El pasado 21 de junio se hacía pública la decisión de la Audiencia Provincial de Navarra de conceder la libertad provisional a los miembros de La Manada. Millones de personas escuchábamos atónitas la noticia en los telediarios. En pocas horas el desconcierto inicial se transformaba en furia y empezaban las primeras protestas en diferentes puntos del Estado. Sólo un anticipo de la explosión de indignación que viviríamos al día siguiente.
Las concentraciones y manifestaciones, en las que las compañeras de Libres y Combativas participamos de forma muy activa, volvieron a desbordar las calles con decenas de miles de mujeres, jóvenes y también de hombres, igualmente horrorizados por esta justicia patriarcal que protege a los violadores. Desde Madrid —con más de 100.000 personas cortando la Gran Vía y que terminamos rodeando el Congreso de los Diputados— hasta Catalunya, Euskal Herria, País Valencià, Andalucía, Galiza y todos los territorios del Estado, la marea feminista volvió a tomar las calles.
“No es un caso aislado, se llama patriarcado”
Rabia, indignación, pero sobre todo determinación y mucha fuerza es lo que se respiraba en todas las protestas. ¡Basta ya de justicia patriarcal! ¡Justicia de mierda, la están juzgando a ella! ¡No es abuso, es violación! ¡Tranquila hermana, aquí está tu manada! Éstas y muchas otras consignas fueron la banda sonora de una jornada vibrante, que respondía así a la puesta en libertad de estos cinco violadores gracias a un sistema judicial que ha demostrado ser un sólido pilar del patriarcado.
Lo que ha ocurrido con La Manada no es un caso aislado. Y por supuesto, el problema no se reduce a determinados individuos machistas. No. El problema es que todo el sistema judicial y el aparato del Estado están calados hasta el tuétano de machismo.
En estos días hemos escuchado muchas voces desde el gobierno PSOE, en el parlamento y desde los grandes medios de comunicación diciendo que el problema es la ausencia de perspectiva de género de los tribunales y la necesaria educación en ese sentido de jueces y juezas. Desde Libres y Combativas rechazamos este argumento ridículo que lo que pretende es ocultar el problema de fondo.
En la carrera judicial no sólo hay hombres, hay muchas juezas que también emiten sentencias indignas que absuelven a violadores, maltratadores y acosadores. ¿Acaso esas juezas no ven lo que vemos las millones de mujeres que hicimos la huelga feminista del 8-M o que llenamos las calles contra la sentencia de La Manada? Por supuesto que lo ven, no hace falta tener la carrera de derecho para ser consciente de lo que ocurre. La cuestión es que ellas, como la mayoría de jueces hombres, forman parte de una casta que es seleccionada meticulosamente para servir al sistema y garantizar el orden establecido, perpetuando la opresión de clase, de género y de raza.
Justicia machista, clasista y franquista
El problema no es la falta de educación de los jueces y juezas. Lo que hay que preguntarse es por qué los jóvenes de Altsasu, cuya inocencia ha sido más que demostrada, se pudren en la cárcel. Por qué tuiteros y raperos son enviados a prisión por escribir canciones contra la monarquía. Por qué activistas de la izquierda como Alfon son perseguidos judicialmente y encarcelados por luchar contra las injusticias del sistema. Por qué votar el 1 de octubre en Catalunya es considerado un crimen mucho más grave que una violación grupal, o por qué las agresiones fascistas y homófobas quedan siempre impunes.
Por eso es muy importante que el movimiento feminista vaya a la raíz del problema: la justicia es un instrumento fundamental del sistema capitalista, como también lo son otras instituciones desde las que se nos oprime. El hecho de que haya mujeres en cargos judiciales, ocupando ministerios, dirigiendo bancos o en puestos de mando del mundo empresarial y político, no evita la explotación ni la discriminación salarial, ni elimina el machismo y la violencia contra nosotras. Una buena muestra la hemos tenido con el nuevo gobierno de Pedro Sánchez, compuesto por mayoría de ministras mujeres y que ha declarado que “esta decisión hay que enmarcarla dentro de la normalidad del sistema judicial y que el gobierno la respeta”, está todo dicho. Ese “feminismo” hueco, que se pliega a la lógica del sistema, nunca acabará con la opresión que vivimos.
¡La lucha es el único camino!
Esta decisión es una auténtica provocación con la que el aparato judicial pretende burlarse de las millones de mujeres que protagonizamos la histórica jornada del 8 de Marzo, y que vaciamos las aulas de todo el Estado el 10-M en la huelga general estudiantil contra la sentencia de La Manada. Quieren hacernos creer que hagamos lo que hagamos no podemos cambiar nada. Pero la fuerza que hemos vuelto a demostrar reivindica todo lo contrario.
Desde Libres y Combativas, el Sindicato de Estudiantes e Izquierda Revolucionaria entendemos que el movimiento feminista debe continuar impulsando la movilización más masiva y contundente, exigiendo la anulación de la libertad para La Manada, la inhabilitación fulminante de los magistrados implicados, y la depuración del sistema judicial de jueces y juezas machistas, reaccionarios y fascistas. Y para que nuestra lucha sea efectiva sólo podemos hacerlo de una forma: defendiendo un feminismo de clase, anticapitalista y revolucionario.