“¡Se va a caer, se va caer! ¡Abajo el patriarcado!”

En las últimas semanas hemos vivido movilizaciones de masas con centenares de miles de mujeres, jóvenes y trabajadoras, llenando las calles de Chile y Argentina exigiendo a los gobiernos de Piñera y Macri respectivamente, derechos reales para las mujeres, el fin de la educación sexista y aborto libre y gratuito en los hospitales públicos. Estas luchas no son casos aislados, sino la continuación del movimiento “Ni una menos” surgido en Argentina en 2015, y una parte más de la ola feminista que está cuestionando no sólo el machismo sino las bases del patriarcado y el capitalismo.

Marea verde en Argentina: “Que sobrevivir al aborto no sea un privilegio de clase”

El debate en la Cámara de Diputados de la ley de interrupción voluntaria del embarazo, que tuvo lugar durante más de 20 horas los días 13 y 14 de junio, mientras más de un millón de mujeres exigían en la calle su aprobación, se saldó con una victoria por una  pequeña diferencia de 4 votos. 

Este resultado ha sido la consecuencia directa de la movilización de masas, dando un duro varapalo al gobierno de Macri, quien se vio obligado por la presión social a abrir un debate que no quería y en el que se posicionaba en contra. También ha sido un golpe sin paliativos a la jerarquía de la Iglesia católica, que se valió de todos sus medios para cargar contra esta medida.

Además, esta victoria sienta un precedente muy poderoso para las mujeres de toda América Latina. Actualmente sólo en Cuba, Uruguay, Guyana, Ciudad de México, Uruguay, Guyana francesa y Puerto Rico se permite el aborto más allá de los supuestos de violación, malformación del feto o riesgo para la vida de la madre. La nueva ley aprobada en Argentina va más allá. Establece el derecho al aborto libre y gratuito en hospitales públicos hasta la semana 14, pudiendo ampliar los plazos en los supuestos anteriores. También se ha conseguido que se introduzca la educación sexual en escuelas e institutos, una demanda muy sentida por el movimiento y que se resume en la consigna: “educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir”.

Una de las demandas más gritadas estos días ha sido “aborto legal en el hospital”. Esta consigna exige acabar con los abortos clandestinos —según el Ministerio de Salud se practican entre 370.000 y 522.000 cada año—, que ponen en peligro la vida de miles de mujeres: cada día 135 mujeres ingresan en hospitales públicos por complicaciones tras estas prácticas clandestinas, siendo la principal causa de mortalidad materna. El coste de un aborto en condiciones de mayor seguridad es de más de 20.000 pesos, son las mujeres de la clase trabajadora y los sectores más humildes las que sufren esta cruda realidad. Por no hablar de que hasta ahora se podían enfrentar a penas de hasta 4 años de cárcel.

La “ola feminista” en Chile amenaza el gobierno de Piñera

En Chile el otoño pasado se legalizó el aborto bajo los supuestos de violación, riesgo para la madre y malformación fetal. Sin embargo, se incluyó  el “protocolo de objeción de conciencia”, que no sólo permite a los médicos negarse a realizar abortos, sino que ha degenerado en una objeción de conciencia institucional y generalizada, que impide en la práctica el derecho al aborto (aun cuando sean los supuestos contemplados en la ley), con consecuencias dramáticas para muchas mujeres.

La tremenda indignación social que provoca esta situación, catapultada por los casos de abusos y agresiones sexuales a estudiantes en las universidades, ha dado lugar a movilizaciones masivas. Iniciadas en las facultades, con encierros durante más de un mes, estas protestas han ido sumando estudiantes de institutos y mujeres trabajadoras bajo el lema “Precarización vivimos todas: a la calle estudiantes, migrantes, madres y trabajadoras”, generando una verdadera y poderosa “ola feminista”.

Junto a las exigencias de fin de los abusos, educación sexual en las escuelas, acabar con la precariedad, se pide también que el gobierno no admita que las clínicas privadas que reciben fondos públicos puedan hacer “objeción de conciencia” ante el aborto. Fruto de esta presión, el reaccionario presidente Piñera ha respondido con su “Agenda Mujer” en la que plantea “terminar con las diferencias injustificadas de precios de planes de salud que perjudican a las mujeres, y muy especialmente a las que están en edad fértil”, en un intento de apaciguar los ánimos y tratar de sacar al movimiento de las calles.

Estas movilizaciones extraordinarias marcan el camino y dejan lecciones muy valiosas. La única manera de acabar con todas las leyes y condiciones que oprimen a las mujeres es rompiendo con este sistema capitalista, machista y patriarcal. Hay que continuar la lucha decididamente y no abandonar las calles hasta vencer.

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