Como ha ocurrido una y otra vez a lo largo de este proceso revolucionario, desde los medios de comunicación de la burguesía venezolana y mundial se intenta presentar “el mundo al revés”: a las bandas fascistas que se dedican a asesinar, atacar y destruir edificios públicos como “estudiantes que protestan y son represaliados” y al gobierno democráticamente elegido y las masas que lo apoyamos como un “régimen represivo y dictatorial”.
¿Dialogar con los contrarrevolucionarios o llevar la revolución hasta el final?
El plan desestabilizador se ha venido cumpliendo sistemática y cronológicamente en todas sus etapas y acciones, comenzando con un golpe económico inducido a través de del desabastecimiento y desembocando en acciones violentas con las consecuencias de seguir lamentando pérdidas de vidas.
Como explicamos los marxistas cuando se llamó a los alcaldes y gobernadores de oposición y a sectores de la burguesía al diálogo, los capitalistas y el imperialismo combinan todas las formas de lucha y no cesarán en su sabotaje y su violencia hasta acabar con la revolución. Un día acuden a las reuniones con el gobierno, a ver que “pescan”, y mientras sabotean la economía, organizan el desabastecimiento o especulan con los mismos dólares que reciben para, supuestamente, importar productos e insumos para la producción. Al mismo tiempo, utilizan a las bandas fascistas en la calle para intentar sembrar el caos y provocar una nueva escalada de violencia que les permita generar condiciones para intentar recuperar por los medios que sea el control directo del poder.
Para derrotar a la contrarrevolución, hay que movilizar a las masas obreras y populares y dar satisfacción a sus reivindicaciones y necesidades
Es el mismo guión que ya utilizaron tras las elecciones del 14 de abril de 2013, impulsado esta vez (al menos de cara al público) por el fascista Leopoldo López. Como ya explicamos entonces, el único modo de combatir de manera efectiva a los capitalistas, a los banqueros, a los terratenientes e imperialistas que están detrás de los ataques de estas bandas fascistas, es no dejándoles ganar la calle, combatiéndoles con la movilización de masas y adoptando medidas políticas que hagan avanzar la revolución socialista.
Cada vez que se ha permitido al pueblo desarrollar sus propias iniciativas de lucha y se le ha hecho un llamado serio a la movilización éste ha respondido. Lo vimos el mismo 12 de Febrero cuando sectores obreros y populares que han recibido sus casas de la Misión Vivienda en Parque Central se movilizaban para defender las mismas de los ataques de los reaccionarios. La actuación decidida de las bases revolucionarias, a pesar de no existir directrices claras de qué hacer por parte de la dirección, disolvió a las bandas fascistas e impidió un foco de violencia. Lamentablemente, en otras zonas esa ausencia de un llamado claro y un plan de movilización desde la dirección, sí pudo ser aprovechada por los fascistas para generar focos de violencia.
Otro ejemplo del instinto revolucionario y la fuerza potencial que tenemos y de la necesidad de que ese poder sea organizado y movilizado de una vez con el fin claro de tomar resoluciones revolucionarias definitivas, fueron los resultados de las elecciones municipales del 8-D. Las medidas tomadas por el presidente Maduro contra la especulación de los precios fueron apoyadas con entusiasmo por las masas, que dieron un nuevo paso adelante en defensa de la revolución.
¿Qué no hubiera ocurrido si esas medidas hubiesen sido continuadas y extendidas al conjunto de la economía, expropiando a los capitalistas, decretando el monopolio estatal del comercio exterior bajo control obrero y popular? ¿Qué no hubiera ocurrido si se hubiera llamado a la clase obrera y las comunidades a tomar en sus propias manos la lucha contra el sabotaje capitalista, organizando en cada barrio y cada fábrica comités y asambleas contra la especulación, y el sabotaje y contra cualquier desestabilización fascista como la que ahora vemos? Las masas habrían respondido como un solo hombre, la revolución habría dado un paso de gigante y los fascistas no habrían podido mover un dedo.
Por un programa de lucha unitario de la clase obrera que además de derrotar al fascismo, acabe con el sabotaje de los capitalistas y la quinta columna burocrática
El Presidente dijo en un discurso reciente que al fascismo se le vence con la movilización del pueblo. Eso es correcto. Para que esta movilización consiga desplegar toda la fuerza que realmente tenemos debe ser continuada, tener objetivos y planes precisos en cada momento y, lo más importante, debe estar controlada y dirigida por las propias organizaciones obreras y populares, y vinculada a la satisfacción de las reivindicaciones y necesidades que las propias masas obreras y populares vienen planteando desde hace tiempo.
