¡Ni un paso atrás en nuestra lucha!

El pasado 15 de diciembre, alrededor de doscientas compañeras acudimos a la asamblea general del 8M de Madrid, después de seis meses sin convocarse. La dimensión de la reunión no fue ninguna casualidad, pues el aspecto central a decidir era cómo continuar este 8M.

Estos últimos años hemos levantado un poderoso movimiento en las calles con millones de mujeres trabajadoras y jóvenes al frente, que ha dejado jornadas históricas como el pasado 8M. Pero la precariedad, los despidos, las violaciones y feminicidios, o las sentencias que amparan a nuestros agresores, siguen presentes mientras la extrema derecha ha puesto los derechos de la mujer como un objetivo a batir. Ante esta situación tenemos, más que nunca, la necesidad de continuar dando una respuesta contundente, movilizándonos con los métodos de lucha que han demostrado ser más eficaces en contra los responsables de nuestra opresión.

¿Cómo hacer avanzar la lucha este 8M?

Con este objetivo las compañeras de Libres y Combativas, el Sindicato de Estudiantes e Izquierda Revolucionaria, junto a otras mujeres trabajadoras de la asamblea, no dudamos en defender enérgicamente para este 8M una nueva huelga general feminista que lo paralice todo.

Sin embargo, organizadoras y moderadoras de la asamblea - algunas vinculadas a la dirección de “Anticapitalistas”, CCOO, PCE, Más País, Unidas Podemos o directamente defensoras del feminismo transversal - mantuvieron una oposición abiertamente hostil a esta propuesta. Esto sucede en un momento de negociaciones secretas para la formación del gobierno de coalición, en las que la dirección de Unidas Podemos está mostrando su disposición a renunciar a gran parte de las reivindicaciones por las que millones hemos peleado en las calles a cambio de un puñado de carteras ministeriales. Esto hace que haya algunas compañeras en la Comisión 8M que consideran que con este más que probable gobierno de PSOE y Unidas Podemos, hay que abandonar la movilización y la huelga. Los argumentos que utilizaron son un fiel reflejo de ello: que el 8M caerá en domingo y por eso es mejor hacer sólo huelga de consumo y de cuidados; que la huelga general es nuestra herramienta más contundente y “no debemos desgastarla”; que las trabajadoras que pueden hacer huelga “son privilegiadas” y dejan fuera a las más oprimidas; o que debemos hacer justamente lo que “no se espera de nosotras” para “sorprender al patriarcado”.

Hasta tal punto había una estrategia consciente para evitar que se aprobase la huelga general feminista que en el último punto del plenario se intentó imponer como consenso una “revuelta feminista” sin huelga, aunque gran parte de la asamblea estaba en contra. Cuándo varias compañeras trataron de tomar la palabra para mostrar su crítica con esta forma burocrática y anti democrática de consumar las decisiones, las moderadoras disolvieron la asamblea censurando a quienes queremos construir un movimiento feminista anticapitalista, combativo y democrático.

Por qué es necesaria una nueva huelga general feminista

La experiencia de las huelgas del 8 de Marzo de 2018 y 2019 en el Estado español arrojan un balance claro sobre los resultados de los métodos de clase para hacer avanzar el movimiento de liberación de la mujer. Millones de trabajadoras y trabajadores abandonaron sus puestos de trabajo e inundaron las calles convirtiendo esta jornada en la mayor movilización contra la violencia machista y en defensa de los derechos de las mujeres. Nuestro movimiento se abrió paso desbordando la estrategia de paz social de los dirigentes sindicales, obligándoles a convocar, incluso en algunos sectores 24 horas como el caso de la educación. ¿Por qué renunciar a este logro? ¿Acaso no es el camino a seguir este año extendiendo este ejemplo a otros sectores?

Tal y cómo planteamos en el debate, no convocar este año la huelga general feminista sería dar un paso atrás en el nivel de organización y lucha que hemos conquistado, así como dar una imagen de debilidad que no es real. Argumentos como que el 8M cae en domingo no son excusa para despreciar la herramienta más contundente que tenemos la clase trabajadora para desafiar al sistema.

