El 22 de diciembre, a escasas horas del inicio de la huelga a la que estaban llamadas las más de 1.500 dependientas de tienda del grupo Inditex en A Coruña, saltaba la noticia: tras más de un mes de movilizaciones la CIG, sindicato convocante, desconvocaba la huelga tras alcanzar un preacuerdo que incluye entre otras cosas un 25% de incremento salarial, 4.800 euros brutos de subida para todas las trabajadoras con jornadas a partir de 15 horas semanales (la mitad de subida para contratos con jornadas inferiores). En definitiva, una subida inmediata de 322 euros mensuales por 15 mensualidades y que llegará a los 382 en 2024.

Récord de beneficios para los Ortega y precariedad para las trabajadoras

En diciembre conocíamos que Inditex cerraba el tercer trimestre de 2022 como el mejor de su historia, con un beneficio de 1.301 millones de euros, y desde enero a octubre acumula 3.095 millones. ¡Una subida del 24% en los beneficios respecto al mismo periodo del año anterior!

Qué enorme contraste con los sueldos de las trabajadoras de tienda, un 90% mujeres, congelados desde 2016 en 1.080 euros para jornadas completas (en el resto del Estado no llegan ni a los mil euros por una jornada completa), en un contexto de temporalidad y contratos a tiempo parcial. Así es como “las dependientas de Inditex no llegan a fin de mes”, además de tener que soportar el maltrato machista, económico y laboral lacerante que las sitúa en un tercio del salario y menos derechos sociales que los mozos de almacén u otros puestos de trabajo de la misma cualificación, desempeñados mayoritariamente por hombres.

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Con la lucha han conseguido un acuerdo que incluye, entre otras cosas, un 25% de incremento salarial, 4.800 euros brutos de subida para todas las trabajadoras con jornadas a partir de 15 horas semanales. 


CCOO y UGT, al descubierto

Han sido varias semanas de intensa movilización en las que las trabajadoras no solo han hecho frente al chantaje patronal, sino también a la vergonzosa alianza de la burocracia de CCOO y UGT con la empresa para romper la huelga y tratar de ningunear cualquier acción sindical que plantease batalla y escapase a su control, como ha sucedido en este caso con la CIG, que ha dado cauce al malestar y la presión desde abajo de la plantilla convocando las huelgas de noviembre y otras acciones de protesta.

Tras la magnífica manifestación del 6 de noviembre en A Coruña y con una huelga convocada coincidiendo con el Black Friday, CCOO y UGT se desmarcaban llegando a un acuerdo miserable: una pírrica subida salarial (120 euros mensuales) y la recuperación de un incentivo eliminado durante la pandemia. Pero la pretensión de dar carpetazo a la lucha aceptando estas migajas chocó con el muro de la determinación de las trabajadoras, que rechazaron en asamblea este acuerdo espurio a sus espaldas y respaldaron masivamente la huelga convocada los días 24 y 25 de noviembre por la CIG, poniendo a la empresa contra la pared ante la amenaza de huelga el 7 de enero (coincidiendo con el inicio de las rebajas) y de una indefinida si no se subían sustancialmente los salarios.

Prende la mecha entre las dependientas de todo el Estado. ¡A la huelga el 7 de enero!

Además de tratarse de la principal movilización en Inditex desde 2016 hay otro factor que sin duda ha pesado para conseguir esta victoria: la extensión del conflicto a otras zonas. La misma miseria ya había empujado a calentar motores en Madrid y más recientemente, el 27 de diciembre, un centenar de dependientas de Madrid, Sevilla y Zaragoza, arropadas por compañeras gallegas, se concentraban frente a la sede de la multinacional en Arteixo.

La situación es la misma. A los salarios de miseria se suma la falta de ayudas que otros sectores masculinizados dentro del grupo, como la logística, sí tienen (ayudas para comedor, guardería, conciliación, libros escolares...) y el endurecimiento en las relaciones laborales desde que Marta Ortega asumiera la presidencia de la multinacional: contratos parciales irrisorios, imposibilidad de conciliar, denegación de días por asuntos propios, tener que ir al juzgado para llegar a acuerdos en los horarios por reducción de jornada e incluso. en algunos casos, tener que pedir permiso para ir al baño. Esta es la sororidad de las mujeres capitalistas, empoderarse y enriquecerse a costa de la explotación de miles de mujeres trabajadoras.

El 7 de enero la CGT ha convocado huelga en tiendas de Zara, Kiddy´s Class, Lefties y Pull&Bear de todo el Estado con el objetivo de equiparar en todas las zonas la subida salarial alcanzada en A Coruña y exigir mejoras sociales. Los dirigentes sindicales de CCOO y UGT no han tardado en desmarcarse de la huelga repitiendo el esquema que han usado en Galicia, pero igualmente la lectura para los y las trabajadoras es otra bien distinta. Si en A Coruña se ha podido, extendiendo la lucha es posible lograr y ampliar los avances en todas partes.

La demostración de fuerza en A Coruña es una pequeña muestra del poder de las trabajadoras de esta multinacional cuando se ponen en acción. ¡A la huelga el 7 de enero! ¡Por unos salarios dignos y una vida digna para las dependientas de Inditex!

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