La devaluación en la práctica del bolívar (tras decir que ésta no se iba a producir), las nuevas subidas de precios, la continuidad del desabastecimiento y la inflación, la demora en la negociación de los contratos colectivos de decenas de empresas públicas y privadas, la actitud pro-patronal de las inspectorías de trabajo, los intentos de sectores burocráticos del aparato estatal de acallar las voces críticas o la lucha de los trabajadores (sin que el gobierno lo evite)…Todo ello en lugar de fortalecer el ánimo que generaron en noviembre de 2013 las medidas del camarada Maduro tienden a sembrar dudas, inquietud y desánimo entre sectores de la base de la revolución.
En estos momentos los trabajadores del sector automotriz y otros sectores de la clase obrera (antes en SIDOR, Aceites Diana, las cementeras, Abastos Bicentenario, etc) se han movilizado presentando propuestas y alternativas para luchar contra el sabotaje capitalista y la burocratización y la corrupción en cada sector. Pero esas demandas no han sido atendidas y esas luchas han permanecido dispersas. La tarea clave si queremos llevar la revolución hasta el final es unificar esas luchas y que la clase obrera se ponga el frente de la revolución.
Desconfiar de la movilización e iniciativa independiente de las masas, no atender sus reivindicaciones o permitir que las voces críticas o las luchas parciales de los trabajadores sean acalladas sólo contribuye a dificultar el objetivo de conseguir la unidad de todos los revolucionarios que queremos defender y completar la revolución acabando con el capitalismo y construyendo una genuina economía y estado socialistas.
No se puede poner la otra mejilla, denunciando las acciones contrarrevolucionarias pero sin organizar una lucha efectiva de las masas para acabar con ellas e incluso poniendo frenos a las acciones de estas. En ese sentido declaraciones como las del Ministro del Interior planteando que la Policía de Miranda se encargue de controlar a los fascistas en Altamira sólo contribuyen a generar perplejidad o desorientación. A los fascistas sólo se les puede derrotar demostrándoles en la calle que somos muchos más que ellos y tenemos más fuerza, y eso sólo lo puede hacer el propio pueblo. En primer lugar el movimiento obrero, movilizado a través de sus propios sindicatos, asambleas, comités de lucha, etc. y planteando al mismo tiempo que el combate contra el fascismo está ligado a hacer efectivas sus reivindicaciones, demandas, críticas y propuestas para mejorar sus condiciones de vida y defender y completar la revolución. Lejos de retirarse de los espacios públicos es necesario organizar la defensa de todos los espacios e instituciones movilizando a las masas revolucionarias (reservistas, organización milicias obreras y populares en cada centro de trabajo y cada barrio,) y armándolas para defender junto a la Guardia Nacional la revolución.
El gobierno bolivariano y la dirección nacional del PSUV deben retomar el mandato expresado por el comandante Chávez en el golpe de timón y otros discursos cuando llamaba a intensificar el giro a la izquierda. Hay que desarrollar plenamente el poder obrero y popular, luchando tanto contra el sabotaje de los capitalistas como contra la quinta columna que sabotea desde dentro la revolución e intenta desmoralizar a las bases.
Los dirigentes de las centrales sindicales obreras (CSBT y UNETE) deben plantear un plan de lucha que unifique a la clase obrera y permita a esta ponerse al frente, agrupando al conjunto de los explotados y presentando al gobierno bolivariano, al PSUV y al conjunto del movimiento revolucionario una propuesta para salvar la revolución de la ofensiva fascista y completarla con la expropiación de la burguesía y la construcción de un genuino estado revolucionario.
Sólo expropiando a los capitalistas y sustituyendo el actual estado, que como Chávez decía sigue siendo capitalista, por un estado y una economía socialista bajo la administración de los trabajadores será posible resolver los problemas que sufrimos: inflación, desabastecimiento, corrupción, inseguridad… Sólo si la clase obrera y el pueblo estamos al frente de la lucha, organizando comités unitarios de base sometidos al control de asambleas en defensa de la revolución, contra el sabotaje, la especulación y la desestabilización fascista en cada fábrica y barrio y movilizándonos de manera masiva y organizada para impedir los planes de ataque de la contrarrevolución, será posible salvar nuestra revolución y garantizar que de verdad avanza hacia el socialismo.
Corriente Marxista Revolucionaria de Venezuela