones de CCOO y UGT como sindicatos mayoritarios, para que escuchen el clamor de la calle, abandonen su política de pactos y desmovilización, se sumen a la lucha llamando a toda la clase obrera a participar en ella, y organicen en coordinación con el movimiento que ha estallado una gran huelga general contra los recortes sociales, contra el paro masivo, para derogar todas las medidas reaccionarias aprobadas por el gobierno, y exigir la nacionalización de la banca. Este es el camino. También hay que hacer este llamamiento a la dirección de Izquierda Unida, no sólo para que apoye las movilizaciones y declare su solidaridad, sino para que exija a los grandes sindicatos que pasen a al acción y asuman su responsabilidad. Un llamamiento de este tipo contaría con el apoyo de millones de trabajadores y sería un canal excepcional para ampliar y extender la movilización a un nivel muy superior.
En estas jornadas históricas, el Sindicato de Estudiantes ha estado presente en las manifestaciones, asambleas y concentraciones de numerosas ciudades de manera muy activa, distribuyendo decenas de miles de hojas con estos planteamientos que han sido acogidas con entusiasmo. También los compañeros de la Corriente Marxista El Militante están interviniendo de manera enérgica, defendiendo una alternativa de lucha anticapitalista.
Los próximos días serán cruciales. Las masas en la acción han desnudado el carácter reaccionario de las decisiones adoptadas por los tribunales y la JEC. Es más, hemos demostrado, siguiendo el camino de la juventud y los trabajadores en el mundo árabe, que cuando nos ponemos en marcha no hay fuerza que nos detenga, que el poder real esta en nuestras manos, que la revolución social no es una utopía, que es posible y necesaria.
¡Viva la lucha de la juventud!
¡Contra la dictadura de los banqueros y los recortes sociales!
¡Como en Portugal, Francia, Grecia y el mundo árabe!