Ninguna otra herramienta de lucha golpea tanto a las y los poderosos que nos oprimen como paralizar por completo la actividad económica. Si algo temen no es que hagamos acciones “imaginativas” y “sorprendentes” que sólo tengan valor simbólico, sino el enorme potencial para cambiarlo todo cuando paramos su sistema. La huelga tiene la capacidad de subvertir temporalmente las relaciones de poder y demostrar que las y los oprimidos podemos tener las riendas de la sociedad.

Lo importante no es el día de la semana, sino organizar una nueva jornada en la que paralicemos absolutamente todo y dejemos claro que sin nuestro permiso la sociedad no funciona. ¡Tenemos ese gran poder! ¡Usémoslo! ¡Organicemos la huelga el viernes 6 y volvamos a tomar las calles el domingo 8!

Cómo conquistar derechos para las mujeres que no los tienen

Otro argumento para no convocar huelga que las dirigentas del 8M empleaban es que es un “privilegio” que “invisibiliza” a los sectores precarios que están en una posición más vulnerable para ejercerlo, como las empleadas del hogar. Pero la huelga es un derecho que costó mucho esfuerzo, batalla y sacrificio arrancar a la dictadura franquista. La mejor manera de defenderlo y extenderlo es con una acción sindical combativa cotidiana, llevándola a la práctica de manera contundente y organizada, no cediendo ante quienes nos lo arrebatan.

Si algo ha vulnerado los derechos y perpetuado la situación de semi esclavitud entre los sectores más precarizados de las mujeres es la política de paz social impuesta por los dirigentes sindicales y su resignación a asumir el mal menor frente a la ofensiva de la patronal, firmando convenios que nos han llevado a esta situación o renunciando a organizar a los sectores precarios para dar batalla. La hostilidad de las dirigentes del 8M contrasta bastante con el silencio ensordecedor respecto a esta política de paz social. La única manera de romper con el aislamiento al que las trabajadoras del empleo doméstico han sido abandonadas y desafiar la brutal explotación que sufren, es conectando sus reivindicaciones con la fuerza y el respaldo del conjunto de nuestra clase en una gran huelga general feminista que exija, entre otras cosas, la socialización de las tareas del hogar con una amplia red de servicios públicos con condiciones laborales dignas.

¡Por un feminismo revolucionario, de clase y anticapitalista!

Desde Libres y combativas, el Sindicato de Estudiantes e Izquierda Revolucionaria tenemos claro que ahora más que nunca tenemos que impulsar la fuerza que hemos ganado en las calles sin dar tregua o ceder ante la realidad que padecemos. Ya hemos vivido la experiencia de un gobierno que se envuelve en la bandera feminista pero que tras su retórica y gestos, gobierna con sumisión para la oligarquía económica, la judicatura franquista y la jerarquía eclesiástica que nos someten.

Si este gobierno de coalición quiere llevar a la práctica nuestras demandas y tomar alguna medida que cambie nuestras condiciones de vida va a tener que confrontar abiertamente contra estos poderes. Ninguno de nuestros problemas se solucionará entre pactos institucionales, sino con una lucha consecuente y contundente en las calles. Así lo demuestran las insurrecciones populares y oleadas huelguísticas que están sacudiendo el mundo desde América Latina, pasando por Francia, hasta Oriente Medio.

En estos ejemplos nos apoyamos para poner en pie un genuino movimiento de combate por nuestra liberación. Para ello convocar una huelga general feminista en la que volvamos a ser millones en pie de guerra contra el sistema capitalista, su violencia machista y patriarcal, contra la extrema derecha y sus aliados así como las y los parásitos que nos explotan día a día, es un paso en esa dirección. Una batalla que sólo podremos dar armadas con un feminismo de clase y combativo, que se base en nuestra fuerza en las calles y no se deje domesticar ni institucionalizar. Que sea capaz de poner en jaque al sistema capitalista y su opresión patriarcal con un programa para transformar la sociedad.

 

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